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El hospital nunca me pareció tan lejano

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El hospital nunca me pareció tan lejano. Iba con Tobías en la ambulancia y todo mi cuerpo temblaba. Sólo deseaba llegar a ese maldito lugar y que me dijeran que no era nada, que fue todo producto del golpe y que despertaría rápido.

Pero no fue así.

El Doctor Staton nos comunicó que Tobías tenía un traumatismo de cráneo, y que debían trasladarlo a quirófano de inmediato.

Asentí, con un enorme nudo en la garganta.

Me senté entre Sam y Jane, en la sala de espera y suspiré. Las lágrimas no tardaron en salir.

-¡Tranquila, cielo! Jane me abrazó.
-¡Sólo quiero que todo salga bien! La miré a los ojos. -¡Nunca me perdonaría que algo le sucediera por mi culpa!
-¡Él es fuerte nena! Saldrá de ésta. Me aseguró. Pero el miedo era más fuerte. Y dolía, dolía muchísimo.

No recuerdo haberme quedado dormida. Sam me despertó y me tendió un café. Miré a mi lado y Jane también dormía.

¿Cuánto tiempo había pasado?

Me acomodé en la silla y le sonreí.

-¿Qué hora es? Le pregunté.
-Son las 12, cariño. Respondió y acarició mi mejilla.
-¿Aún no hay novedades? No podía creer que después de dos horas aún no hayan salido a decirnos absolutamente nada.
-No. Respondió preocupado. -Ya hablé con tus padres. Les dije lo sucedido. Te mandaron un fuerte abrazo y dijeron que vendrían a primera hora de la mañana. Comentó. Asentí y me llamé al completo silencio.

El tiempo transcurría muy lento. Y esta pesadilla parecía que jamás iba a terminar. De una forma, o de otra, James siempre lastimaba todo lo que amaba.

De repente, el doctor salió del quirófano, y se acercó a nosotros lentamente. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Mi boca se secó y sólo rogué que él estuviera bien.

-¿Familiares de Tobías Reinoso? Preguntó. Nos paramos automáticamente.
-¡Sí! Respondí. -¿Cómo se encuentra? El doctor torció la boca.
-Está muy delicado, muchachos. El traumatismo provocó una gran hinchazón en el cerebro. Por lo que debemos inducirlo al coma, para que su cerebro pueda descansar y baje la inflamación. Mis ojos se llenaban de lágrimas una vez más. -Esto podría ser cuestión de días, semanas, o tal vez años. Confesó. -No hay un tiempo determinado para que él despierte. Tragué saliva.
-¿Podemos verlo? Le pregunté.
-Sí. Pero deben pasar de a uno a las visitas. Ya que debe estar tranquilo. Asentimos. -Síganme, los llevaré a su habitación.

Caminamos por un largo pasillo, subimos las escaleras y fuimos a su habitación.

Sam tomó mi brazo antes de que ingresara.

-Iré a buscar a Jane. Te espero aquí afuera. Besó mi sien y se retiró.

Respiré profundamente antes de ingresar. Al hacerlo, mi mundo se derrumbó.

Tobías tenía un respirador artificial conectado a su rostro. Suero en un brazo y una máquina que marcaba sus pulsaciones. Tapé mi boca ahogando el llanto. Ésto me desbordaba. Me rompía el alma al medio.

Tomé asiento a su lado y sujeté fuerte su mano.

-Debes despertar, cariño. Por favor. Susurré. -Debes quedarte con nosotros. No podremos continuar sin ti. Le confesé entre sollozos. -Realmente no sé que haré si tú me dejas. Apoyé mi rostro sobre su pecho. -¡Lo siento! Empapaba su bata de hospital lentamente con lágrimas. -¡No me dejes, Tobías! ¡No te atrevas a dejarme! Lo regañe, aunque sabía que él no iba a responderme.

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Me desperté de golpe al darme cuenta que alguien había abierto la puerta de la habitación. Una enfermera ingresó. Me sonrió tiernamente.

-Debo revisar al paciente, cariño.
-Oh, sí, sí. Respondí adormecida. Besé su frente y salí de allí.

Sam y Jane esperaban sentados. Al verme, Jane corrió a mis brazos.

Nos unimos las dos en un llanto sin fin.

-¡Él estará bien! Me dijo con ojos vidriosos.
-E-eso es-spero, nena. Los espasmos no me dejaban hablar.
-¿Sabes algo? Preguntó mirándome a los ojos. -Me entregaron los resultados del ADN. Dijo de golpe. -Esperaba decírselo cuando terminara esa puta carrera. Las lágrimas rebalsaban por sus ojos. -¡Es mi hermano! La tomé fuerte en brazos. Sonreímos, gritamos y saltamos con ojos aguados.
-¡Estoy tan feliz por ustedes, cariño! Hablé con completa sinceridad.
-Yo también. Realmente quería que él lo supiera primero, pero bueno... Bajó la mirada. -¿Te molestaría que entre a verlo un momento? Me preguntó.
-¡Por supuesto que no! Es tu hermano, tienes más derecho sobre él que yo. Sonreí de lado. Nos dimos un fuerte abrazo y la enfermera salió.
-Ya pueden ingresar. Sonrió y se fue.

Jane suspiró, tomó aire e ingresó a la habitación. Antes de cerrar la puerta se giró hacia mi.

-Gracias. Gesticuló y desapareció de nuestra vista.

Apoyé mi cabeza sobre el hombro de Sam. Pasó un brazo por arriba de mi hombro y me atrajo hacia él.

-¿Sabes? Preguntó mirando al frente. -Creí que nunca iba a tener que aguantar a este idiota como cuñado cuando te puciste de novia con Alex. Bromeó. -¡Pero tal parece, que ahora tendré que ser familia mientras esté con Jane! Comenzamos a reír por su comentario.
-¡Tal vez el destino quiso que siempre estuviera en nuestras vidas! Le dije, levantando mi rostro para mirarlo.
-Todo esto pronto acabará mi niña. Pero tú debes seguir con tu vida. Hay un casamiento que se aproxima. Sonrió.
-¡Oh, por Dios! No. No quiero pensar en ningún casamiento mientras Tobías se encuentre en este lugar. Negué con la cabeza. -¿Hablaste con Alex? Le pregunté.
-No... Creí que debías hacerlo tú. Respondió sin más. Asentí y me levanté del lugar.

Marqué el número de Alex.

Y realmente, deseé que no atendiera.

Y realmente, deseé que no atendiera

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Hola mis bellas. Acá estamos nuevamente. Espero que les guste este capítulo...
Saben que las adoro y siempre agradezco que sigan acá. Sin ustedes, esto no sería posible.

En multimedia les dejo a Liz, Alex y Tobías.

Les mando muchos besos, más tarde les regalo otro capítulo más 😘

Más que una Pesadilla [MQUS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora