Todo va a estar bien

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Cuando la noche cayó Zenda, Heath y yo estábamos camino a casa. La rubia, mi amiga y mi hijastra estaban de lo más cómodas charlando, tan así qué, fue un alivio no tener que soportar los reclamos y reproches del demonio todo el día debido a que su padre no la había atendido. 

Bajé del auto muerta de frío, deseaba y rezaba porque se terminara de una vez la maldita época invernal.

Caminé rápido hasta la puerta principal, giré la perilla y entré, seguido lo hicieron Heath y Zenda.

No llegué a sacarme los zapatos que mataban mis piernas cuando María ya estaba a mí disposición o eso quise convencerme cuando escuché su grito de emoción al ver a Heath.

—¡Ay, mi niña!  —Dijo rodeandola con los brazos. María conocía a mi amiha desde siempre, los padres de Heath eran primos de mi hermosa nana.

El teléfono fijo timbró, esperé que María contestará pero no lo hizo, siquiera Zenda se movió al escucharlo, parecía que nadie escuchaba ese maldito molesto ruido.

—Si, si. Yo voy María, no te preocupes. —Refunfuñe acercándome a contestar.

—¿Quién? —respondí borde.
—Caroline, no llegaré a cenar. No me esperes, las amo. adiós. —Y cortó. 

Negué confundida. Primero porque Josh jamás me llamaba por mi nombre, siempre era algún apelativo cariñoso, y segundo él siempre venía a cenar, es más era cómo una ley que lo hiciera, ya qué  era el único momento en qué nos veíamos los tres sin ningúna interrupción.

—¿Era joshua? —Escuché la voz de aquel demonio detrás de mi.

Asenti sin estusiasmo.

—María ¿está servida la cena? —Ignore a la chiquilla y me fui a la cocina.

(+++)

—Todavía no entiendo porqué se llevan mal entre ustedes. —Lo dijo al respecto de la relación poco amistosa que tenía con Zenda, mientras tomábamos vino en el balcón de mi habitación.

—Estamos bien así..., creo. —Argumenté no muy convencida.

—Tengo que contarte algo importante, Linn. —Dejó de beber y giró.

—Dime ¿Qué cosa?  —Alenté preguntando no muy expectante.

Antes de qué Heath pudiera hablar, unos gritos y el ruido de vidrios rotos se escucharon.  Una sensación extraña inundó mi cuerpo, miré a Heath alarmada, ella me observaba de igual manera.

La puerta de mi habitación se abrió, con algo de miedo di dos pasos para encontrarme con una Zenda envuelta en lágrimas y sangre.

Alarmada y preocupada corrí a ella.

—¿Estás bien? ¿Qué ocurrió? —Pregunté casi gritando. Ruidos de cosas cayendose se escuchó nuevamente.

Zenda no podía  hablar, temblaba de miedo, la voz no se emitía.

—Relájate ¿Si? Lo que haya pasado, estará bien. —Dejé un beso en su frente y miré a Heath. 

—Quédense aquí... —Sin importarme el grito de mi miga de qué me quedara con ellas, corrí hacia afuera de la habitación.

Cuando llegué a las escaleras, con el corazón más que agitado y con una sensación extraña, los vi.

Ahí estaba mi esposo, engangrentado, golpeado y ebrio.

Mi corazón no dejaba de latir, una lágrima salió  de mi sin ningún permiso, y no sabía si lloraba por la situación de mi esposo o por la presencia de él, de Steven.







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Quinto capítulo.

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Caroline #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora