Capítulo 1

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Como todas las mañanas su despertador sonó a las seis de la mañana y con la pereza que le suponía ponerse de pie a una hora en que no estaban puestos ni los adoquines en la calle se levantó de la cama y de forma automática se dirigió al baño, se cepilló los dientes y abrió el grifo de la ducha y dejó que empezara a calentarse el agua para meterse bajo el agua y espabilarse del todo y empezar con su día. 

Normalmente nunca se duchaba nada más levantarse pero el ritmo que había llevado la noche anterior en la cena con los chicos la había necesitado como el comer. Se entretuvo más tiempo del debido permitiendo que el agua caliente le recorriera todo el cuerpo. 

Bajó a la calle con los auriculares puestos y empezó a correr con la playlist que tenía especialmente preparada y los primeros segundos de Smells like teen spirit sonaron a todo voumen en sus oídos. A una marcha regular empezó a correr avenida abajo con el mismo recorrido que hacía todas las mañanas. Bajaba la avenida hasta llegar al paseo marítimo, cogía el sendero de los ciclistas hasta llegar al rompeolas y daba media vuelta. Sumando el tiempo de ida y vuelta hacía un total de unos 10 quilometros diarios. Una vez volvía a su apartamento se preparaba un batido de proteinas, se refrescaba y se ponía a trabajar. 

Al entrar en el edificio se encontró con un par de vecinas con las que no tenía más relación que el intercambiarse un par de saludos fugaces y alguna que otra palabra amable. A pesar de que la música ya no sonaba disimuló agachando la cabeza y fingiendo que no las había oído cuando le saludaron. No sabía explicar exactamente porqué pero esa mañana estaba bastante apático y con muy pocas ganas de relacionarse con nadie. 

Encendió su ordenador y poniéndose la playlist que tenía preparada para trabajar miró los diferentes correos que tenía en la bandeja de entrada. Echó un vistazo por encima y priorizó aquellos que debía responder antes que ninguno. Se concentró hasta tal punto que cuando miró el reloj de la pared eran las dos del mediodia. Agarró su teléfono y pidió algo de comida a domicilio. Mientras esperaba que le trajeran el pedido siguió trabajando algo más.

El sonido de su teléfono lo sacó de su ensimismamiento y concentración. Lo cogió sin apartar la vista de la pantalla y al colocárselo junto ak oído un enorme berrido le sobresaltó. 

- ¡Habíamos quedado para comer y me has dejado tirada¡

- Lo siento, de veras. Me centré en el trabajo y se me olvidó. 

- ¿Sabes lo vergonzoso que es estar en la mesa del bar reservada para dos y que me haya quedado sola bebiendo agua esperando a que llegaras?

- Caroline, de veras que lo siento. 

- Si quieres compensarme ábreme. Estoy en la puerta de tu apartamento y necesito mear con urgencia. Es lo que tiene haberse bebido dos botellas de litro y medio una persona sola. 

Se levantó de la mesa y dejó la puerta entornada para que Caroline entraba y volvió a sentarse delante del ordenador. No sabía que es lo que le pasaba esa mañana pero estaba más concentrado de lo normal. No es que fuese un vago ni mucho menos, solo es que se tomaba las cosas con demasiada calma.

Sin previo aviso le cerraron la tapa del ordenador sin que hubiese guardado todo el trabajo que llevaba haciendo desde un buen rato. 

- ¿Qué cojones haces? 

- Devolverte a la vida real.

- Serás tan amable de bajar la basura cuando te marches, gracias - sentenció Cody como dando por hecho que iba a acatar la petición que le hacía. 

- Tú crees que aún vivo contigo, ¿verdad? Te recuerdo que hace casi más de un año que me mudé a mi propio apartamento. 

- Si, pero sigues viniendo tanto o más que antes - le dijo con una mueca socarrona en los labios. 

Cody y Caroline se conocían desde la universidad y desde que habían compartido habitación en la residencia de estudiantes es como si no supiesen vivir el uno sin el otro. De hecho, el resto de los compañeros de la residencia creían que eran pareja ya que lo hacían todo juntos. Por mucho que lo negase Cody, el día que Caroline le notificó que había encontrado un piso para ella sola y que se marchaba sintió casi como si hubiese roto con su pareja. Lo bueno de haber convivido y conocerse desde hace tanto tiempo es que se habían hecho amigos inseparables que se lo contaban todo y no se ocultaban nada. 

- Parece que te moleste que venga a verte. Ambos sabemos que agradeces mi compañía y si no fuese por mí estarías recluido en tu piso todo día. De hecho, no voy a bajarte la basura porque vas a salir conmigo a la calle. Supongo que no hace falta que te recuerde que la excusa de que hubiesemos quedado para comer es que me ayudarías a adecentar el piso para mi hermano que viene a pasar unos días conmigo. 

Odiaba comprometerse a esas cosas pero era incapaz de decirle que no, aunque era una cosa muy curiosa que solo le pasaba con ella. Con el resto del mundo no tenía ningún problema en soltar un negativa, cerrarse en banda e ir a la suya pero con Caroline nunca habia sido capaz de hacerlo. Podía hacer cualquier cosa por ella sin pedir ni esperar nada a cambio, simplemente por el afecto que le tenía, el cariño que tenía fruto de los años compartidos. 

- ¿Qué tal si vamos saliendo? Cuando antes empecemos con eso antes podremos ir a tomar una cerveza o algo y así me sacas más tiempo de casa que es lo que quieres, ¿te parece? 

- Claro, ¿por qué no me cuentas que tal fue anoche con los chicos? O lo que es mejor, ¿qué tal si me explicas por qué tengo un mensaje de Brad a las doce de la noche? Un mensaje muy largo además. 

- Sabes que Brad tiene muy mal beber, tampoco se lo tengas muy en cuenta - y le dio un suave golpe en el hombro -, venga vamos. 

Subieron al coche de Cody y condujeron hasta el apartamento de Caroline, aparcaron y subieron.

Una de las cosas que siempre había envidiado de Caroline era la fijación que tenía con el orden, la limpieza y la decoración. Al entrar en el apartamento tuvo la sensación de estar en una revista de decoración. 

- Ven, acompáñame a la habitación que hay que preparar para mi hermano. Es la que hasta ahora estaba usando como despacho de los días que trabajo desde casa. 

- ¿Qué tal está tu hermano? ¿Cómo es que viene a tu casa? ¿Sabes durante cuanto tiempo viene? 

- Caray, cuantas preguntas en un momento - empezó a reirse ella sola mientras abría la habitación -. Mi hermano podría estar mejor eso está claro, viene porque necesitaba un sitio donde quedarse y de momento el tiempo tiene día de entrada pero no de salida. 

- ¿Cómo es eso?

- No sé muchos detalles, solo sé que me llamó hace un par de días un poco nervioso pidiéndome si me podía quedar en casa. 


Quien quieras excepto él Where stories live. Discover now