Parte 35

1.4K 99 5
                                        


ELSA POV:

"Y como si tuvieran vida propia, uno a uno, los pétalos empezaron a caer, revoloteando por todo el bosque, marcándome el camino que debía seguir mi corazón. Y esa vez no tuve miedo. Claro, estaba nervioso, la había buscado por todo el reino, con el único recuerdo del verde de sus ojos. Una mirada era lo único que tenía como referencia, pero sus ojos se habían clavado en los míos con tal calidez que tenía que encontrarla para saber por qué mi corazón se descontrolaba cada vez que recordaba esos lindos ojos verdes. Seguí los pequeños pétalos blancos por todo el sendero, y entonces la vi. Se mecía delicadamente en un viejo columpio de cuerda, mientras tarareaba una canción, y sus ojos esmeraldas se cruzaron nuevamente con los míos, me bastó mirarla una segunda vez para saber que era el amor de mi vida..."

Suspiré con emoción. ¿Estaría la siguiente pista en el bosque? Guardé la nota junto a las otras 19, caminaba por el pasillo rumbo a la salida cuando lo recordé. El columpio en el jardín de mamá. La siguiente pista no estaba en el bosque, estaba en el jardín. Me sentía conmovida, cada una de las pistas estaba compuesta por un fragmento de alguna novela romántica, y cada una representaba algún lugar, ya había visitado la biblioteca, mi oficina, la bodega, la habitación de Anna... esta era la primera pista fuera del castillo, y probablemente la última del juego, pues las nubes anaranjadas y el sol a punto de ocultarse anunciaban la pronta llegada de la noche. Corrí hacia el jardín, más que nunca, tenía ganas de abrazar a Anna.

El jardín de mamá era un lugar un tanto apartado del castillo, cercado por un muro de arbustos, al que únicamente tenía acceso ella, papá y nosotras. Mamá sentía ese jardín como el único lugar donde ellos no eran los reyes, ni nosotras princesas, éramos una familia normal, cuidando el jardín, columpiándonos, tomando el almuerzo al aire libre. Cuando ella murió Anna contrató un jardinero, aunque muchas veces ella misma se encargaba de todo. Tal como imaginé, nadie rondaba los alrededores del jardín, pero ya al acercarme escuchaba el murmullo de la música y a Anna tararear una canción.

Cuando entré la vi, columpiándose y cantando, tal como en el fragmento del libro, sus ojos verdes me miraron y sonrío. En la mesa estaba todo listo para una merienda, además había llevado un tocadiscos, y la suave luz de varias decenas de velas iluminaban alrededor.

─ ¡Sorpresa! ─ dijo bajando del columpio de un salto, directo hacia mis brazos.

─ ¡Anna! ─ sonreí y la abracé con fuerza ─ esto es hermoso, es tan... no tengo palabras ─ le dije sin soltarla ─ Me encanta, es lo más lindo que ha hecho alguien por mí.

─ Elsa, tú te mereces que te demuestre mi amor de cualquier manera posible ─ se separó un poco de mi para mirarme a los ojos ─ Te amo, completa, absolutamente te amo. Sé que los últimos días dirigí todo hacia el sexo, porque bueno, me encanta. Pero quiero que sepas que es mucho más que eso. Todo este tiempo, esperando encontrar al amor de mi vida, soñando con encontrar a esa persona de ensueño, la que hiciera latir mi corazón y me hiciera sentir todo lo que describían mis novelas favoritas... y yo sin darme cuenta de que siempre estuviste frente a mí, y sin darme cuenta de que me amabas incluso antes de que yo descubriera que te amaba. A veces pienso que tal vez hubiera sido lindo descubrirlo antes, pero otras, estoy segura de que pasó en el momento exacto, porque de otro modo no podría amarte con la intensidad que ahora lo hago, sólo me dejaría amar, que era lo que en ese momento quería, pero sin entregarme por completo.

─ Te amo ─ respondí, me había quedado sin palabras ─ No tengo más que decir, te amo, te he amado, y te amaré, sin importar qué.

Al fin junté mis labios con los suyos, en un beso dulce y suave, sin prisas ni presiones, sin acalorados esfuerzos por quitarnos la ropa. La besé desde el alma y con el corazón. Pero había trabajado todo la mañana y parte de la tarde, iba a comer algo cuando me encontré la nota de Anna, así que, sin poder evitarlo, mi estomago gruñó. El beso se vio interrumpido por la risa de Anna, yo también me reí.

Tormenta DesatadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora