❇ 1: Las calles de Busan ❇

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* Narra Jimin *

Siempre estuve conciente de que mi madre nunca me quiso, pero nunca quise aceptarlo.

Era tan sólo un crío de cinco años cuando ella me dejó en el basurero municipal de Busan. Yo no sabía cómo regresar a casa o algún lugar conocido, me quedé con la finta de que mi abuela llegaría por mí, pero mi madre me mintió.

No piensen que odio a mi madre, mi madre me cuidó bastante a pesar de que le molestara tenerme cerca de ella. Y, aunque suene malo vivir en un basurero... Al final no lo es tanto.

Tengo unos amigos que son muy fieles y que también viven en el basurero. Ellos se llaman Apestoso, Peque, Jina y Manchas. Son cuatro perros que siempre me siguen y juegan conmigo, incluso el primer día que llegué, ellos me recibieron con calidéz. Yo voy a buscar comida para los cinco, mientras que ellos me esperan en el basurero, a salvo de todos los riesgos de la gran ciudad de Busan.

También tengo unos cuantos amigos que recogen la basura o cuidan el basurero. A veces ellos me dan algo de comida, o cobijas, e incluso me regalan dinero para que lo gaste en juegos o dulces... Pero yo lo guardo para en un futuro tener una casa gigante con mis cuatro perros y tal vez una linda novia.

Un día, iba caminando por una calle que estaba cerca de un parque buscando comida para Apestoso, Peque, Jina, Manchas y para mí, pero la música me llamó un poco antes de llegar al parque. Fui corriendo y vi a unas cuantas personas rodeando a alguien. Me escabuyí entre la pequeña multitud de personas y llegué hasta el frente.

Vi a un chico alto y unos diez años mayor que yo. Tenía una capucha y un pantalón holgado, junto con unas zapatillas muy geniales. El chico se movía al ritmo de la música, bailando a veces tan agresivamente y otras veces con más delicadeza. Al momento en que lo vi, fui hasta él caminando inconcientemente. El chico se dio cuenta de mi presencia y detuvo su baile.

- ¿Qué pasa, pequeño? - dijo con una voz suave y unos ojos que mostraban piedad.

- Baila muy bien, señor - dije admirando a aquel chico que bailaba tan perfectamente hace un rato. El chico rió y sacudió mi cabello.

- Gracias, pequeñín. ¿de dónde vienes que estás tan sucio?

- Yo... Bueno, yo vivo en el basurero... - dije con vergüenza de mí mismo. La gente hizo un gesto de asombro y otros de compasión.

- Ya veo... ¿quieres que te enseñe a bailar? - dijo aquél muchacho y sin dudar respondí con mucha emoción un "Sí".

La gente se fue alejando después de que el chico me comenzó a enseñar a bailar. Yo me desesperaba un poco porque no tenía mucha coordinación, pero el muchacho me motivaba y me ayudaba a que lograra poco a poco tener más coordinación.

Recuerdo que ése día llegué muy tarde a casa... Por así decirlo. Pero tenía un nuevo amigo, quien me dio comida y clases de baile gratis... ¡Eso sí era un amigo!

Pasaron muchos meses... Creo que hasta algunos años, pero de lo que estoy seguro es que me fui convirtiendo en un bailarín gracias a Bae, el chico que me enseñó a bailar... Bueno, no sólo a bailar, si no a amar el baile.

Aunque... Bae se tuvo que ir cuando yo tenía diez años...

Me dijo que él ya tenía que trabajar ya que su madre estaba muy enferma, pero me dio algo de recuerdo, su genial sudadera que traía la primera vez que lo vi bailar. Me quedaba algo grande, pero era muy cómoda.

Me sentí un poco solo cuando Bae se fue, pero al menos ya sabía cómo conseguir dinero para mantener a mi familia... Familia...

Cuando pensé eso, recordé a mi padre. Él siempre decía que debía mantener a su familia... A nosotros. Él se iba a trabajar desde las seis de la mañana y regresaba a las once de la noche. Siempre traía mucho dinero a casa, ni siquiera lo podía contar con mis dedos, pero a mi madre no le parecía suficiente. A veces discutían por el dinero, aunque otras ellos festejaban. De verdad que los extraño. Extraño a mi madre y sus dulces caricias para que durmiera. Extraño a mi padre, quien jugaba conmigo los fines de semana, o cuando él no iba a trabajar. Extraño a la abuela y sus comidas caseras. Pero... No sé cómo volver a casa... Y, aunque supiera, mamá no me dejaría entrar...

🌹 Mi Pequeño Pies Ligeros 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora