Dos semanas después, la felicidad que había estado sintiendo, se convirtió en miedo, terror, sufrimiento. Pero diablos, ni siquiera lo mencionaba, porque no tenía derecho. No cuando era Sophie la que estaba postrada en aquella camilla, demasiado agotada y enferma, como para poder pararse.Dormía horas y horas. Solo para despertarse algunos minutos. El tiempo suficiente para decirme hola y luego, con un gesto de malestar, volver a quedarse dormida.
Claro que, había días y había otros. Bien podía despertarse más o menos bien, un día y terriblemente mal al siguiente. O podía ir un par de días en perfecto estado. Y luego venirse abajo, de un momento a otro, por tres días.
El cáncer hacía eso. El cáncer era una perra.
Primero mi madre y ahora Sophie. Tenía que ser una maldita broma. Es decir, ¿acaso estaba soñando, o algo así?
¿Por qué demonios la vida tenía que ser así conmigo?
Las dos personas que tanto amaba en aquel planeta tierra, arrancadas de mis dedos, por algo que nadie podía solucionar.
Si. Una estúpida broma.
El cuerpo de Sophie lucía increíblemente pequeño en aquella enorme camilla. Quizás fuera por el hecho de que ella, ya de por sí, era bastante pequeña y la camilla era demasiado grande. O quizás era porque había perdido tanto peso, que sus huesos sobresalían en su piel, de manera desgarradoramente dolorosa.
No era justo.
Hice una mueca, apartando la vista de ella, porque era demasiado para mi corazón.
Todo había estado bien un día -o lo mejor que podía estar, cuando ella estaba muriendo- y luego ya no.
La cuidaba todos los días. Realmente me había mudado a su habitación. No salía de ahí a menos que fuera estrictamente necesario. Y no me apartaba de su lado, sin importar lo que sucediera.
Pero, cuando decidí ir para buscar más ropa, solo dos benditos minutos. El mundo entero se fue al demonio. Cuando regresé a su casa, Sophie estaba desmayada, sangre saliendo por su nariz. Su madre desesperada, intentando estabilizarla. Y luego todo había sucedido en un completo borrón. La llamada a la clínica. La ambulancia. El cuarto.
Y así, estábamos en su habitación.
Su madre había ido a tomar un café al comedor, para poder mantenerse despierta algunas horas más. Yo, estaba despierto por la adrenalina. El saber que estaba cerca de perderla era lo que bastaba para mantenerme despierto y centrado en ella.
Mi vida se había limitado a simplemente ser parte de Sophie. No había nada que me importara más. Ni siquiera podía pensar en lo que sucedería después. Ni siquiera podía prepararme para ello. No había buscado universidad, aún. No sabía que iba a hacer por el resto de mi vida. En parte, porque sabía que nada sería igual, si no tenía a Sophie para hacer de mis días mejores.
La iba a extrañar.
Y no tenía idea de si podría sobrevivirlo.
Aparté mi vista de la camilla -a donde había estado mirando, de nuevo, sin darme cuenta- y miré hacia la puerta, que se acababa de abrir, para dejarme ver a mis amigos.
Danielle, Camille, Caleb, Jesse y Cole. Los cinco estaban mirándome, claramente queriendo saber si Sophie estaba despierta.
Suspiré y sacudí mi cabeza, a modo de respuesta, antes de ponerme de pie y encaminarme hacia ellos.
Los cinco habían visitado algunas veces, pero Sophie siempre parecía estar durmiendo, cuando ellos iban. De hecho, dormía casi todos los días. Así que no era como si tuvieran la oportunidad, en algún otro momento, de todas formas.
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Enamorado De Sophie
RomanceElla estaba escondiendo algo. Dalton Hayes ha estado enamorado de su mejor amiga, Sophie James, desde que cumplió los doce años. Ellos han sido inseparables desde el momento en que se conocieron. Pero ahora, algo amenaza con separarlos, ya no son so...