Capítulo 29 - Isla del encanto.

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Carol

Tres días habían pasado y yo aún era incapaz de creerlo. ¿Cómo era que el tiempo pasaba tan rápido? Tal vez la emoción de estar aquí, junto a la diversión y la alegría que proporciona esta isla haya hecho el tiempo más corto.

Al segundo día fuimos a la montaña para poder llegar hasta un globo aerostático donde los gemelos quedaron tan fascinados como yo. Aunque debo decirlo, en un principio el pánico me invadió y pensé en aventarme del globo.

Cuando salimos de allí fuimos a uno de los restaurantes aledaños a la zona donde la especialidad es la comida criolla, típica de ésta isla, debo decir que es muy sabrosa hasta el punto de preferirla antes que cualquier hamburger o algo parecido.

El restaurante con buena música: la salsa, hizo bailar a todos en aquel lugar, menos a mi. Fue entonces cuando recordaron que yo era una extranjera en aquel terruño y decidieron darme una que otra clase de salsa. Ese día fue uno bastante ocupado y divertido, me encantó.

El tercer día decidimos tomarlo con más calma, siguiendo el itinerario fuimos a la capital a un lugar histórico y muy lindo; El Castillo San Felipe del Morro. Fue un día para compartir en familia, justo como nunca había hecho. Volar "chiringas", comprar helados de diferentes sabores, una foto en la garita, una con la bandera y unas cuantas más con mi falso prometido fue solo parte de lo que hicimos allí. Además de dar un paseo por las calles llenas de adoquines y con infraestructura española en donde un hombre con su saxofón nos deleitaba con su música, simplemente increíble.

Hoy nos habíamos levantado lo suficientemente temprano como para que el día no se quedara corto. Según me había comentado Azul (la novia de James) iríamos al norte donde había mucho que ver.

- ¿Lista para La Cueva del Indio? - inquiere Jeff al apagar el motor.

Asiento sonriente y bajamos de la camioneta familiar rumbo a una nueva aventura.

Antes de llegar aquí fuimos a ver el radiotelescopio más grande del mundo, luego fuimos a Cueva Ventana; un lugar hermoso con vista espectacular. Consiste en caminar hasta una cabaña, por así decirlo, donde te proporcionarán equipo de seguridad luego un guía bilingüe dará el recorrido junto al grupo de turistas o personas que estén haciendo turismo interno. Luego con algo de agilidad entrarás a una de las tres cuevas llenas de murciélagos, estalactitas y estalagmitas (creo que así se dice, o eso fue lo que entendí). Al llegar al final de la cueva luego de un rato podrás ver la "ventana" de la cueva que deja ver un hermoso paisaje de montañas, un gran río, hermoso verdor y el cielo siempre nítido.

- Espero que estés preparada para esto. - miro a Ian quien señala un gran hueco en el suelo donde hay una escalera improvisada de soga y madera.

- No pienso bajar por ahí. - suelto con algo de temor. - ¿Cuántos metros de altura tiene esa cosa? - inquiero sorprendida.

Voy a vomitar.

- Los suficientes como para que puedas morir hecha puré si caes en el intento de bajar las escaleras. - se entromete uno de los gemelos, Keneth.

Lo miro horrorizada.

¿Por qué me dice eso? Siento que me odia.

Su tío le lanza una mala mirada y este se va con las manos en alto. Tomo a Ian de la muñeca y lo arrastro hasta un lugar alejado de su familia.

- Ian, vine hasta aquí para vacacionar y ayudarte fingiendo ser tu novia, no para morir al caer de que sé yo cuántos metros de altura. - digo histérica.

- Carolina...

- ¡Yo no quiero morir, soy muy joven y...

- Carolina... - lo vuelvo a interrumpir.

- Ian lo siento pero te esperaré aquí. Tú pue... - hablo demasiado rápido pero me veo interrumpida por el ojiazul.

- Te callaré con un beso si no paras de hablar. - dice seguro pero no tengo tiemo para hacerle caso, debo salvar mi vida.

- No te creo, ahora lo que impor... - entonces lo hizo, acunó mi rostro entre sus manos y posó sus labios sobre los míos moviéndolos a la par conmigo. Había soñado con esto un sin número de veces, más nunca pensé en vivirlo. Y ahora que mis sueños de hace un tiempo atrás se ha vuelto realidad es imposible describir la fascinación de semejante beso. Suave, lento, especial, perfecto y me atrevería a decir que esconde miles de sentimientos que, lamentablemente no son recíprocos. ¿Pero qué mas da? Estoy besando a Ian Dekony, el chico que me gusta desde hace dos años el mismo que decidió juntar sus labios con los míos sin obligación alguna.

Pero como todo en esta vida, el beso acabó.

- ¡Quedó hermosa! - Daisy junto a su cámara instantánea se acerca a nosotros con una gran sonrisa en su rostro y tres fotografías en una de sus manos. - Les he tomado tres fotos. Ya saben, una para nosotros y las otras dos para ustedes.

Le sonrió sin saber que más hacer, siento una gran vergüenza que no se me pasará en cien años.

- No sabía que eras tan apasionado, Ian. - habla su cuñado David claramente para molestarlo ya que Ian hacía lo mismo con él.

Todos comienzan a reír, desde la familia Dekony hasta las demás personas que nos acompañan de alguna manera en el recorrido y el guía turístico.

Ian ríe como si nada. - Pues ya lo has visto. - contesta.

Mis mejillas queman y no precisamente por el candente sol ¿Cómo puede estar tan tranquilo? Yo estoy tan llena de vergüenza que quisiera que la tierra me tragara y me escupiera en México o en algún lugar tan hermoso como ese.

¡Por Dios! Éste puertorriqueño me trae loca.

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¡Ian bésame a mi!

Bésame sin miedo, con el corazón...dame un beso que me... (Si te la sabes síguela. #Rebelde)

V O T A  &  C O M E N T A
¡GRACIAS POR LEER!

Miradas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora