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Narra Liz

Cada vez que lo veía aproximarse a la línea de partida, para iniciar una nueva carrera, mi corazón se me salía por la boca.

Sam y Tobías estaban arreglando unas cosas de las motos. De repente, por los parlantes oí que la carrera estaba a punto de comenzar.

¡Debía hacer algo! Tobías no podía perder.

Rápidamente vino a mi mente lo que debía hacer.

Me acerqué al encargado de organizar ésta carrera y hablé con él. Le ofrecí una buena suma de dinero por lo que quería hacer. Por los parlantes anunció que la última carrera demoraría unos segundos más en comenzar.

Me condujo a los vestidores del lugar, y me entregó lo que necesitaba.

Me vestí rápidamente y salí a la pista. A tan solo cinco metros de la línea de partida, Tobías posó sus ojos en mi. De repente, me sentí desnuda ante su mirada.

Me había puesto un short color negro bien ajustado, y muy corto. Llevaba unos zapatos negros de plataformas y una remera cortita de color blanco.

James me silbó al momento que pasé por delante de él, mis ojos sólo servían para mirar a Tobías.

Me paré a dos metros de distancia de ellos, justo en el medio de los dos. Las pupilas de Tobías se dilataron. Sentía la electricidad fluir en el aire que ambos respirábamos. Me miró de arriba hacia abajo y tragó saliva.

Necesitaba recordarle porque estaba corriendo. Necesitaba un incentivo. Lo miré directo a los ojos y sonreí.

-¿Preparados? Les pregunté, pero sólo miraba a Tobías. Ambos hicieron rugir sus motores. -¡Uno! Miré a James con todo el odio que salía de mi. -¡Dos! Giré mis ojos hacia Tobías nuevamente. Su vista estaba sobre la pista de carreras. -¡Tres! Bajé rápido el banderín y arrancaron a toda velocidad.

Me giré sobre mis talones para verlo partir hasta que lo perdí completamente de vista. Corrí rápidamente hacia las tribunas donde estaban Sam y Jane, para tener una mejor visión de la carrera.

James iba a la cabeza, pero enseguida Tobías se le adelantó. Se mantuvieron así un momento, hasta que la moto de Tobías tuvo una falla al pasar de cambio, haciendo que James lograra pasarlo. Llegaron a la primera curva. Tal parece que el arreglo que Sam hizo fue perfecto, porque sus frenos funcionaron muy bien. Se acercaba a James, estaba a pocos centímetros de pasarlo. James volvió a imitar lo que hizo en la carrera anterior, tirando su moto sobre Tobías para chocarlo. Este se percató y enseguida bajó la velocidad.

Ese hijo de puta continuaba a la cabeza.

Tobías volvió a acelerar y ésta vez logró pasarlo. Iba a la cabeza. La siguiente curva se aproximaba.

Lo estaba haciendo realmente bien. Amaba las moto tanto, o más, que nosotros. Lo llevaba en la sangre, ya que su padre, de adolescente, fue campeón del mundo en motocross.

Continuó a la cabeza toda la carrera. Sólo faltaban 1500 metros para llegar a la meta.

Iba a ganar. Explotaba de absoluta felicidad.

500 metros más.

James lo alcanzaba. 250 metros antes de la meta, puso su moto en una sola rueda. Aceleró lo más que pudo, y antes de llegar a la línea de meta, bajó su moto de golpe. Embistiendo a Tobías.

La rueda golpeó en su cabeza y perdió estabilidad.

James ganó la última carrera.

Rápidamente corrimos hacia donde estaba Tobías.

-¡Oh, por Dios! Tapé mi boca ahogando un grito. Él se encontraba en el suelo. Me tiré de rodillas a su lado.
-¿Respira? Me preguntó Jane muy atemorizada. Corroboré que lo hiciera y asentí.
-¿Tobías? Acaricié su rostro con mi pulgar. -¡Tobías por favor, despierta! Lo sacudí un poco -¡No me hagas esto, maldita sea! ¡Despierta! Comencé a gritar deseperada. Dejé caer mi cuerpo a su lado y exploté en un llanto desgarrador. -¡Llamen una ambulancia, joder! Le grité a Sam.

Se encontraba completamente paralizado. Sus ojos bien abiertos, no se movían de la herida que tenía en la cabeza. Sangraba mucho. Al escucharme gritar, rápidamente tomó su celular y marcó el número de emergencias.

La mayoría de la gente que estaba allí, huyeron como ratas. Malditos hijos de puta.

James ni siquiera se acercó a ver si respiraba. Fue el primero en salir disparado de ese lugar.

Tobías estaba inconsciente, pero aún tenía pulso.

Mi llanto no cesaba. Esto era mi maldita culpa. Debí haberme alejado de él antes, así nunca se hubiera metido en esta estúpida carrera.

O tal vez debí ir con James.

El tiempo se hacía eterno.

¡Putas ambulancias que nunca llegan cuando deben! ¡Las pizzas llegan más rápido! ¡JODER!

Luego de una eternidad, comenzamos a oír las sirenas aproximarse.

Todo mi cuerpo temblaba, mis manos sudaban. Realmente tenía ganas de estar yo en su lugar. Él no merecía esto.

Las luces de emergencias me encandilaron.

Acune su rostro con la palma de mi mano.

-¡Tranquilo, cariño! Susurré pegando mi frente a la suya. -¡Todo estará bien, lo prometo!

 -¡Todo estará bien, lo prometo!

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Hola bellas... ¡No me odien! Jajaja
Espero que les guste este capítulo. Sufrí también al escribirlo. Sabes que las adoro y les agradezco todo el apoyo incondicional que me brindan. Mañana estaré nuevamente con ustedes. Les mando muchos besos.

En multimedia les dejo a Sam.

Más que una Pesadilla [MQUS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora