Capítulo 21: La tempête commence

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Se aproxima... yo lo sé... no es nada bueno, nada bueno, duermo muy intranquila, tres semanas bajo la casa de las Giry, viendo a Erik en las mañanas a Raoul en las noches, pero hay algo en la vibra que no está bien.

Esa noche no quise quedarme con Meg, le dije que prefería ir a casa.
Su madre y ella me insistieron pero no me convencerían.

Estaba en mi camerino, preparando mis cosas, esperaba a Erik, me iría con él.

–Christine– llamó Meg.
–Adelante amiga.
–El Vizconde te busca–  me dijo con confidencialidad.

Oh Raoul...

–¿Le has visto?
–Si, estaba con su hermano Philippe... Christine.– dudo si contunuar o no, yo volteé a verla
–He escuchado que se quiere casar contigo.

Me sorprendió que dijera eso, pero afligida, como si fuese una pena.

–¿De verdad?– dije fingiendo no saberlo, tratando de sonar sorprendida.

–¡Si! ¿Qué te parece?

Quería decir todo lo que sentía al respecto, que ansiaba poder darle una respuesta pero mi pelea interior no me lo permite.
Y... las paredes no engañan, él estaba aquí.

–No quiero casarme con él– dije con frialdad.
–Christine... de eso quería hablar, no puedo entender por qué.

Me volví a mirarla con seriedad.

–Meg, simplemente Raoul es de otro mundo, otro mundo al que yo no pertenezco y puede que nunca lo haga.

–Ningún tema te pone más molesta que el de Raoul de Chagny, y el matrimonio.

–Si, porque no puedo casarme con él, y no lo deseo de cualquier forma.

–Puedes creer que tus palabras me engañan pero hay algo que no. Cada vez que lo ves... en tus ojos hay una expresión de amor incondicional que nadie puede negar.

Meg... no... no continues...

–Meg, yo no...
–No trates de negarlo, Christine Daaé, crees que me engañas, pero no lo haces.

Me quedé quieta, presentía que no solo se refería a Raoul...

–Tu te traes algo más que solo tu negativa hacía el matrimonio con el Vizconde.

–¡Meg! ¡Si me caso con el lo voy a matar!– le grité antes de que dijera algo más tomandola de los dos brazos.

Sus hojos se abrieron como platos y se soltó de mí.

–¿¡Por qué dices eso!?

–Mi madre, mi padre, el profesor Valerius, Madame Valerius...
–¿En serio te estás culpando sus muertes?

Sabía que era ridículo pero, no podía decir que Erik en sus celos y su posesión le matarían.

Le di la espalda.

–Christine, eso se llama ciclo de vida, todos los seres vivos mueren, no es tu culpa.

–No Meg, pero Raoul, no puede estar conmigo, solo comprende eso por favor.

Me miró y se marchó indignada.

Yo estaba igual de enojada. Porque no podía decidir por mi misma, no podía, debía dejar que mi vida se moviera al ritmo de los demás, jamás al mío.

No escuché cuando Erik dio vuelta al espejo, él igual estaba enojado, está conversación con Meg había sido de lo peor, sí... Estaba muy enojado.

Bajamos em silencio, me agradaba volver a la casa del lago.

Él, como siempre, fue directo al órgano, soltando mil emociones en su música.
Yo estaba en el sofá. Pensé en alguna forma de tranquilizarlo, así que me acerqué sin miedo y le hablé:

The Angel of MusicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora