Capítulo 25.

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Narra Paula.

Estaba nerviosa en el viaje al departamento de Christian. El respetó mi silencio y no me presionó para que hablara. Su mirada estaba perdida en el camino y su expresión seria. Sentí como el miedo por explicarle todo me carcomía, me consumía entera y las ganas de llorar volvían a mi.

Sentirme perdida, sabiendo donde estoy, es lo peor que me pudo pasar. Y lo peor, volver a llorar sin parar. Hacia tiempo que no me pasaba, que podía pasar días y días sin llorar. Los últimos tres meses, por lo pronto, la había pasado tan bien, que nunca imaginé volver al llanto.

Cuando llegamos al departamento de Christian, caminando agarrados de la mano y él llevando mi bolso, entramos en su casa. Entramos sin decir palabra. El me observaba, podía sentir su mirada sobre mi, pero por una extraña razón no podía mirarlo. Sentía una culpa demasiado grande y no había hecho nada malo.

-Llegamos- Dijo posando el bolso en la mesa -Este es mi humilde hogar-

Observe cada rincón, cada detalle de aquel lugar. La sala era bastante amplia, con un par de sillones, un ventanal que daba a un balcón y una televisión situada al otro lado del sofá más grande. Al lado del ventanal y junto al mueble de la televisión había una biblioteca repleta de libros. Sonreí al verlos. Este lugar destilaba la esencia de Christian.

En la mesita ratona había otra pila de libros y unos cuadernos con apuntes, que deduje, eran las cosas de la universidad. La cocina, separada del salón por una barra, era muy parecida a la mía, con todos los utensilios acomodados. El orden de la casa me sorprendía, ni mi departamento estaba así. Sonreí ante mi pensamiento.

-Es lindo verte sonreír- Susurró abrazándome por la espalda -Comenzaba a temer que nunca más volvería a ver esa sonrisa-

-No digas eso- Dije ampliándola más -Tu eres una de las razones por las que volví a sonreír-

-Que placer me da escuchar esas palabras- Sonrió mientras me estudiaba con su mirada -Y sabes una cosa...-

-¿Qué?- Pregunté algo divertida. Christian sabía como hacerme sentir mejor, pese al poco tiempo que nos conocíamos -

-Tu también hiciste que vuelva a sonreír- Me guiñó un ojo haciendo que una risita se escapé de mis labios -Si no me crees, pregúntale a mi primo... Tengo entendido que es un muy buen amigo-

-Lo es- Asentí pensando en Martín, él realmente era un buen amigo -Pero es mejor cuñado-

Christian se echó a reír mientras me abrazaba nuevamente. Me sentía segura entre sus brazos. Sabía que algo me protegía y que nada malo podría sucederme. El realmente me quería, podía notarlo en su mirada, y me hacía realmente feliz saber que comenzaba a sentir cosas por él.

Luego de que me enseñó toda la casa y acomodó un poco sus cosas de la universidad, hizo un poco de café y nos sentamos en su sala de estar. El sonreía mientras hablábamos, parecía feliz de haberme mostrado su lugar.

Estaba sentado en el suelo junto a la mesa ratona con las piernas cruzadas como indio. Su cabello negro revuelto hacia resaltar sus ojos que, hoy, llevaban un brillo totalmente hermoso en el verde profundo de su mirada.

-Creo que te estoy aburriendo- Dijo posando su taza en la mesa -Tal vez debería dejar de hablar tanto-

-No seas tonto- Dije obsequiándole una sonrisa -Estaba pensando en algo-

-¿En qué?- Preguntó fijando su mirada en mi rostro -

-En explicarte lo que sucedió- El entendimiento cruzó su rostro -En explicarte que es lo que me tuvo mal estos días-

Regresa junto a mi. [EDMMA #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora