Capítulo 11: Vicomte Raoul

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-Ni creas que mi papel va a volver a ser tuyo pequeña zorra-
Me reclamó Carlotta al verme al día siguiente.

-No creo eso Prima Donna- le remarqué con indiferencia y burla.

-Recuerda que yo puedo pedirle a los directores que te hechen, ellos harán lo que sea por no perderme- se acercó a mí en forma amenazante. -A ellos no les importará que se largue una chiquilla sin talento-

-Por favor Carlotta, Christine es la mejor cantante que Ópera ha tenido- defendió Meg.

-¡Ja! No me has reír, esta niña no volverá a tener otro papel importante en su vida. Adios-

Estaba tan enojada, me llamó zorra y sin talento, maldita española de pacotilla, ¿por qué no se va a donde si la quieran?

-Christine...- me llamó Meg acercandose a mi como si tuviera miedo de hacerlo.

-No Meg, déjame- salí lo más rápido que pude hasta mi refugio, el lugar donde me sentía segura de todos.

Al entrar me encontré con mas flores de Raul, seguían igual de hermosas, no se había hecho feas con el pasar de las horas.
Agarré una y la observe, luego la volví a acomodar en su lugar.
Rechacé a mi compañero de la infancia.
Por miedo a que el Ángel me vuelva a dejar, pero no se ha hecho presente, si no es que ya se marchó.
Me senté en la silla de mi tocador aguantando el terrible dolor que sentía.

Tocaron a mi puerta
-¡Meg ahora no!-

No obtuve respuesta y volvió a tocar.

Me levanté para abrir la puerta y me encontré con un guapo joven de cabello claro.
Raoul.

Estaba dispuesta a cerrarle la puerta pero la detuvo y entró.

-Perdóname que entre así, pero vine a presentarme de nuevo...-
-¿Qué se te ofrece Raoul?- interrumpí.
Él me miró con sorpresa.
-Si me reconoces, ¿por qué te burlaste de mi por la noche?-
-Lo siento Raoul-
Bajé la cabeza y le abrí la puerta.
-Será mejor que te marches-
-Christine...- camino a hacia mí poniendome tan nerviosa. -¿por qué me rechazas?-
-No lo hago Raoul- mi miró incredulamente, lo consideré un momento.
Si lo rechazaba.

-Has vuelto después de tanto tiempo y el que estés presente me hace recordar a mi pobre padre, eres lo único que me queda de él-

En realidad el Ángel de la Música me lo ha enviado mi padre pero Raoul es el recuerdo físico, sabía que el me creería, no podía decirle que el Ángel me odiaría si no lo hago.

-Pequeña Lottie, no he vuelto a lastimarte con recuerdos, tu padre fue un gran hombre, pero ya no está-
-Lo sé Raoul, lo sé- me di la vuelta dándole la espalda -¿Cómo me encontraste?-
-Anoche que te escuché cantar supe que se trataba de ti, solo tu podrías cantar así-

Mi Ángel lo ha logrado...

-No podía perder la oportunidad de acercarme a ti-
-¿Qué opina Phillipe de que estés aquí?- se quedó callado. -No lo sabe ¿verdad?-
-Christine ahora no quiero lidiar con mi hermano, solo quería verte, he imaginado este momento desde que nos separamos-

Mi Raoul... me extrañó, todo este tiempo.
Tenía que detener esto antes de que me dijese más cosas que añoraba oír.

-Por favor Vizconde- abrí la puerta con fuerza nuevamente -marchese-
-Christine...-
-Hablo enserio Raoul-

Tenía una decepción terrible en la mirada, me removió hasta el último lugar de mi consciencia.

Perdóname...

Cuando se marchó me tiré al suelo a llorar, no podía ser que esto esté pasando, de un minuto a otro la vida es más complicada.

Qué terrible tortura rechazar a mi amigo al que he añorado la vida entera.
Sollozaba desconsoladamente.
Cuanto necesitaba un abrazo.
Si lo sigo pensando puede que salga corriendo a buscarlo.

Me quedé quieta en el suelo, respirando normalmente, la calma había vuelto a mi cuerpo.

Me comenzó a cantar, le oía perfectamente en mi oído. Cantaba para mí.
Mi Ángel amado, me calmaba con su dulce voz.
Me arrullaba como a un niño en brazos.
Estaba tan agradecida por eso.
Cerré los ojos mientras le escuchaba y me dejé llevar por su música.

Finamente se detuvo.
Sabía que diría algo acerca de Raul, tenía miedo de que me comenzara a gritar.

-Te prometo que Raoul no significa nada- dije con el mayor pesar de mi corazón -Es como un hermano para mi-
-Si no importara no lo habrías rechazado como lo has hecho-

Sonaba como un intenso reclamo.
Nunca podía ternerlo contento.

-¡Le amas!- gritó con el mayor desprecio de todos
-¡Por su puesto que no! ¡¿Cómo le puedo amar si tiene tanto tiempo que no lo veo?!-

Volteé a ver la foto de mi padre y recordé que era hora de volver a su tumba en Perros.
No quería ir sola, lo mejor podía ser invitar a Raul.
Si ya estamos enojados, hay que aprovechar.

-De hecho le pediré que vaya conmigo a Perros a visitar a mi padre.-
-Bien....- hizo una pausa que se sintió como la eternidad -Pero recuerda que no puedes librarte de mí, yo igual iré contigo-
-Perfecto- crucé los brazos sobre mi pecho, que descaro tenía este.

Mi Ángel se porta a veces como un hombre reclamando lo que le pertenece.

Reinó el silencio entre nosotros. Sabía que se había marchado.

Estaba tan consumida en mi ira y mi confusión que no me di cuenta de que Raoul escuchó la primera parte de nuestra conversación.

The Angel of MusicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora