Capítulo 6: Case 5

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La voz era de lo más estricta, cada vez que fallaba me regañaba con su poderosa voz y su tono autoritario pero ni una sola vez en este mes me levanté con pesar para ensayar y aprender. Hacía  que mi alma volace y tocara la estrellas, sentía que era capaz de todo con oirlo cantar.
El conversatioro me había instruido mal y aquella voz me corregía, no iba tan mal para llevar un mes, creo que había mejorando bastante pero su exigencia me pedía más y más.
Me regañaba algunas veces con una fuerza que me asustaba y me hacía sentir que debía irme corriendo.
Esa mañana me sentía particularmente mal, un resfríado me asechaba y yo sabía que la voz se iba a enojar además porque llevaba diez minutos de retraso.
Entré corriendo y cerré la puerta, todo estaba tranquilo

–Llegas tarde– apreté los ojos esperando un enorme sermón de regaño –Sabes lo que dicho acerca de la puntualidad.

–Lo sé...– mi voz fue tan débil y penosa que me sentí averonzada.
–Lo sé.– Volví a repetir algo más fuerte, mi voz sonó rasposa.

–¿Qué sucede a tu voz?– sentí un grado de preocupación que le hizo rosar lo humano

–Creo que...– me aclaré la garganta.
–Cogeré un resfriado.

–No debes cantar con la voz así.

Sentí un breve alivio, me senté al poder descansar de aquel pesar que me había hecho tener miedo.

–Deberías volver a casa.

Su tono impaciente y exigente de siempre se fue y me hablaba tranquilo hasta su voz había resonado en toda la habitación y no solo en mis oídos.

–Creo que es mejor que me espere un rato... a qué... deje de hacer tanto frío.
Se quedó callado, yo sentía mis ojos cerrarse, debería recargarme sobre algo o iba a...
Me caí.
Caí al suelo desde la silla y eso me hizo reaccionar, ojala el Ángel no lo hubiese notado pero nunca se le pasaba nada, todo lo sabía.

–¡Niña torpe!

Su comentario me hubiera molestado tanto pero el lugar de eso me levanté y me eché a reir como una niña, sabía que se enojaría más y me regañaría pero estaba muy lejos de mi como para hacer otra cosa que eso.

–No sé que te parece tan gracioso, niña.– dijo con frialdad e indiferencia

Influenciada por la risa me atreví a decirle algo de lo que me arrepentí
–Siempre se oye tan enojado, tan autoritario ¿por qué no solo se relaja Ángel?

–¡Porque tengo que lidiar con tu indiciplina y tu falta de compromiso!–

Me enojó tanto que me dijera eso, sentía que me ardían la venas

–¡Jamás te fallado en estos 30 días!–  nunca le había hablado de tu, siempre lo trataba como un ser superior, no como mi igual.

–¡He seguido tus reglas, tus instrucciones! Hasta me he distanciado de Madame Valerius.–
La voz se me quebraba y antes de que el Ángel pudiese reprocharme  y yo derramara mis lágrimas, salí corriendo de ahí.
Fue la primera vez que lloraba por aquella voz, y sentía que no sería la última.

Llegué con Madame Valerius buscando su consuelo.

–Tranquila niña, la voz solo quiere lo mejor para ti, quiere educarte y dotarte de una voz angelical, no debes sufrir.

Yo no creía tanto en las palabras de Madame Valerius, al pensar en mi Ángel recordé que Lucifer alguna vez fue uno, hasta que lo expulsaron.
¡No! No podía ser que pensara así de mi mentor, mandado por mi padre, que mal agradecida soy.

A la mañana siguente regresé desde muy temprano a la Ópera, pero antes de irme a mi camerino me pasee por el escenario y recordé la primera vez que hablé con Meg Giry:

¡Vamos, no pasa nada!– ella se fue corriendo al escenario.
Si nos encuentran aquí nos van a regañar.– dije con pena.
Tranquila Christine Daaé, no pasa nada– dijo riéndose. –Nadie está por aquí. ¡lo único podría ser el fantasma!

Otra vez el cuento del fantasma, pensé rodando los ojos.

¡No crees en el fantasma!– me dijo con tono de reclamo.
Prefiero evitarme la pena.
¡Christine! El fantasma es real, mi madre ha hablado con él, desde el palco número 5, es su palco, los directores nunca lo ofrecen al público. Nadie quiere provocar la ira del fantasma.– hizo una pausa y luego me volvió a regañar al notar mi mirada. –¡¿Por Qué no me crees?!
Porque tengo el presentimiento de que si te creo terminaré en un manicomio.
–Es real Christine, además tiene influencia con los directores, puede conseguirte lo que sea– se quedó callada pensado. –Igual es muy generoso, a mi madre le ha ayudado mucho, incluso a mí.
Increíble.

Me volteé y puse los ojos en blanco, así dejaría de tratar que de convencerme.

Por primera vez me ganó la curiosidad acerca del fantasma y decidí ir al palco número 5.

The Angel of MusicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora