Capítulo 23: Passé le point de non-retour

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Raoul se encargó de todos los preparativos y me dijo que terminando el espectáculo un coche nos estaría esperando.
Odiaba abandonar todo, pero era lo mejor, lo sabía.

–¿Vas a comprar un palco?–
–Ya lo compré, solo estaba disponible el 5.

Bajé la mirada con dolor.

–¿Él va a estar ahí?
–No tengo ni idea de lo que hará esta noche.

Me despedí de Raoul y estuve esperando en mi camerino, estaba muy nerviosa.
Faltaban unos minutos.
Me fui observando el lugar con nostalgia. Iba a dejar todo lo que conocía, pero no podía arrepentirme, no ahora.

Cuando me paré sobre el escenario observé a Raoul para estar tranquila pero, todo acabó cuando vi a la Carlotta. Estaba aquí como espectadora. El odio de su mirada era inmenso.

No te preocupes... es mi última presentación– pensé.

Comencé a cantar el aria muy tranquila, nada podía salir mal.

Todo pasó tan rápido, casi como un recuerdo.
Sonó una explosión y la gran araña del techo se desplomó haciendo todo añicos, quedamos en la completa oscuridad.
El pánico en la sala fue tan grande que la gente comenzó a correr.
Su brazo me rodeó por la cintura haciéndonos desaparecer con gran velocidad.
Yo estaba quieta, sabía con quién estaba, quien era mi captor.
Bajamos por los sótanos en silencio, no hice mínima señal de protesta.
Llegamos a la conocida casa del lago. Me dejó en la puerta de mi habitación, el vestido de novia estaba tendido sobre la cama.
Permanecí quieta. Lo único que pude hacer fue mirarlo a los ojos con desesperación.

–¡Pontelo!– ordenó, Erik.
–Erik..., por favor..., no...
–¡Insisto! ¡Pontelo! Debes estar adecuadamente vestida para recibir a nuestros invitados.
–¿Invitados?– pregunté sin comprender.
–A la boda, querida, testigos del crimen si prefieres, ahora has lo que te digo, te daré media hora para que te prepares para la recepción.

Al terminar cerró la puerta en mi cara con tranquilidad, déjandome encerrada en aquel cuarto.
No entendía nada, estaba tan tranquilo ¡demencialmente tranquilo!

Actuaba como si todo fuese normal, eso me asustó más que lo que estaba por venir.

Tenía miedo, comencé a ponerme el vestido que ya conocía. Desabrochando todos los broches y separando cada cordón logré entrar en el vestido y repetí el proceso al contrario.
De verdad era un vestido hermoso, pero la situación era del todo terrible.

Me senté en la cama dejando caer las lágrimas descontroladas de mis ojos.

Su música volvió a sonar, esta vez era música salvaje, explosiva, entraba con un crecendo intenso por mi oidos, sentí ganas de morirme.
Su música era cruel, era una tortura, lo peor es que así debían de escucharse sus pensamientos.

Ya no veo caso estar aquí en el mundo, jamás saldré de aquí, ahora me hará casarme por la fuerza, me encerrara toda una vida bajo tierra con él.

Imagine lo fácil que sería poner fin a esta cruel tortura, mi había nada filoso, busqué con la mirada en todas partes, pero mis ojos no encontraron nada.

Me quedé quieta, viendo la pared de roca, pensado en el terrible futuro que esperaba.

Una idea nadó en mi cabeza... ¿y si...? Me levanté y puse mis dedos sobre la pared, era lo suficientemente dura.

Dudando, comencé a azotar mi cabeza sobre la pared, al ritmo de su música asesina, del final de su Don Juan Triunfante.

El dolor en mi cabeza iba creciendo, más lágrimas brotaban.

The Angel of MusicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora