Capítulo 27

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Ana
Veo como Fernando palidece ante tal argumento de Diego. Noto como aprieta sus puños, y estoy segura de que en cualquier momento se levante a golpear a su hermano.

— Familia, de verdad, perdóneme. Se los estuvimos ocultando todo este tiempo por miedo a que no nos dejaran verlos más. Pero quiero que mis hijos crezcan con su verdadero padre. De verdad discúlpenme.— casi al instante su padre les dijo algo que no alcance a escuchar por aferrarme a las manos de Fernando y evitar que se levantará a golpear a Diego.

Tan solo unos segundos después ninguno de los dos estaban en mi casa.

— Hijo.— mi madre le hablo, el volteo a verla.— ¿Estas bien?

La verdad es que no, obvio no está bien. No lo estará en un muy buen tiempo.

Sus ojos se cristalizaron, y comenzó a respirar más pesadamente. La verdad no le creo a Diego, pero últimamente ha sido otra persona, más atenta, más considerada.

Fernando

Ahora se que hacía todo este tiempo: él iba a visitarla, a contarle cómo estaban sus hijos, por eso tantas visitas seguidas a esta casa.

Aprieto mis nudillos, no se qué hacer. Estoy literalmente llorando de impotencia.

Me levanto de donde estoy y antes de que alguien diga algo, yo lo digo. — necesito estar solo.— camino a la habitación que comparto con Ana y seguido de eso me encierro en el baño.

No puede ser. Me lo repito en mi cabeza y trato de convencerme de eso.

Me siento en el suelo y me revuelvo el cabello con las manos, la verdad ya no sé cómo me siento.

Por un lado estaba mal, demasiado mal por qué engañe a mi 'esposa' si se puede decir así, cuando ella me engaño primero. Pero... esto no está bien de ningún modo, tal vez ella pensó que yo ya sabía y lo uso como venganza. O tal vez uso como venganza que mis hijos, no son míos pero en realidad sí. Si si, es eso.

Obviamente nos tenemos que hacer las pruebas de paternidad.

Ana se quedo en la sala con sus padres. Hablaban sobre lo que Diego comentó hace unos minutos, esos minutos se convirtieron en horas. Los padres de Ana regresarían mañana por la mañana.

Ella se quedo aún en la sala, esperando a que Fernando tomará lo sucedido con más calma, pero no había manera. ¿Cómo es eso posible? El no lo tomaría con calma.

Decidió ir a la habitación para ayudar a Fernando en lo que pudiera, noto que había vapor saliendo de la puerta del baño, segundos después el salió del armario con su pijama, tenía sus ojos levemente rojos.

— ¿Quieres descansar?— preguntó el a ella.

— No, tú eres quien debe descansar.— los dos se recostaron en la cama.

El estaba sobre el pecho de Ana, ella acariciaba su cabello y después él decidió bajar a su vientre.

Lo acaricio con sumo cuidado y después lo beso.

— Te quiero mucho Ana. Los quiero mucho. Los amo demasiado a los cuatro. A nuestras dos pequeñas y a este también.

— No te preocupes, estoy segura de ello. Tenemos que comprobar lo que dijo Diego.

Fernando asintió.— Mañana mismo.

Se levanto de donde estaba y contempló a Ana unos segundos, ella también lo miró fijamente a los ojos, después de eso el sonrío.

— Tú eres la única que nunca me ha defraudado. Siempre has estado a mi lado, se que hicimos mal en estar juntos cuando ambos estábamos casados, pero ya veo que nuestro destino si era en verdad estar juntos.

¿Y tú?, ¿Me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora