Parte 18

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GEORGINA POV:

¿No es sorprendente lo maravillosa que puede llegar a ser la vida? Como cuando el sol radiante se cuela por tu ventana, y la mujer que amas está a tu lado, aun duerme, y se ve totalmente hermosa. Sonreí ampliamente al recordar la noche anterior, quería gritar de emoción, salir corriendo y gritarle a todo el mundo que estaba enamorada, pero claro que esa era una terrible idea, sólo traería problemas, pero eso no quería decir que no pudiera disfrutar de este amor en privado.

Deslicé las sabanas suavemente para dejar al descubierto el cuerpo de Elsa, su blanca espalda se reveló frente a mí, la besé en el hombro, luego en el cuello...

─ Anna... ─ murmuró Elsa en sueños ─ Anna detente...

Me detuve, ¿Por qué había dicho el nombre de su hermana? ¿Sería que estaba soñando con ella? Preferí no pensar en ello y decidí despertarla.

─ Elsa... despierta... ─ susurré en su oído, ella se removió un poco en la cama y abrió los ojos ─ Buenos días, Su Majestad ─sonreí, Elsa me miró un poco confundida, recorrió la habitación con la mirada y luego regresó su mirada a mi rostro.

─ Buenos días ─ respondió sonriendo, incorporándose ─ disculpa, por un momento no sabía dónde estaba.

─ ¿Tan poco impacto causé anoche? ─ le pregunté fingiendo una cara de disgusto.

─ Causaste un gran impacto anoche ─ murmuró mordiéndose juguetonamente el labio ─ es más, me gustaría que me impactaras igual ahora mismo...

ANNA POV:

*El castillo de hielo de Elsa tenía una habitación secreta, a la que sólo podía entrar ella, pero de algún modo me las ingenié para colarme dentro y ver qué escondía. Cuando por fin lo vi no podía creerlo, varias esculturas, unas diez, adornaban media habitación. La mayoría de ellas me mostraban a mí, sonriendo, cocinando, patinando, jugando con nieve, pero hubo una en especial que captó mi atención, porque no era sólo yo, éramos Elsa y yo, en la escultura estábamos frente a frente, tomadas de las manos y mirándonos a los ojos, con una mirada tan intensa, tan realista, que parecía que la escultura tenía alma, el amor con el que nos mirábamos me hizo sentir una oleada de paz, como un cálido y tranquilizador abrazo.

─ ¡Anna! ¿Qué estás haciendo aquí? ─ Elsa había regresado a su castillo, y me miraba completamente alarmada.

─ Yo... yo... sólo quería... ¿Tú las hiciste? ─ le pregunté señalando las esculturas, ella asintió levemente, completamente sonrojada ─ son maravillosas, Elsa, me encantan. Esta es mi favorita ─ dije tomándola de la mano y llevándola hasta la escultura de las dos ─ Es preciosa, los ojos... transmiten tanto amor.

─ ¿No te parece raro? ─ me preguntó tímidamente ─ ¿Qué en esa escultura nos miremos con tanto amor?

─ Claro que no... ─ dudé un poco en decir las siguientes palabras, pero finalmente lo hice ─ Tú me amas ¿verdad? Y no hablo de que me ames porque eres mi hermana mayor, o porque te salvé la vida, hablo de que me amas, tú sabes... como mujer.

─ Yo... ─ Elsa había enrojecido por completo y las manos le temblaban notablemente ─ Anna... sí, te amo

No la dejé terminar, la besé en los labios justo en ese momento, sus ojos se abrieron sorprendidos, pero un segundo después sus labios reaccionaron y respondieron a mi beso, mientras sus manos rodeaban mi cintura. *

─ Su Majestad, ¿Está despierta? ─ la voz de uno de los empleados me despertó, abrí los ojos molesta, ¿no podía seguir soñando un rato más?

Tormenta DesatadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora