Parte 4

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─ Elsa, déjame explicarte ─ Anna estaba sumamente apenada ─ No pasó lo que estás pensando...

─ Anna, entra y ponte algo de ropa por favor ─ asintió con la cabeza y entró de nuevo a la habitación, la imagen que se formó en mi mente en ese momento me hizo sentir aún peor, y es que no podía evitar sentirme admirada por el increíble cuerpo que tenía Anna, su hermosa, suave y blanca espalda cubierta de pequeñas pecas, sus caderas...

─ Reina Elsa, si me permite explicarle... ─ la voz de Kristoff, la voz que menos deseaba escuchar en ese momento me sacó de mis pensamientos, el chico se había vestido y salido a mi encuentro ─ yo sé que lo que vio puede resultar muy obvio, pero en realidad no hacíamos nada aún, y sé que debemos esperar al matrimonio, pero las cosas se salieron de control...

─ Le faltaste al respeto a nuestro hogar ─ no lo dejé seguir con su explicación ─ traicionaste mi confianza, le faltaste al respeto a mi hermana...

─ Elsa, Kristoff no hizo nada con lo que yo no estuviera de acuerdo, y ambos somos adultos, no veo porqué... ─ intentó defenderse Anna

─ Después hablaré contigo, Anna ─ estaba furiosa, la sangre me hervía de celos y cada palabra me alteraba más, el frío en el pasillo debía ser insoportable para ellos ─ Kristoff, quiero que te vayas ahora mismo de esta casa y no vuelvas sino hasta la boda ─ el pobre estaba tan asustado que no hizo nada más que asentir con la cabeza y salir corriendo ─ buen viaje ─ agregué con ironía.

─ Elsa... ─ mi hermana también estaba muerta de miedo, o de frío, no lo sé, temblaba abrazándose a sí misma, traté de deshacerme del hielo que lo cubría todo, pero estaba demasiado alterada ─ Elsa... es verdad lo que dije, no pasó nada, o sea, sí nos besábamos, y estábamos medio desnudos, pero nunca habíamos llegado tan lejos, siempre me acobardo en cuanto quiere sacarme la ropa, aunque esta vez fue diferente, supongo que si no nos hubieras descubierto...

─ Anna, no estoy de humor en este momento, vete a la cama y duérmete ─ dije llevándome las manos a la cabeza con desesperación, odiaba perder el control.

─ Elsa, no podré dormir sabiendo que estás molesta conmigo ─ el nudo en la garganta con el que pronunció esas palabras me estremeció, no sabía qué hacer, estaba muy molesta, pero no con ella, ni siquiera con Kristoff, estaba molesta conmigo misma, por perder el control de mis poderes de nuevo, por no poder controlar mis celos, por no ser yo quien estuviera en lugar de Kristoff hace unos minutos, no sabía qué hacer, así que la abracé, el abrazo la tomó por sorpresa, pero recargó su cabeza sobre mi hombro y rodeó mi torso con sus brazos, poco a poco y sin darnos cuenta la temperatura fue normalizándose y el hielo desapareciendo.

─ Lo siento ─ murmuré sin deshacer el abrazo ─ no debí reaccionar así...

─ Está bien, no pasa nada ─ la tranquilidad en su voz calmaba mi corazón ─ tal vez llegaste justo en ese momento porque así debía ser, tal vez me salvaste de hacer algo para lo que no estoy lista aun, algo de lo que después me arrepentiría.

Nos quedamos abrazadas varios minutos, hasta que el hielo de deshizo por completo y Anna ya no temblaba.

─ ¿Sabes qué tenemos mucho tiempo sin hacer? ─ me preguntó Anna con una hermosa luz en su mirada, la miré inquisitiva ─ ¡Dormir juntas!

Casi me da un infarto cuando lo dijo, sonreí insegura, pero Anna insistió, no dejándome más remedio que aceptar.

─ Pero en mi habitación ─ aclaré cuando empezó a saltar de felicidad ─ no creo que pueda volver a ver está habitación igual, me lanzó una mirada severa y luego sonrió, tomó su camisón, su almohada favorita, y fuimos a mi habitación.

─ ¡Elsa! ¿Qué pasó? Vi a Kristoff salir corriendo del castillo ─ pregunta Olaf en cuanto nos vio entrar.

─ Bueno, verás... quizás alguien nos sorprendió haciendo algo que no debíamos estar haciendo ─ explicaba Anna apenada ─ lo regañó un poco, lo asustó y lo corrió.

─ Vaya, no sé qué decir ─ dijo Olaf completamente sorprendido, me lanzó una mirada que parecía querer decir "¿Estás bien?", yo asentí levemente con la cabeza ─ ¿Y esa almohada? ¿Dormirás aquí?

─ Sí, desde que éramos niñas no compartimos la habitación ─ respondió Anna emocionada ─ tenemos tanto de que platicar, ¿Sabías que Elsa está enamorada?

─ Bueno, sí, ya me había comentado algo y pedido consejos, sabes que soy un experto en el amor ─ contestó presumiendo mientras se paseaba por la habitación. Lo miré dando a entender que necesitábamos algo de privacidad, él lo entendió ─ creo que debería irme, duerman bien.

Olaf salió de la habitación dejando un silencio incomodo entra nosotras. Miré por la ventana para disimular mi nerviosismo, definitivamente Anna preguntaría acerca de mi enamorada, decidí adelantarme y sacar un tema incómodo y arriesgado, pero que me libraría de sus preguntas.

─ Anna, sé que mamá ya debió hablar de esto contigo ─ dije aclarándome la garganta ─ pero debes saber que tener relaciones sexuales con alguien es un paso muy importante, sé que Kristoff y tú se van a casar y es algo que pasará tarde o temprano ─ dije con pesar ─ pero quiero que cuando llegue ese momento sea porque tú así lo quieres y no porque tengas que hacerlo.

─ ¿Sabes? A veces imagino como será ese momento, y pienso que será algo mágico, especial, romántico y único, una noche especial e inolvidable ─ cuando volteé a verla, Anna ya estaba metida en la cama, hablando mientras miraba el techo ─ y Kristoff siempre es dulce y gentil conmigo, pero... no siento esa magia, y se supone que debería sentirla ¿no? Es decir, vamos a casarnos y lo amo, pero no siento... ese amor incontrolable del que hablabas, no sé, supongo que vendrá con el tiempo, cuando estemos casados y eso.

Me le quedé mirando, nunca habíamos hablado de lo que sentía por él, cuando me dijo que empezaron a salir supuse que estaba enamorada de él en serio, porque esta vez no quiso casarse con él nada más conocerlo, y se tomaron su tiempo, tuvieron algunas citas y un tiempo después de que empezaron a salir Kristoff vino a pedirme la mano de Anna, le pregunté si estaba segura de querer casarse con él, pero nunca le pregunté si estaba segura de que él era el amor de su vida.

─ Anna ¿Kristoff es tu amor de verdad? ¿Estás segura de que él es la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida? ─ le pregunté metiéndome en la cama también.

─ Sí, supongo, es mi mejor amigo, y siempre está cuidándome, es guapo y divertido, y él me ama... es sólo que lo que dijiste me dejó pensando, ¿Por qué no siento un amor tan intenso por él? No lo sé, sé que es estúpido pensar en esto a días de la boda, pero bueno, supongo que no todos amamos igual ¿no? Algunos tenemos una manera menos dramática, tal vez porque siempre lo tuvimos fácil, porque no hubo obstáculos que vencer...

─ Creo que cuando el amor es verdadero no hay dudas, lo sabes, estás completamente segura de que esa es la persona con la que quieres estar para siempre, sabes, sin tener que pensarlo, que esa persona es la que mueve tu mundo, no importa si todo es fácil, o si está lleno de obstáculos, el amor de verdad no se medita, no se piensa, sólo... sólo se siente.

Anna no dijo nada, sólo me miró y sonrió. Le tomó segundos quedarse dormida, se veía tan hermosa, y aunque parezca difícil de creer esa noche no hubo asomo de deseo ni pasión, me dediqué a mirarla dormir, a cautivarme con su belleza, a divertirme con las tonterías que decía dormida, a sonreír cada que ponía una mueca graciosa en sueños, a contar las pecas de sus mejillas tratando de conciliar el sueño, esa noche comprendí lo que es el amor de verdad, amar todos y cada uno de los detalles de esa persona. Y esa noche, no dormí nada.

Tormenta DesatadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora