Entrada prohibida.

424 28 9
                                    

Resople ruidosamente cuando escuché un fuerte ruido proveniente de la cocina. Ollas, platos y vasos, lo único que pedía era paciencia, no soportaría ningún comentario proveniente de nadie y menos de Zenda.

Terminé de ponerme los zapatos y caminé hasta el espejo del tocador, observé el atuendo que tenía, un largo vestido color verde musgo y con unos zapatos color negros. Esa vez no llevaba maquillaje, lo único que cargaba era un bálsamo labial por el frío que hacía. Tomé mi abrigo del mismo color que mis zapatos y mí tan usada y hermosa cartera a juego.

Bajé las escaleras esperando no encontrarme con esa chiquilla, que desde que su padre, Joshua había tomado la decisión de castigarla y hacerla tomar clases en casa, Zenda se había estado comportado insufrible-mente.

Entré a la cocina llevándome la sorpresa de encontrarla llorando sobre la mesada, la miré de reojo y continúe con lo mío, servi en un vaso café negro sin azúcar y lo apoyé en la mesada, apoyada en esta estaba una bandeja de frescas masitas para deleitar.

Al parecer Zenda notó mi presencia cuando estaba por comenzar a desayunar, sacó la cabeza de sus brazos y levantó la mirada, cuándo me vio rápidamente secó sus lágrimas y se enderezó en el lugar.

—¿Estás bien? —pregunté sin mostrar interés. Asintió sin mirarme, se estaba por levantar cuando la frené. —Joshua quiere verte a las diez en su oficina. —me levanté sin mirarla y antes de salir, volví hablar. —Es mejor qué vayas. —Advertí.

En verdad Joshua no quería verla en su oficina, pero yo suponía  porque estaba llorando, lloraba por su madre, y por más que las últimas tres semanas se haya comportado cómo una perra no quería que sufriera, yo sabía lo que era extrañar a una persona importante, una persona con presencia inigualable, sabía lo que era extrañar a tu familia, a tu sangre, a tu madre. Y no iba a permitir que esto siguiera así.

(+++)

—Señora Hoffman —Interrumpió mi secretaria. Levanté la vista de los papeles y la miré indicándole que siguiera —La señorita Thompson está aquí y quiere verla. —Informó para después ser empujada por una cabellera colorada.

—Lárgate. —Ordenó a mi secretaria, Linda me miró. Asentí y ella se marchó. —No entiendo cómo puedes contratar a personas tan eficientes —Negó indignada. —... Pero bueno..., dentro de todo no está tan mal su imagen —Sonó más para convencimiento de ella que para mí— En fin ¿Así es cómo recibes a tú mejor amiga, Line? —Finalizó con las manos en la cintura, dramatizando.

Me levanté de mi lugar sonriendo mientras movía mi cabeza en negación, Heather estaba de vuelta. Cuando llegué hasta ella nos abrazamos cómo nunca, había extrañado está soberbia y exagerada persona. Ella era una persona sin igual, era Heather Thompson hija del socio principal de mi esposo, ahora socia ella.

Nos conocimos en la empresa, en mi llegada no conocía absolutamente a nadie más que a Joshua y ella quien todavía no tenía acciones de la empresa, era la asistente de su padre, Mirhko Thompson un ruso arisco e insoportable al principio pero luego de entrar en confianza con él era la persona más humilde y tierna que podías conocer. Ella al principio no era muy distinta que su padre, soberbia y orgullosa con todo el mundo pero así y todo algo nos unió e hizo que tuviéramos una especie de conexión. 

—¿Heather, cómo has estado? —pregunté dejando de abrazarla. Suspiró y se tiró en el sofá que estaba en una esquina de la oficina.

—Excelente, Martha se ha recuperado y... —Me miró con picardía. Entendía esa mirada pero unos gritos comenzaron a escucharse.

¡Mierda! Lo había olvidado por completo. Zenda, ya estaba aquí.

—Espérame diez minutos, ya vuelvo. —Sin dejarla hablar salí corriendo de la oficina. Quise reír cuando vi a Linda asustarse por mi salida, pero no tenía tiempo para eso, Zenda estaba haciéndole un berrinche a la secretaria de Joshua. ¡Jesús bendito está niña iba a matarnos!

—Zenda, Lydia. —Nombré mientras me acercaba hacia ellas. Agradecía mentalmente qué estuviéramos en lo más alto del edificio. —¿Qué ocurre? —Pregunté ya al lado de Zenda.

—La señorita Hoffman desea entrar pero... Él señor ha pedido que nadie, siquiera usted entré señora. —Bajó la mirada y continuó. —Lo siento pero es mi deber, y lo estaba haciendo cumplir. —Asentí sin mostrar rastro de sorpresa.

Tomé la mano de Zenda y la llevé refunfuñando sin parar conmigo a mi oficina.

—No quiero estar contigo, ¡Déjame en paz, joder! —Maldijo entrando a mi oficina. La fulmine con la mirada, si Joshua la llegará escuchar el castigo que había obtenido sería poco con lo que esta vez le daría.

—¿Zenda? —Escuché preguntar a una confundida Heather detrás de mí. La recién llamada frunció el ceño confundida para después abrir la boca y correr hacia Heat. —Oh, pequeña. Te he extrañado, cariño. —Vi cómo se abrazaban y sonreí, ellas se querían de una forma tan linda, Zenda por lo que me había dicho Josh, la veia como una hermana mayor.

—Heat, has vuelto. —Se soltaron para sentarse en el sofá y charlar cómo unas viejas amigas. Me sentí ignorada por un momento pero tenía mucho trabajo, además ya habría tiempo para charlar con Heat.

Pero primero tenía que saber de Joshua, él nunca ordenaba que nadie entrase y menos  prohibía la entrada a Zenda y a mí.

Algo raro estaba ocurriendo y debía enterarme.

__________
©Derechos Reservados

Cuarto Capítulo.

¡GRACIAS POR SUS COMENTARIOS Y VOTOS! 😘😘😄

Caroline #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora