Capítulo 3 "Taxi de Las Hermanas Grises"

137 15 52
                                    

-¿Qué pasó? -preguntó Rachel, tras salir del trance.

Siempre era así, cada vez que hacía una profecía, nunca se acordaba.

-¿Qué te importa, traidora? Yo me largo de aquí, ya vengo a lo que venía, adiós -digo, enfadada. Dirigiendome hacia las escaleras.

-¡Espera! -me frenó Rachel-. ¿Me dejas explicarte como sucedieron los hechos?

-¿Explicarme quieres? -me burlé-. ¿Ahora, después de que estuvieron engañándome? Cuanto tiempo quizás haciendo esas asquerosidades, ¡me dan asco!

-3 meses.

-¿Qué?

-3 meses -dijo con calma.

-¿Así que llevan 3 meses engañándome, viéndome la cara de estúpida? ¡No lo puedo creer!

-Calmate, Annabeth. Por favor, dejame explicarte...

-¡Explicar nada! ¡Tuvieron 3 meses para hacerlo, pero no lo hicieron! ¿No creen que ya es demasiado tarde? ¿Qué dañaron el corazón de una semidiosa? ¿Qué no pensaron? ¿Acaso no les importó que podría romperme el corazón? ¡No, solo pensaron en ustedes! ¡Malditos egoístas! -comencé a llorar-. ¡No pensaron en lo que me haría sufrir, y no quiero explicaciones tuyas ni mucho menos de Percy! ¡Los odio a ambos, los odio! Yo me marcho de este lugar, ¿de que sirve quedarse? ¡Si nadie piensa en que me puede lastimar! -me fui corriendo escaleras arriba.

-¡Annabeth, espera! -alcancé a oír que decía esa hipócrita.

No quería escucharla, a ella ni a nadie. Solo quería irme, quería desaparecer de ese lugar. Quería desaparecer el dolor, no quería que me doliera tanto, pero lo hacía. Y era lo que más odiaba.

Al llegar las chicas me miraron que preocupación.

-Annie, ¿qué pasó? -preguntó una preocupada Piper.

-Hey, Annie. Sabes que puedes contarnos lo que quieras. Confía en nosotras, por favor -dijo Hazel.

-Confio en ustedes chicas, pero quiero estar sola. Quiero irme de este lugar, ¡no quiero seguir aquí! -comencé a llorar desesperadamente-. ¡Me quiero ir, ya no lo aguanto más! -comencé a gritar desesperadamente, mientras nas chicas me abrazaban-. Me quiero ir -dije más calmadamente, entre sollozos y más sollozos.

-Annie, tranquila. Te dejaremos ir, pero sabes que puedes contar con nosotras, ¿no? -dijo Piper, tenía un don con las palabras. Claro, su don era el embrujahabla, que consistía prácticamente en eso, siempre decía las palabras correctas.

-Las llamaré chicas, no se preocupen.

Nos fuimos a la Casa Grande, donde nos esperaba Quirón.

-¿Y, bien? ¿Cómo te fue?

Le dí una mirada llena de furia.

-¡Horrible! ¿Para qué me hiciste bajar ahí, eh? ¡¿Para qué?! -le dije como toda una histérica.

¿Es qué acaso lo hizo a propósito? ¡Sí, el tenía que saber! ¡Era Quirón, lo sabía todo! De seguro para eso me mandó al sótano. Lo odiaba.

-¡Annabeth, basta! -me paró Piper.

Entonces recobré en sentido. ¿Cómo iba a saber él? Es que estaba tan sensible por lo sucedido, que reaccionaba mal con todos.

-Perdón, Quirón. No fue tu culpa, yo...

-No te preocupes -me cortó-. Ahora, ¿te quieres ir? Bien, dime que te dijo el oráculo y veremos su te doy una misión.

No estaba nerviosa, allí mismo decía "misión". Incluso tenía la sensación de que era la siguiente gran profecía. ¿Pero por qué yo? Se que Atenea es la mejor diosa, ¿pero desde cuando le tomaban tanta importancia para hacerle una profecía? Tal vez se dieron cuenta que la vida había sido muy injusta conmigo, y decidieron dejarme protagonizar mi propia misión. ¡Genial! Era lo único bueno.

Annabeth Chase y el Gran Viaje a GreciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora