Capítulo Diecisiete

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No tenía ni la más mínima idea de cómo lo había logrado. Realmente no lo sabía. Habían pasado un mes y medio. Mi corazón estaba al borde del colapso. Y es que, sentía casi tanto dolor como el que había sentido cuando había perdido a mi madre.

De hecho, muy probablemente había perdido a Sophie también. Había sido estúpido, confesarle lo que sentía por ella. Una parte de mi sabía que aquello iba a suceder, es decir, no había otra razón posible para todas mis dudas. ¿Cierto?

De todas formas, ya no había vuelta atrás.

Había sobrevivido aquel mes y medio, pero la simple idea de ver a Sophie de nuevo, después de tanto tiempo, solo lograba acelerar mi corazón y hacer que el miedo se apoderara de mi.

Estaba en su cuarto. Su padre me había dejado entrar antes de irse a recogerla del aeropuerto. Me había sugerido que fuera con él a recoger tanto a Sophie como a su madre, pero yo había entrado en pánico.

Y lo odiaba. Odiaba sentirme tan asustado con respecto a Sophie. Nosotros siempre habíamos sido tan malditamente perfectos juntos. Y ahora temía el simple hecho de estar en la misma habitación que ella.

La quería de vuelta. Quería recuperar lo que había arruinado.

Me mantuve parado al lado de su ventana, desesperado por verla, y al mismo tiempo nervioso. Y no tardó en suceder, el momento en que su padre se estacionó frente a la casa.

Perdí la respiración, cuando la vi bajar del auto y sentí que mi corazón se aceleraba de inmediato.

Un mes y medio sin ella. Y el dolor era prácticamente palpable. Necesitaba tocarla, estar cerca de ella, al menos. Porque no podía más con aquel sufrimiento.

Y lucía tan distinta. Mucho más delgada, maldita sea. Demasiado delgada. Y sus ojos parecían increíblemente cansados. Llevaba puesto uno de mis gorros de lana y eso solo sirvió para hacer que mi corazón se volviera loco.

Estaba usando mi suéter, también. Y, de pronto, todos mis miedos comenzaron a esfumarse. Porque ella estaba usando mi ropa. Ella tenía que haberme extrañado, si era así. ¿Cierto?

Entonces no pude evitar fijarme en su cabello, increíblemente corto. Casi por encima de sus hombros. Y fruncí el ceño. Ella siempre había amado su cabello increíblemente largo. Y ahora, de pronto, lo llevaba increíblemente corto.

¿Qué había sucedido?

No tuve tiempo de pensar demasiado en ello, porque sus ojos viajaron hacia arriba, hacia su ventana, probablemente porque su padre ya le había dicho que yo la esperaba ahí.

Y retrocedí tan rápido que podría haberme caído.

Mi corazón martilleaba en mi pecho. Me estaba volviendo loco. Y no podía esperar más. Necesitaba tocarla. Tocarla de nuevo, al menos simplemente rodearla con mis brazos.

Lo que sea. Aceptaría lo que fuera.

Me senté sobre su cama y tomé una profunda respiración.

Hacía tiempo que no estaba ahí. Y el lugar me traía tantos buenos recuerdos. Tragué saliva al darme cuenta de donde se dirigían mis pensamientos. Hacia Sophie. Casi completamente desnuda, salvo por su ropa interior. Y yo, intentando no perder el juicio, porque le deseaba, tanto que dolía.

Sacudí la cabeza, apartando mis pensamientos lo mejor que pude, al tiempo que oía la puerta de la casa abriéndose.

La necesitaba. En ese instante. No podía esperar más. Necesitaba rodearla con mis brazos. Necesitaba simplemente estar cerca de ella. Si no mi corazón iba a seguir tan destrozado como lo había estado desde el momento en que ella salió corriendo de mi habitación, aquel día que le confesé lo que sentía por ella.

Enamorado De SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora