5. ¿te sientes bien?

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25, 26, 27, 28, 29, 30, 31; esos fueron los días que pasaron y bastaron para que junto a Gael tuviéramos algo real, no necesitaba más días, toda la vida habíamos estado juntos.

El veinticinco fuimos a una playa lejana a pasar la tarde, estaba tan feliz junto a él, nos divertíamos y eso me hacía creer que lo de Izan había sido solo un increíble mal recuerdo.

El treinta y uno estábamos en la playa, en traje de baño recostados en la arena, los mismos de siempre, Ro, sus amigos, Gael y yo.

¿Que es eso de que mamá viene con alguien? – pregunta de pronto Ro

No lo sé hermano, sabes cómo es, esperemos que esta vez no sea de nuestra edad - respondió Gael.

¿Quieres decir que ya no está con Roberto? ¿del restaurant? – comenté

Al parecer no – me dijo Ro algo molesto por el tema. – por qué no mejor vamos por las tablas – se levantó y se dirigió al muelle seguido por mis amigos.

Iré por mi vestido – me levante para ir al bar.

Te acompaño – me respondió Gael y cogió mi mano.

Estoy segura que lo dejé aquí – dije hurgando en mi bolso dentro del bar, que hace días llevaba cerrado.

Mira – dijo Gael, le estaba dando la espalda.

Me giré para verle y tenía mi vestido en su hombro.

Estaba sobre la barra – dijo mirándome fijamente – ¿no recuerdas como llegó hasta acá? – tenía una sonrisa seductora

Claro – me acerqué a él lentamente para besarlo – lo recuerdo – estaba entre sus gruesos brazos de nuevo, como anoche. Nos besamos intensamente, le besé del cuello hasta el abdomen.

Te quiero ahora – le confesé.

¿No quieres dejar esa parte para más tarde? – respondió

¿lo dices enserio? – me alejé repentinamente.

Si – dice sonriendo nervioso.

Ok – tomé bruscamente mi vestido y me lo coloqué.

Me agarró por la cintura. – no te enojes.

Tú me provocaste – dije y me besó el cuello – perdiste por hoy – sentencié sonriéndole.

Me tomó de la mano y salimos del bar.

Caminábamos al muelle, cuando de lejos vimos como los chicos aún no se metían al agua y conversaban allí. Estaba Kiki con ellos.

¿Mamá? – dijo Gael cuando ya estábamos los bastante cerca.

¡Al fin, mis niños! – gritó yendo hacia nosotros, nos abrazó y guio hacia el grupo. – no sabes cuánto los extrañé.

Pero no perdiste el tiempo – escuché comentar a Ro cuando pasó por nuestro lado a sacar su tabla de surf.

Vengan, les presentaré a Ferr – dice de pronto, se apartó del grupo, y la seguimos al final del muelle. Allí de pie había un hombre, en jeans oscuros, camisa y lentes. Bastante familiar.

Cariño, él es mi hijo Gael – dijo Kiki para llamar la atención del hombre. – Y Rebecca, su novia.

Aquel hombre se voltea completamente, se acerca y se quita los lentes para saludar.

Mierda. Mierda. Mierda.

Se saludan amistosamente mientras yo estoy paralizada a su lado. Era él y ahora me miraba directamente a los ojos.

Izan Ferrer – me saluda de beso en la mejilla. – encantado.

¡Nos conocimos en el avión! – cuenta Kiki. – no podía creerlo cuando me alcanzó en el aeropuerto y me invitó a tomar un café.

La que no podía creer todo eso era yo y quería irme de ahí.

¿te sientes bien? – me pregunta Gael al oído.

La verdad es que no, creo que me iré a casa – le respondí y me despedí alzando la mano a los demás, creí haberme tambaleado por un momento.

¿No es por lo que pasó allá dentro verdad? – Gael me acompañaba a tomar un taxi.

No, todo está bien, solo necesito descansar. – respondí sin siquiera mirarlo.

Pero... ¿podrás venir esta noche a celebrar? –

Lo dudo – respondí y me subí al taxi.

Ciegamente AhogadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora