♦Siete♦

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Una sonrisa ladina apareció en su rostro, quién diría que el pequeño en necio de la noche lo abrazaría y se pegaría como chicle a él. No le agradaba el hecho de mantener a alguien en su cama, pues siempre que llevaba a alguien a su casa después de follar los mandaba por un tubo. No le interesaba mantener alguna relación seria, los chicos a los que llevaba a alguna cena con su familia, sinceramente lo hacía para molestar a sus padres y hermana.

Estaba harto de todo, de sus padres, siempre sermoneándolo por ser un libertino, un descarado y sinvergüenza, le importaba en lo mínimo lo que pensara el resto de gente pues no vivía del "qué dirán".

Lo que no tenía de abusivo y violento Lo tenía de cínico. Le gustaba pasar momentos divertidos, buscar buenos cuerpos para saciar sus deseos sexuales, le gustaban los chicos descarados, como él, los que fuesen buenos en la cama, que sirvieran para excitarlo y así después se los follara con todas sus fuerzas, su estereotipo para los chicos con los que iba a tener sexo lo tenía claro, pero ahí arriba en su habitación estaba todo lo contrario a lo que a él le gustaba, ese chico aún dormido, con esa piel de porcelana, con su delgado cuerpo, con ese trasero de infarto, lo recordaba apenas, el día anterior no pudo apreciar perfectamente el cuerpo porque en vez de pensar con la cabeza que arriba, pensaba con la de abajo, pero eso no impidió que pudiese notar el enorme trasero que poseía el niño, ah, y esos muslos dios los quería recorrer con sus manos, sentirlos.

Quizá fue la excitación del momento y no se dio cuenta de que el chico era todo lo opuesto a lo que el acostumbraba.

Tenía que ir al trabajo, los malditos ceros no se ponían solo en sus cuentas bancarias.

Estaba algo estresado por el hecho de tener que ir a trabajar, recién anteayer había llegado de un estúpido viaje desde Bélgica y ni bien llegó iba a ir a buscar con quien pasar la noche, más su padre llamó y dijo que tenía una sorpresa para él, y vaya que sorpresa que se dio, su mente enseguida hizo clic y pensó en lo bien que se pasaría con el chico, pero este le salió con estupideces y para acabar su padre le dijo acerca del muchacho y de donde lo sacó.
Si se ponía a analizar mejor la situación, no era tan malo, al menos el chico no era mentiroso con respecto a las relaciones de seguro no quiso tener sexo con él por vergüenza o porque pensó que le iba a doler, lo haría, pero no mucho. Lo que si lo ponía un poco enojado era el hecho de no poder haber disfrutado ya de ese cuerpo ¿pero que podía hacer? Su padre literalmente había comprado al chico para él, para que formase una familia con él, pero él simplemente no quería. No quería hijos, no quería nada que lo atara a alguien, no se veía en una situación así. Jamás de los jamases.

Aún le quedaba media hora de sobra cuando se dispuso a subir a la habitación.

Su celular vibró en su bolsillo haciendo que se detuviera apenas había subido tres escalones.

"Diga" contestó.

"Buenos días señor Styles, la información que pidió ayer sobre aquel chico acabó de enviarlo a si correo para que pueda revisarlo" respondió la voz aguda de quien era su secretaria.

"Si, muchas gracias"

"Con gusto, hasta luego" dijo la chica y enseguida colgó la llamada.

Bajó las gradas para dirigirse a su despacho, era amplio, le gustaba mucho, su escritorio de cristal, ya no le agradaban tanto los de madera y por eso lo cambió, en el escritorio reposaban algunos papeles y su laptop en el medio, unos bolígrafos perfectamente ubicados en su lugar, su enorme silla de cuero negro, diferente al resto de sillas que eran de un color café claro. Impaciente abrió el archivo que su secretaria envío y al dar clic apareció en la pantalla la foto del chico, sus datos personales y algunas otras cosas más.

ForcedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora