Frío.

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El sonido irritable de mi celular no dejaba de timbrar, abrí los ojos y muy de mal humor tomé  la llamada.

—¿¡QUÉ!? —me tiré de espaldas a la cama sonriendo avergonzada cuándo lo escuché reír por mi grosera respuesta.

—Con qué seguías durmiendo, beba. Si que sabes aprovechar tu día libre, amor. —Cada vez que me decía apelativos cariñosos una sensación extraña aparecía  en mi estómago.

—Lo siento, no quise hablarte así pero me fascina dormir y lo sabes. Además es muy temprano para que me llames. —Contesté en un susurro muy bajo volviéndome a tapar con sábanas y frazadas. —No es que no quiera hablar contigo pero para qué has llamado, nene. —Inquirí ya tapada.

Volvió a reír y contestó.

—Necesito un favor tuyo, Caro. —Susurró bajito y me lo imaginé mordiendose el labio inferior.

Lo qué lo hacia tan él cuándo necesitaba algo.

—Mmm....—Fingí pensarlo mientras emitía sonidos raros. —Está bien, dime. Aunque esto te saldrá caro, eh. —Rió para después pedir el favor.

Media hora después estaba vestida con una  falda verde y una camisa de rayas y mis muy amados zapatos con plataforma. Até mi cabello en una cola bien alta y lo observé una vez más por el espejo asegurándome de que no tenía raíces. Sonreí y salí de la habitación tomando mi bolso, un saco abtigadod y mi muy calentita bufanda.

Bajé rápido las escaleras encontrándome con el rostro enojado de  María.

—Niña...—Dijo en modo de regaño a lo qué yo reí  dejando un beso en su mejilla para después correr hacia la oficina.

Sino llegaba en veinte minutos a la empresa, iba a suceder una desgracia. 

Tomé los documentos y algunos otros papeles más y me marché, no sin antes despedirme de María y avisarle que llegaría en una horas para almorzar.

Amaba demasiado a María, ella había sido una de las tres personas que me habían dado amor comprensión y ternura después de lo vivido.

Bajé del auto con una enorme sonrisa pero esta desapareció al sentir una ráfaga de viento muy pero muy frio en mi cuerpo.

—Agh, este favor te saldrá muy caro, amorcito.
—Susurre para mi con cierto toque de maldad cruzando las puertas de la empresa.

—Buenos días señora Caroline. —Saludó sin ganas la recepcionista mirándome de arriba abajo.

Rodé los ojos e ignore su actitud inmadura. Cada vez que venía,  Ihvanna la chica de recepción siempre me veía de esa forma. No le caía bien es más nunca lo había hecho. Tampoco es que me importaba, ella y algunas otras por no decir a casi todas las chicas que trabajan en la empresa les caía mal. Y en verdad no sabia ni me interesaba si había un porqué en sus actitudes, pero si de algo estaba segura era de que jamás me había comportado cómo una perra en estos años con ellas para que me tratasen así.

Así que en fin, les caía mal y punto, y yo no iba hacer nada para qur fuese de otra forma.

Presioné el boton del piso 18 y al poco instante tuve que ubicar mi pulgar derecho en la pantalla táctil que aparecía para que me permitiesen subir y, cuando el accesso permitió mi entrada el ascensor comenzó a subir.

Cuando al fin había llegado me observé una vez más en los espejos del cubículo de metal y salí asegurándome de que todo se encontrase en orden.

Envié un mensaje de texto y esperé que me respondiera.

Mientras esperaba la respuesta noté que la secretaria me observaba con el ceño fruncido, cuando se dio cuenta de que yo también la observaba me ofreció una falsa sonrisa.

—Señora Caroline, es un gusto tenerla por aquí. Él señor estará encantado de recibirla, esperé un segundo y le comunicaré su llegada. —Ignore su estúpida y falsa  amabilidad y me encaminé a la oficina.

Entré con paso seguro cerrando la puerta a mis espaldas.

—Amor, te estaba esperando. —Saludó pasándose de la silla acercándose a mi.

—Traje tus papeles pero esto te saldrá muy caro pero... ¡CÓMO TE ATREVES HACERME SALIR CON ÉSTE FRÍO! ¡SI NO FUERA PORQUE TE QUIERO DEMASIADO TE PATEARIA LAS PELOTAS, JOSHUA!





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©Derechos Reservados.

Primer capítulo.

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Caroline #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora