El Persa exclamo como si todos compartiremos los mismos conocimientos.
–¿De qué habla?– preguntó Raoul.
–En Persia, Erik construyó una cámara así para la Kanum, la madre del Shah.–
–¿Y qué sucede aquí?– la preocupación en la voz de Raoul era evidente.
–Solo una cosa debe saber, vizconde, nadie ha salido con vida de aquí.Me derrumbé de nuevo en lágrimas, Raoul iba a morir por mi culpa.
Sollocé lo más fuerte que mis doloridos pulmones permitieron.
–¿Christine, estas segura que no sabes nada acerca de la cámara?
Traté juntar recuerdos esperando averiguar algo.
Todo parecía confunso, había fragmentos borrosos de recuerdos que ahora eran demasiado dolorosos.
Entonces recordé la puerta oculta que no parecía estar ahora, debe estar bajo la cobija.–¡La puerta! ¡Hay una puerta que no sé que abra!
–Si se abre con puerta debe haber un interruptor por aquí.– aseguró Nadir.
–Christine, debes pedirle que te desate y llegar hasta la puerta.
–Yo..., no creo poder, está muy enojado, me odia...
–Debes intentar.., o..., moriremos aquí– dijo Raoul con desesperación evidente en su voz.Tensé mi cuerpo y volví a tratar frenéticamente de desatarme, no conseguí nada.
Me dejé caer en mi peso y comencé a oír pasos a lo lejos..., Erik había vuelto.–¡No hagan ruido!– espeté desesperada.
–¿Christine, por qué has gritado?– preguntó Erik cuando estaba de nuevo en la sala.
–Porque sufro Erik.– dije sollozando
–Parece que no has escuchado una sola palabra que te dije.
–No..., no..., las manos, ¿crees que puedas aflojarlas un poco?Erik dudo un momento y luego se agachó y soltó mis brazos, estos eran débiles y no me podían sostener al caer, así que me sostuvo él, posando ligeramente sus largas manos en mi hombros. Nos miramos el uno al otro con mucho dolor.
–Erik...– apenas pude susurrar.
–¿Habrán llegado nuestros invitados ya?– preguntó rompiendo el contacto visual, como si no me hubiese escuchado.
–No es posible..., no creo que lleguen, son demasiado descorteses.– me atreví a responderle revelando un nuevo nerviosismo en mi voz. Eso iba a delatarlos.Como si le hubiera costado mucho trabajo me soltó y se levantó dejándome en el suelo.
–¿Jamás te contado de mi cámara de los suplicios? Es una réplica exacta a la que le hice a la Kanum, era imposible tener satisfecha a esa mujer, pero lo logré y he construido otra exacta aquí, bajo la Ópera para que nadie irrumpiera en mi casa.– se volvió a mi, observandome de una manera que nunca había hecho, dejándome helada.
–¿Gustas asomarte?
Yo estaba quieta, muy quieta insuegura de responder, pero tal vez si decía que sí me abriría la puerta y ellos podrían salir de ahí.
Me levanté con mucha dificultad, acostumbrandome de nuevo a mis articulaciones débiles y temblorosas.
–Mueve un poco la cortina qu está a la izquierda y verás una pequeña ventana– me señaló con su mano derecha, obligándome a continuar.
Caminé con mucha dificultad y me acerqué con miedo. Moví literalmente la cortina con mis dedos temblorosos, me asomé sobre un pequeño recuadro y pude observar el cuarto hexagonal con paredes de espejos y adaptación de bosque. Además de los inquilinos dentro. El persa y Raoul.
Sus rostros eran de completo pánico. Raoul tenía el cabello pegado a su frente, sus ojos azules observaban la nada con incertidumbre.
Tragé saliva y regrese anonada a donde estaba Erik. No podía entender lo que mis ojos acababan de ver. ¿Qué les pasará ahí dentro?.
ESTÁS LEYENDO
The Angel of Music
RandomEl Ángel de la Música sería más que una historia llena de ilusiones y para una chica en particular, era una promesa. Llegar a terreno extraño, con la soledad de paso, una pérdida terrible y la falta de espíritu, era una terrible tragedia. En la Óp...