Nos despedimos y ambos tomamos nuestros caminos, cuando estoy por entrar al local siento unos pasos.
¿Duermes aquí, linda? –
Me giré y estaba parado ahí a unos metros mío.
He... sí – respondí algo avergonzada.
Ven conmigo – dijo acercándose y cerrando la puerta del bar – acompáñame, vamos a divertirnos.
Como crees, no estoy vestida para ir a un matrimonio – dije apoyada en la puerta.
Me miró a los ojos fijamente con una leve sonrisa.Es solo un rato – dijo sonriendo, como si supiera que me derretía por dentro con solo mirarlo a los ojos.
Me recogí el pelo y despejé mi cara.
Vamos – dije y nos encaminamos al hotel donde era la fiesta.Estas cosas no me pasan a mí, el lugar repleto de gente tan elegante, mujeres lindísimas con vestidos largos y yo...
¿Tomarías algo conmigo? – dijo cuando ya estaba apoyado en la barra.
Izan, no creo que deba, nadie me ha invitado – mientras un grupo de mujeres me ve y se aproxima a nosotros.
Tranquila, no pasa nada – de una forma sutil llama al barman y se hace una señal.
¡Que tal Izan!- el trio de mujeres ya estaba a un costado – pensamos que te habías ido.
Becca, ella es Lucia, la dama de honor – le extiendo mi mano, la mira con desprecio y en vez de cogerla se acerca a besar mi mejilla, pero no lo hace. Las demás sonríen abiertamente al hombre que me acompaña.
¿Por qué no nos acompañas y bailamos con los demás? – era evidente que yo no estaba invitada.
Me levanté inmediatamente de la silla donde estaba para irme, pero él me detuvo.
No será posible – me sostuvo ligeramente por el brazo para luego atraerme hacia él y rodear con su mano mi cintura – Vine acompañado, y estábamos en algo antes de que llegaran. Casi morí de la impresión, pero me mantuve normal y con la frente en alto. Me miraron de arriba abajo y se fueron sin decir más. Al irse ellas seguía con su cuerpo junto al mío.
Vayamos a otro lugar – me dijo al oído antes de separarse y tomar dos copas que habían dejado sobre la barra.
Lo seguí rápidamente para no perderme y me agarré de su brazo sin pensarlo, subimos unas escaleras y luego tomamos un ascensor a la azotea, donde estaba la piscina. Nos sentamos en la orilla de esta, estaba con todo el estómago revuelto por el giro que ha dado mi noche.
No seas tímida Becca – me dice cuando le recibo la copa de champan – estamos solos.
Acaso no notaba que el hecho de estar a solas era lo que me tenía así de sobrepasada internamente. Bebo un sorbo y sonrío nerviosa.
Le hablé de mí, como llegué a trabajar en el bar y que a mis 21 años cursaba mi último año de universidad en la Capital, y ese fue el detonante que hizo que me distanciara de mis padres como nunca antes.Por eso es que estas pasando las noches ahí – comprendió y apuntó a la playa, que de donde estábamos se podía ver en su inmensidad.
Comencé a notar como el alcohol ponía mis mejillas coloradas cuando desapareció un momento, para volver con una botella.
Conversamos y bebimos el resto de la noche, con los pies en el agua y ya no había rastro de nerviosismo en mí. Lo veía tan fascinado cuando hablaba de su trabajo como gerente de una agencia de marketing en la Capital; yo pensaba que de ahí su atuendo y el estilo que tenía; era muy apasionado y me llenaba de energía tenerlo cerca.
Quiero tenerte más cerca – dije de la nada enfrascada en mis pensamientos.¿Qué dices? – sentí un poco de risa en su voz, y me levanté aterrada al darme cuenta de lo que había dicho.
Disculpa, no sé en qué pensaba – dije apresuradamente decidida a retirarme – como te iba a interesar una pendeja como yo – no sabía que estaba haciendo, seguía escupiendo mis pensamientos sin pensarlo.
Él me miraba tranquilo mientras yo me regañaba por hablar de más, se puso de pie y fue hacia mí y como si estuviera preparado, quito las manos de mi rostro, el coloca su mano derecha en mi cuello, la otra me rodea la cintura atrayéndome hacia él y me besa.No sabes lo difícil que fue contenerme – dice al fin mirándome a los ojos después de besarnos.
Entonces no lo hagas – dije extasiada por sus besos, soy una suelta Dios mío, que dije.
Me apretó contra él y moviendo delicadamente mi blusa, me dio pequeños besos en el cuello hasta llegar al lóbulo de mi ojera, que tocó con sus dientes exhalando. Estaba rendida.
Vamos a mi habitación – respiré hondo para incorporarme y lo seguí después de coger mis zapatos, esta vez él me rodeaba con su brazo.Íbamos descalzos por los pasillos del sofisticado hotel, llegamos a las habitaciones y al entrar en la de él, cerró la puerta y me dirigió, a mí y a mi cuerpo, al sofá de seda al costado del ventanal. Mi piel disfrutó del roce con un sofá de terciopelo, los apasionados besos del hombre que recién conocía me tenían en un mundo aparte, donde solo era permitido el placer. Agarrado a mis caderas, con una pasión que me llenaba y con su órgano rígido rozando mi vientre bajo, soltó un leve gemido, me levantó del sofá, me depositó en la cama y comenzó todo.
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Ciegamente Ahogada
RomansaBecca relata los episodios previos a terminar la universidad, que le hicieron perder el control de su vida. Un día de verano mientras trabaja en la playa se encuentra con un hombre, que va a poner su mundo patas arriba a cuesta de secretos, engaños...