Capítulo 4

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Aunque no quisiera reconocerlo Tommy estaba rebentado del viaje pues cinco horas en un coche de línia por muy cómodos que fuesen los asientos le dejaban a cualquiera la espalda destrozada. Agradeció enormemente poder salir y estirar las piernas aunque solo fuese el trayecto del autobús al bar y de ahí al coche de Cody. Una vez dentro del coche se dejó caer como si hubiese estado todo el día trabajando con una hazada y una pala o en una obra, ante esa reacción Cody disimuló una risa por debajo de la nariz haciendo ver que arreglaba el retrovisor antes de reiniciar la marcha a casa de Caroline. 

- ¿Cansado?

- Estáte unas horas en esos autobuses y verás como te dejan la espalda - no sabía explicar cual era la razón pero estaba a la defensiva con aquel comentario. 

- Entiendo, vamos te llevaré a casa de tu hermana, si sigue haciendo lo mismo de siempre es muiy probable que haya dejado una copia de la llave o bien debajo de la alfombrilla de la entrada o bien en la maceta que tiene al lado de la puerta. 

- ¿Lo hacía así cuando vivíais juntos? - indagó Tommy, a pesar del recelo que sintió en un principio quería poder mantener un viaje agradable y no parecer un capullo integral, al igual tampoco quería que Cody cogiera el rol de chofer particular. 

- Se podría decir que tu hermana es una persona de costumbres fijas.

Para Tommy entrar en aquel apartamento fue como un viaje al pasado y el tiempo se hubiera detenido. No había lugar a dudas de que su hermana era la persona que vivía en aquella casa. Se adelantó a Cody al entrar al apartamento y en unos pocos segundos se lo había recorrido entero. No cabía ninguna duda de que ella vivía allí. Cada objeto estaba colocado con minucioso detalle ocupando un espacio concreto como diciendo que de ahí no se podría mover. Si ocurría lo mismo que cuando vivía con sus padres en que no nada se movía de su sitio sin su permiso, iban a tener los mismos problemas que por entonces. Recordar esa situación y ver que era posible que se repitiera. No pudo reprimir esbozar una sonrisa con la sensación de calidez que le recorrió todo el cuerpo. 

Cody quien permanecía apoyado el quicio de la puerta le miraba con una sonrisa en sus labios. Más que por lo cómodo y tranquilo que se veía a Tommy por la ilusión que mostraba Caroline desde el mismo instante en que supo que su hermano iba a estar con ella. 

- Tommy, ¿estarás bien si te dejo aquí solo? Tengo que volver al trabajo, se me ha hecho bastante tarde. 

- Si, no te preocupes, creo que me las apañaré para acomodarme. Solo antes de irte dime cual es mi habitación - lo dijo para mantener un poco de conversación ya que el apartamento solo contaba con dos habitaciones y estaba muy clara la que iba a ser para él. 

- Claro, es esa de ahí - le indicó señalando la que estaba justo a su derecha pegada a la puerta de la entrada. Tras hacerle esa indicación salió. 

Tommy entró en la habitación y dejó la bolsa de viaje encima de la cama. Se quitó la chaqueta colocándola con mucho cuidado sobre la silla. Si por él hubiese sido la habría tirado en el suelo pero era preferible no escuchar a su hermana, al menos el primer dia de su estancia con ella. Hizo lo mismo con los zapatos y se quedó descalzo en la habitación. Mientras iba colocando la poca ropa que se había traido con esmero en el armario, el teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón indicándole que le había llegado un mensaje. 

MAMÁ

Espero que hayas llegado bien. Siento cómo han ido las cosas. Te quiero. 

Dejó el teléfono sobre la mesilla de noche y fingió que no había leído el mensaje. Su madre no tenía ninguna culpa de lo sucedido si no más bien un daño colateral. La bronca la había tenido con su padre y era el principal motivo de que él estuviera en esos momentos en esa habitación. Durante unos segundos tuvo el impulso de armarse de valor y llamar a su madre para hablar con ella y hacerle saber que estaba bien, pero se lo pensó mejor al pensar que en esa misma llamada podría no ser ella quien contestase al teléfono. 

Se tumbó en la cama para poder descansar un poco del viaje y notó como el sueño le iba venciendo lentamente. 

El ruido de la puerta cerrándose y del agua del baño correr le despertó de repente. Se levantó de un salto de la cama y salió al comedor para ver a su hermana dejando las cosas encima de la mesa del comedor. 

- Tommy, cielo, ¿qué tal el viaje? ¿Llegaste bien? Iba a preparar algo de comer y a echarme un rato, estoy molida. ¿Qué te apetece? - agradeció enormemente que las primeras palabras que le dirigía fuesen sobre algo tan trivial y que respetase su espacio. 

- Ves a darte esa merecida ducha mientras yo preparo algo de pasta ¿Cómo ha ido el día? 

- Muchas gracias, ha sido realmente duro, la verdad - aún y habiendo tenido el día más duro de su vida ella no borraba bajo ningún concepto la sonrisa de su cara.

Veinte minutos después Tommy estaba sirviendo en la mesa dos platos de macarrones al pesto que su hermana no tardó en amenizar con dos copas de vino tinto. Durante unos minutos permanecieron en silencio, concentrados en la comida. Entre el trabajo y el viaje ambos no habían sido conscientes del hambre que tenían. Una vez se hubieron terminado la comida se dejaron caer sobre el sofá y siguieron en silencio. 

Tommy sabía perfectamente que ese silencio era una invitación cortés a contarle lo que él quisiera. Quería con todas sus fuerzas contarselo y por parte de ella oir unas palabras de apoyo, de ánimo o tener alguna respuesta por parte de ella. Sabía que era ahora o nunca. Tampoco es que fuese una urgencia que no pudiera esperar pero se conocía demasiado bien a sí mismo cómo para saber que cuanto más lo dilatara en el tiempo le sería más díficil contarlo. 

Abrió la boca con la intención de pronunciar las primeras palabras y soltar lo que llevaba horas guardándose para sí mismo. Se dio la vuelta, se acomodó y vio que Caroline había caído rendida del cansancio y estaba durmiendo a pierna suelta en el sofá.

Quien quieras excepto él Where stories live. Discover now