Narra Alex
Íbamos en el auto de Mike, todos en busca de Liz.
Mi hermano, al enterarse lo que ocurría con ella, no dudó en llamar a su amigo Jack. Ya que se sentía en deuda con Liz todo el tiempo, por lo que hizo por mi.
Habíamos hecho un trabajo excelente. Rastreando su teléfono celular, el de James y sus matones, y por alguna extraña razón Markus me indicó que también lo hiciéramos con el teléfono celular de Derek. Era su primo, así que decidí confiar en él.
Todos los dispositivos nos llevaban al mismo maldito lugar.
El Castillo de Egaña, en Rauch, Buenos Aires.
Ese lugar abandonado era todo un laberinto, lleno de recovecos y trampas. No sería tan fácil encontrarla.
Pero daría hasta mi puta vida por salvar la de ella.
Sam, Jane y Tobías, iban con Jack en su camioneta. Cinco hombres de su equipo especial nos acompañaban. En el auto con Mike íbamos Markus, Milena, y yo.
Todos nos sentíamos capaces de volver con Liz sana y salva. Pero también corríamos el riesgo de perder a alguno de los nuestros.
Un mal presentimiento me recorrió el cuerpo. Y el hecho de saber a Derek aquí, me asustaba. Podían tenerlo secuestrado a él también. O podría él estar del lado de James.
Sólo deseaba que mi niña estuviera bien.
Luego de varias horas, nos encontrábamos a metros de destino.
Bajamos de los vehículos.
-No sé con exactitud a quien nos enfrentamos. Habló Jack. -Pero si sabemos que no son trigo limpio. Hemos averiguado todo acerca de James, y es un verdadero mafioso en este país. Agregó. -Confío plenamente en todos ustedes. Caminaba de un lado a otro mirándonos a los ojos. Jack era un verdadero Alfa. -¡Me han demostrado que pueden con estos hijos de puta, y con cualquiera que se cruce en su camino! Pero simplemente, no olviden cuidar la espalda de quien tienen a su lado. Concluyó.
Todos asentimos y nos encaminamos sigilosamente hasta el lugar.
Miré a Tobías y éste asintió con la cabeza. Y sabía exactamente lo que quería decirme. Él daría su vida por la de ella, sin dudarlo.
Aquello me hizo pensar... Liz era muy afortunada, al tener dos hombres en su vida que la amaban con la misma intensidad. Dispuestos a morir por ella.
Ingresamos al lugar por una puerta lateral. Un estrecho y largo pasillo se extendía frente a nosotros. Muchas puertas que abrir, muchas habitaciones y recovecos que revisar. Sería una larga noche.
Los gritos de mujeres eran audibles por todo el lugar.
-¿¡Qué mierda!? Susurré. -Esto parece una maldita cárcel.
-Estos tipos no sólo son mafiosos, son proxenetas. Intervino Jack. -Sigamos. Nos encargaremos de ellas cuando estemos con Liz a salvo.
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Más que una Pesadilla [MQUS #2]
RomansaMi querida Liz: Es tanto lo que quisiera decirte, pero el tiempo del que dispongo es muy escaso. Me gustaría poder contarte todo con lujo de detalles, pero temo no poder terminar de escribir esta carta. Cuando alguien diga que yo no te amo, ¡no le...