Día 10

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-¿Puedo ya? -dijo Alec divetido.

-No,aun no.-Magnus lo guiaba, con las manos en su cintura.- Cuidado, hay unas escaleras.

Alec casi tropieza.

-Cuidado, te dije.

-Tonto.-masculló el ojiazul.- si me dejaras caminar sin los ojos vendados, creo que sería más fácil, ¿no?

Magnus rió. Alec sintió alboroto.

-¿Dónde estamos?

-Ya lo verás.-el moreno le quitó la venda de los ojos.

-¿Una feria? -Alec hizo una mueca- ¿No podríamos haber venido normal?

-Es que esto aún no es la sorpresa.

-¿Entonces? ¿Qué esperamos?-fruncio el ceño. De repente, esos ojos azules se perdieron detrás del hombro de Magnus.- ¡Ohhhh! ¡Yo quiero!

Fue corriendo hacia un pequeño carrito donde habían enormes algodones de azúcar.

-¿Todo eso te vas a comer?

-No, tú me vas a ayudar. Se que adoras el algodón de azúcar. -tomo un cacho del algodón rosa.- abre.- el moreno abrió la boca y recibió gustoso el caramelo.

-Bueno, vamos.-lo tomó de la mano y se lo llevó cerca de la noria.

-Hola Magnus. - saludó el hombre que cobraba las entradas.- te estaba esperando.

-Gracias, Jack.- Alec los miró, algo extrañado.- Vamos hermoso.

Lo empujó con prisas a la cabina, ese tal Jack les cerró la puerta.

-Disfruten del viaje.

Magnus le guiño un ojo.

-¿Qué pasa, Magnus? -el ojiazul lo miró frunciendo el ceño.

-No lo sé.- se encogió de hombros.- solo disfruta de las vistas.

Alec vio que estaban llegando a lo alto de la noria.

Magnus se sentó a lado del ojiazul. Tomó un trozo de algodón de azúcar y se lo metió a la boca. Tomó el mentón de Alec, y lo provocó a que le ayudara con ese trozo que sujetaba por los dientes. Sonrió y tomó de la otra punta, hasta llegar a los labios de Magnus.

-Esta es mi sorpresa...-Susurró Magnus.

-¿Sí? No me digas.

-Solo que tienes que mirar por la ventanilla y ahí estará.

La noria se paró, la cabina se balanceo un poco. Alec miró por ella, se veía la ciudad y un mantel oscuro, precioso, en el cielo; con miles de estrellas y media luna.

De repente algo a lo lejos, una bengala, subía recorriendo todo ese cielo teñido de azul marino.
Detrás, se sentía la sonrisa de Magnus. El petardo explotó. Pareció el más precioso del mundo, un instante, que duró eterno.

La sonrisa de Alec se agrando, y ese brillo en los ojos de pura ilusión. Y ahora el cielo iluminado con unas simples pero sentidas letras: "Siempre te voy a querer."


16 Días con él .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora