Forced

♦Once♦

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"Louis abre la puerta" dijo cuando intentó abrirla y esta tenía seguro.

"No" el corazón del castaño empezó a latir con fuerza en su pecho, si se atrevía a abrir esa puerta probablemente no la contaría.

"Ábrela ahora o me veré obligado a usar la fuerza" dijo moviendo la cerradura.

¡Santo Cielo! Pensó el castaño que iba a ocurrir ahora, no estaba listo. Tenía que pensar en algo rápido si quería caminar al día siguiente, solo de imaginarlo su cuerpo empezó a temblar del miedo. No quería. Nadie lo iba a salvar de esta.

Mientras el rizado forzaba la puerta, el castaño buscaba algún lugar donde meterse, pero el maldito baño era pequeño, busco algo con lo que defenderse en los cajones del mesón, pero no halló absolutamente nada útil, estaban vacíos.

"Louis abre la puerta" repitió nuevamente el rizado.

"No, vete"

"No voy a hacer nada lo prometo" sabía que no conseguiría nada asustando al castaño "Bien tu ganas"

El castaño notó que la cerradura dejó de ser forzada y la puerta se cerró con un golpe secó, con cautela abrió la puerta y antes de dar dos pasos el rizado lo sorprendió. Lo había engañado. Maldito.

"Te tengo" mencionó el rizado impidiendo que el castaño le cerrara la puerta para vez.

El corazón del castaño latió a mil por hora.

"Harry basta, déjame, sal de mi habitación" dijo mientras seguía intentado cerrar la puerta con una mano, mientras que con la otra sostenía la toalla para que esta no resbalara de su cuerpo. Pero le fue imposible el rizado tenía demasiada fuerza.

"Tú habitación esta es mi casa, por lo tanto, es mía y como es mía puedo hacer lo que yo quiera"

Si era el dueño de esa casa, pero le asignó esa habitación y no tenía ningún derecho de entrar.

En un rápido movimiento el rizado entró por completo al pequeño baño de la habitación y acorralo al castaño contra la pared, el niño tenía los ojos abiertos y su cuerpo era gelatina en ese instante, la mirada del rizado mostraba el deseo que tenía por poseerlo, por hacerlo suyo de una vez. El castaño sostenía la toalla envuelta en su cuerpo con toda la fuerza posible que tenía. El rizado tomó al castaño y lo sentó en el mesón del baño, este temblaba del miedo ¿Enserio el rizado iba a abusar de él? ¿Iba a tomarlo sin importar dónde y sin su consentimiento? Claramente sí, es lo que su mirada decía.

"Eres jodidamente caliente" el rizado tomo las piernas del castaño he hizo que este las enredase en su cintura. La situación le recordó a la de hace días en el baño del centro comercial, solo que ahora nadie llegaría a salvarlo y el rizado no lo dejaría por las buenas.