Alec abrió los ojos, los sentía pesados, tenía un vendaje en la cabeza. Tenía ganas de vomitar.
Miró a su alrededor, veía un poco borroso, estaba en una habitación ¿Qué había pasado?
Escuchaba las voces de sus hermanos a fuera.Se cruzó con la mirada de Magnus, estaba quieto, delante de la cama; se acercó y se sentó en la silla cerca.
Nunca había visto el rostro de Magnus tan pálido, nunca lo había visto tan mal, tan...triste.Por sus ojos rojos sabía que estuvo llorando. Magnus tomó la mano de Alec, estaba frío.
-¿Cuánto hace que estoy aquí? -susurró Alec.
-Desde ayer...Isabelle te encontró desmayado en tu cuarto...
-Vaya...
Magnus empezó a llorar. Quería abrazarlo, decirle que se quedara con él, que no se fuera. Lo quería, quería demasiado a Alec.
Alec tiró un poco de él y lo abrazó, Magnus le abrazó pero poco, no quería hacerle daño, no estaba bien, estaba frágil.
-¿Por qué lloras? -susurró, Magnus le miró a los ojos.
Apoyó su frente con la del ojiazul, aún seguía llorando.
-Mags...no llores, tendrías que estar feliz, de que estoy vivo.
-Lo sé...-Magnus trató de calmarse.- Pero...
-¿Pero?...Magnus, ¿Qué sucede?
-Alec...
-¿Dijo algo el doctor? -él asintió.- ¿Qué dijo?
-Joder...-se alejó un poco de él.- Esto es difícil....
-Magnus, nada puede estar peor...dímelo.
-Alexander, sí, sí lo está...-y de nuevo las lágrimas.- La operación no salió bien, y dijo que si vives es gracias a la conexión que tienes con la máquina...
Alec se quedó inmóvil, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero aún asi no dejó que ninguna se escapara. Lo que diría continuación dejaría helado a Magnus.
-Hey...ven aquí...-tomó la cara de Magnus entre sus manos y con sus dedos limpió las lágrimas.- No pasa nada, se veía venir...-suspiró, lo que diría a continuación terminaría por destruir al moreno.- Magnus, hazme un favor.
El moreno lo miró a los ojos y negó con la cabeza, sabía lo que pediría.- No puedes irte, Alec. No puedes dejarme solo, no aún.
-Magnus, escuchame...-le pidió Alec, entrelazando los dedos de las manos con las de él.- Vas a levantarte, vas a dejar de llorar y vas...-el moreno negaba rápidamente con la cabeza.- Vas a desconectar la máquina...y lo último que voy a ver antes de morir va a ser a ti, sonriendome.
Magnus quedó aún más perplejo, se alejó de golpe.
No podía ser verdad, que él, el amor de su vida, su todo...le estuviese pidiendo tal cosa. Negó con la cabeza.-Por favor...-suplicó Alec.
-No puedes pedir que te mate. -susurró el moreno.- Debe haber otra jodida solución...tú...Alexander, tú no puedes...
-Magnus, asumelo...-pidió el ojiazul, haciendo un ademán con la mano de que volviera. Él se sentó a su lado de nuevo y le acarició un costado de la cara.- Estoy muerto, esto ya no durará mucho más...acabalo tú.
-No, no puedes pedirme eso...-susurró.- Alexander, por favor...-sus pequeños ojos color verde/dorado se inundaron de nuevo, más lágrimas cayeron por su barbilla, ya no intentaba esconderse, las facciones en su cara se marcaban, él podía sentir todo el dolor que tenía Magnus encima.- Te amo tanto... Tanto...
Alec se inclinó un poco y besó sus labios, por última vez. Para siempre.
-Magnus...-le apretó la mano.- si alguien tiene que hacerlo, ese eres tú...ayúdame.
-Si tú mueres, yo también...
Alec empezó a llorar, intentando no hacer escándalo. Magnus le apartó las lagrimas con el pulgar, alzó la cabeza de Alec por la barbilla y lo miró, serio.
-Solo tiraré de los cables, si dejas que me vaya contigo.
-Nunca desearía tu muerte...-admitió el ojiazul.- no puedo darte el sí.
-Alexander, por favor...-el moreno agachó la vista, pero pronto volvió a mirarlo.- quiero estar junto a ti, para siempre. No puedes irte sin mí...
Alec apretó los labios, intentando no romper a llorar por enésima vez, lo abrazó fuerte. Magnus suspiró, seguidamente llenó sus pulmones con el aroma de Alec, no perfumes, no a champú.
Simplemente a él...a su amor, su príncipe, su niño. Se separó lentamente y fue a buscar algo a la bandolera. Alec apoyó la cabeza en la pared, sabía lo que buscaba.
Pronto volvió con ella, dejó a lado la jeringuilla que contenía una gran cantidad de insulina.
-Magnus...
-Shhh...-lo miró, mientras se subía la manga de la sudadera.- estoy seguro, quiero hacerlo...te vas, yo igual.
Alec miró hacia arriba, como si estuviese buscando algo. Como un milagro. ¿Enserio Magnus estaba haciendo eso por él?
-No puedes morir por mí...
-Tonto...-lo miró y le sonrió.- sabes que si te marchas solo...yo ya no tendría motivos para vivir...-tomó la jeringuilla y la clavó en su brazo, apretando.
Magnus apartó los cables de alarma del cuerpo de Alec y los dejó a un lado, se sentó en la silla a lado de él. Apoyó la cabeza en el abdomen de Alec, con la mano entrelazada a la de él y con la otra los cables.- En cuanto sienta que la sangre ya no corre por mis venas...-susurró con un poco de dificultad.- tiraré de ellos.
Alec asintió, si hablaba se iba a poner a llorar. Magnus estaba envuelto en una capa de sudor, le costaba respirar.
Sintió como apretaba su mano, dirigió la otra hacia el rostro de Magnus y lo acarició.
-Magnus...esto es una locura...-dijo el ojiazul entre sollozos.- no deberías...
-Ya está. -él lo miró, sonrió a pesar de todo.- El amor es locura, mi vida...sonrieme, quiero ver por última vez la sonrisa más preciosa del mundo.
Alec le hizo caso, a pesar de lo mojado que estaba de su mirada, sus mejillas, su barbilla.
-La volverás a ver dentro de nada.- le explicó él.- allá, arriba...disfrutaremos del reencuentro..-Magnus asintió ante sus palabras optimistas.
Sintió como la presión de la mano de él aflojaba. Miró a Magnus y tiró de los cables, descontandolo, Magnus lo miró.
-Te amo. -ambos susurraron.
Y una última sonrisa. Y una última mirada, y las respiraciones que se agotaban, el aire que no llegaba a los pulmones, la circulación irregular, la escasez de la sangre.
Y los dos corazones...que dejaron de latir.
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16 Días con él .
FanfictionAlec Lightwood de tan solo 17 años tiene un terrible accidente, perdiendo en el al amor de su vida... O eso es lo que creía. Magnus Bane, un chico muy extrovertido y siempre atento a las cosas y personas que le importan. >>Magnus y Alec, tiempo a...