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Narra Liz

Creo que han pasado varios días. Ya debe faltar muy poco para las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

No podía ver nada, solo oía muchas voces.

Una mano comenzó a acariciarme desde la punta de mis dedos hasta mi clavícula. Mi ser se estremeció ante su tacto. Sabía quién era sin tener que verlo. Inhaló bruscamente en mi cuello.

-No sabes cuánto te he extrañado... Oírlo hablar era aún peor. Comencé a llorar.
-¿Qué mierda quieres de mí? Me atreví a preguntar.
-¿Recuerdas que cuando quisiste dejarme, yo te dije: Si tú no eres mía, no serás de nadie más? Era cierto. Acarició mi mejilla con su pulgar.
-Yo jamás podría quererte. Repliqué. -Eres un cobarde, y Liz Smith, no sale con cobardes...

En ese preciso instante, un calor enorme se apoderó de mí rostro a causa de una cachetada, luego comenzó a arder. Dolía, sí que dolía. Rápidamente, me hice una bolita con mi cuerpo. Necesitaba protegerme de él. Se sentó en cuclillas a mi lado.

-La próxima vez, lo pensarás mejor antes de abrir la boca. Dijo, tomándome fuerte del pelo. Obligándome a levantar el rostro.
-¡Déjame en paz, por favor! Rogué.
-Tus súplicas no sirven conmigo nena. Un trato es un trato, te gané limpiamente.
-¿Le llamas limpio golpear a Tobías con tu moto para poder ganar? Le pregunté.
-¡Cállate la boca! Siseo entre dientes. Se aproximó y yo cubrí mi rostro con ambas manos. -Si me temes... ¿Por qué me provocas? Inquirió.
-¡Ya déjame en paz! ¡Nunca fui mala contigo para merecer todo esto, James! Acarició lentamente mi rostro, y todo lo que produjo en mi, fue rechazo absoluto.
-Deja de resistirte, nena... Susurró. Hice lo que me dijo, dejé de resistirme y aflojé mi cuerpo, dejándome llevar por sus caricias. Incliné mi cabeza hacia atrás para darle un mejor acceso a mi cuello.
-Suelta mis manos, así puedo tocarte. James besaba mi cuello desesperadamente.

Bajó sus manos hasta las mías y me quitó la fuerte soga que las sujetaba. Lo tomé fuerte del pelo. Y en un segundo de descuido, golpeé su cabeza con la jarra de agua que había allí.

Me eché a correr lo más rápido que pude. Debía encontrar una salida.

No conocía el lugar, no sabía dónde estaba. Esta no era su casa. Miles de puertas en largos pasillos me conducían a ningún lugar. Era un galpón, una vieja fábrica abandonada. Seguí corriendo. Necesitaba largarme de allí.

Muchas voces y gritos de mujeres me descolocaban. Esto parecía una maldita trata de blanca. Comencé a guiarme por sus voces. Debía liberarlas.

Abrí una puerta y me encontré con una chica de tez morena, baja de estatura. Era muy bella. No debía pasar los 19 años de edad. Tenía unos grandes ojos color café, y se veían asustados. Se encontraba amarrada a la cama y llevaba solo bragas y sujetador, ambos medio rasgados.

-¡Ayúdame, por favor! Susurró. Cerré la puerta tras de mi.
-Es exactamente lo que iba a hacer, cariño. Le sonreí. -¿Cómo te llamas? Pregunté.
-Betiana. Respondió un poco más relajada, al darse cuenta que no iba a hacerle daño.
-Ok, Betiana. Te soltaré y cuando yo te de la señal, correrás lo más rápido que puedas hacerlo. Le dije. Asintió y comencé a desatar la cuerda. Con un poco de trabajo lo logré. -Hay más chicas aquí, ¿Cierto? Asintió. Seguía algo asustada. -De acuerdo, iremos a sacar a todas las que podamos. Debemos largarnos de este maldito lugar cuanto antes. Le informé.

Tomé su mano y la levanté de la cama. Había una bata colgada en una silla y se la coloqué sobre sus hombros. Realmente si fuera ella, no me gustaría escaparme con ropa interior.

Abrí la puerta lentamente, miré a ambos lados, y no vi a nadie. Le hice una señal a Betiana para que me siga y lo hizo.

Corrimos a través del largo pasillo, abriendo todas las puertas a nuestro paso. Llegamos al final y oímos ruidos dentro de la última habitación. Ingresamos sigilosamente.

Una chica rubia, de tez clara estaba tendida en la cama. Su boca estaba amordazada, y sus pies y manos atadas a cada extremo de la cama. Cerramos la puerta al entrar. Lentamente quité la mordaza de sus labios y le indique que no gritara.

-Estamos aquí para sacarte. Le dije para que no temiera.
-¡Nos matará a todas! Sollozó. Al escucharla hablar, me di cuenta de cuán niña era. No debía tener más de 16 años.
-¿Cómo te llamas? Le pregunté acariciando su cabello.
-Agustina. Respondió temblorosa.
-Bueno Agustina, nos largamos de aquí en este preciso momento. Le dije. Asintió y comenzamos a desamarrar las cuerdas.

Al abrir la puerta, comencé a escuchar mucho alboroto. James había despertado seguramente, y estarían buscándome por todos lados. Ya no había tiempo de rescatar a las demás mujeres. Luego vendría con la policía a buscarlas.

Comenzamos a correr, buscando una puta salida. Estábamos tan cerca de la libertad.

Unos pasos a mi espalda me erizaron la piel.

-¿Liz? Reconocí su voz al instante. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y me desbordaba la felicidad. Me giré sobre mis talones.
-¿Derek? Dió un paso hacia mi y abrió sus brazos. Corrí hacia él rápidamente. -¿Cómo me encontraste? Pregunté entre sollozos. -¡Ay cariño, que feliz que soy de tenerte aquí! Le dije mientras un mar de lágrimas caía por mis mejillas.
-No te encontré. Respondió, muy sombrío. Hasta su voz era distinta.

Mi cuerpo se tensó. Lentamente me solté de sus brazos, para mirarlo directo a los ojos. Se veía ido, perdido. No era el mismo Derek. Ese no era mi mejor amigo.

Mi cuerpo comenzó a temblar.
Mis manos sudaban.

Todo mi mundo se derrumbó, al darme cuenta, de lo que estaba sucediendo en realidad.

Todo mi mundo se derrumbó, al darme cuenta, de lo que estaba sucediendo en realidad

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Hola hermosas... Primero que nada, quiero pedirles disculpas por no haber actualizado antes. Mis fines de semana son familiares normalmente, y después estuve algo ocupada.
Acá les dejo el capítulo de hoy, falta poco, muy poco para el final...

En multimedia les dejo a Markus.

Besotes amores. Espero que lo disfruten. En un rato les subo otro capítulo más. 😘

Más que una Pesadilla [MQUS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora