Día 14

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Alec se terminó de cambiar, se miró al espejo, la verdad que adoraba como se le veían los vaqueros que había comprado.
Tomó su celular y sus gafas, salió de su habitación y fue hacía la cocina, dónde Maryse lo esperaba, lista para irse.

-Vamos.

-Claro.-Maryse le miró por encima de las gafas e intento sonreír, ella había cambiado, demasiado, para ser exactos, cada vez que miraba a Alec no podía lograr sonreír, no como antes, no desde que sabía que su hijo estaba...¿enfermo?

Su hijo, su niño, su precioso, su bebé de siempre, sufre, y mucho y ella no puede hacer nada. - Se nos hará tarde, vamos.- Tomó su bolso y las llaves de la camioneta, trato de no pensar más en ello, si no se pondría a llorar.

-Que te ves bien.-en el corredor estaba Jace mirando a su hermano, estaba arreglado, apunto de salir.- Pero tengo al hermano más hermoso, bueno no tanto como yo.

Alec rió.- Nadie tan guapo como tú...¿vendrás con mamá y conmigo?

-No, quedé con Clary...-le dió una palmada en la espalda.- Pásalo bien.

-No lo dudes.

Jace tampoco era el mismo desde entonces, él pensaba que el ojiazul no se daría cuenta, pero era el primero en hacerlo, era el primero en notar la tensión de su familia, el trato que le tenían; cada vez preguntando un "¿Estás bien?" que no podían aguantar en sus labios, pero no sabían que a Alec le dolía, recordarle su condición, cada minuto.

Quería que lo tratasen como alguien normal, como si no estuviera enfermo. No quería compasión, no quería la compasión de nadie, ni de sus hermanos, ni de sus padres. Quería ser igual que antes, como le gustaría regresar el tiempo.

Se sentía bien con Magnus, por que al menos lo trataba como él quería. Como los demás deberían, y no de una forma "especial"

*************

Maryse aparcó en uno de los lugares.

-Nunca habíamos ido ¿cierto? -miró a Alec.

-No, al menos no lo recuerdo.-Alec se inclinó hacia adelante y miró hacia arriba.- Es enorme.

-Vamos, cariño.- sonrió Maryse, saliendo de la camioneta, el ojiazul la siguió. Entraron al gran mall.

Guardó sus gafas y miró a su al rededor, una de las primeras tiendas le llamó la atención.
Maryse sonrió,entraron, le había recordado cuando era pequeño, y Alec le pedía un helado o algo que se le antojara, y el pequeño le tomaba de la ropa y señalaba la tienda en donde había visto aquello que le había llamado la atención. Alguien llamó a Alec.

-Alec, ¡Alec hermoso!

Se giraron.

-Oh, por dios, ¡Muero! -gritó una chica de cabellos rubios. Alec apretó los ojos.

-Lili...-era aquella chica de su antigua escuela.- Por favor, no grites.- dijo frotándose la cien.

-Oh, lo siento. -se puso un poco roja. Y el ojiazul sabía por que.- Que suerte encontrarte aquí...-dijo mirándolo a los ojos, y la verdad es que Alec seguía siendo muy guapo, tal vez podía intentar algo.

Maryse fue a ver otras prendas mientras su hijo hablaba con su amiga.

-Tanto tiempo...-Alec miraba a la rojiza chica.

-Sí...-se acomodó el cabello detrás de la oreja.- Y...¿tienes novia? -Alec sonrió algo incómodo, claro, Lili seguía enamorada de él.

-Emmm...no...pero...

-¡Genial!- en ese momento un chico venía pasando, Alec lo miró  ¿Sebastián? Regresó la mirada a Lili.-  ¿Podemos vernos otro día?

-Ehmmm...-no sabía que decirle, no quería ilusionarla. Volvió a ver al chico, no, no era él. Debía quitarse ese remordimiento. - Está bien...

**********

Unas cuantas bolsas en ambas manos, su madre estaba agotada. Habían dados vueltas por las cinco extensas plantas del mall. Eran las 4:30.

-Vamos a comer.

-Muero de hambre.

Llegaron a una pizzería y tomaron asiento.

-¿Qué te pareció está mañana de madre- hijo? - Maryse sonrió mientras tomaba una de las cartas.

-Estupenda.

El camarero se apresuró a tomar la orden. ¿Un par de napolittanas? No, mejor un buen plato de tortellinis o espaguetis a la carbona, como le gustaban a Alec.

-Espero que se vuelva a repetir pronto.-sonrió Alec.- hacia tiempo que no pasaba una mañana contigo.

Maryse cambió su semblante, sí, ojalá se pueda volver a repetir, y pudieran pasar una, y dos, y tres veces de tardes juntas. Pero por ahora, eso era imposible.

Por que ya no quedaban tardes. La bomba de relojería situada en el interior de Alec estaba echando cuenta atrás, y a esa cuenta atrás le quedaban menos de cuarenta y ocho horas.

16 Días con él .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora