Capítulo 9: Hotel

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    Elsa :

  Eran las 7:30 am. y yo me encontraba en la sala de espera junto a otras postulantes, esperaba que me atendiera la secretaria del jefe. Estaba nerviosa y ansiosa, jugaba con mi goma para el cabello  convenientemente colocada en mi muñeca o como yo le llamaba "mi hijita" ya que siempre que compraba una gran cantidad de diferentes gomas para el cabello me terminaba quedando sólo una la cual "adoptaba" como hija debido a que la llevaba a todas partes con migo cuidando que esta no se perdiera.

   - Elsa Akthar- llamó la secretaria apareciendo por la puerta mientras veía en una lista de nombres a través de sus gafas para ver de cerca. 

  Tomé aire, <<tu puedes>> me preparé mentalmente, por fin me levanté de la silla y caminé por el pasillo hasta que llegué a una puerta de roble cerrada por adentro. 

Toqué la puerta y un hombre de no más de cincuenta me abrió por dentro. 

- Pase señorita Akthar- me indicó con la mano para que tomara asiento en una silla giratoria. Obedecí inmediatamente.

 - Dígame- se sentó- ¿porque debería contratarla?- peguntó mientras observaba detenidamente mi curriculum.

    Comencé a enumerar mis cualidades y al final algunos defectos, me solté lo más que pude y relajadamente pero seria pasé todas las preguntas que me hacía con rapidez siempre con una postura recta y mirándolo a los ojos. Él anotaba cada respuesta en una carpeta sobre su escritorio con un bolígrafo rojo. 

 - Muy bien- dijo levantándose de su asiento luego de haber pasado una hs. y media- la llamaremos.

- Gracias- dije recibiendo su mano con un apretón.

- Que tenga un buen día.

- Igualmente- respondí.

   Salí y me sudaban las manos de los nervios, estaba tan ansiosa que por poco arruino una de mis uñas perfectamente esculpida por atacarlas con los dientes.

- ¿como te fue panecillo de azúcar?- preguntó Hada desde la mesa de la cocina, estaba tomando un mate cocido. 

- No lo se- respondí desde el pasillo mientras me miraba en el espejo y me sacaba los aretes- quiero imaginar que bien- suspiré.

- Oh, cielo seguro que sí- me sonrió ella.

- Siento que muero- me quejé desplomandome sobre el sofá.

- Al menos tu no tienes que irte ahora pasar seis horas en una oficina como secretaria- espetó ella dándole un sorbo a su mate. 

- Si me fue bien en esa entrevista dentro de poco lo estaré- solté rezongando al tiempo en que dejaba caer mi tacones al suelo. Tiré mi cabeza contra el posabrazos. 

- Tienes razón- dijo ella asintiendo con la cabeza. 

  Tapé mi cara con un brazo para impedir que la luz me diera directamente.

  - Bien, me despido corazón- me dijo dándome un beso en la mejilla, tomó su bolso y luego salió cerrando la puerta tras de si. 

    Hice un gran esfuerzo por levantarme, me pare, subí las escaleras casi arrastrando los pies y caminé por el pasillo que conectaba las habitaciones de "el albino", Anna y la mía. 

  Abrí la puerta y entré a mi cuarto, bajé la cremallera de pollera negra liza que llevaba puesta, desabroché los botones de mi blusa y lancé todo a la cómoda de al lado de mi cama. Me tiré sobre mi lecho sin destenderlo, apoyé la cabeza sobre la almohada y me quedé completamente dormida.

La vida con Los FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora