—¿Comprendes esto o no? —me preguntó Thomas por enésima vez, y esta es la enésima vez que asiento.
—Te dije que sí, no soy ningún idiota. —él ríe con fuerza.
—Sí, claro...
Las pisadas pesadas de papá le hacen sobresaltarse en su lugar. Tragó saliva con fuerza a la vez que fruncía el ceño en dirección a la puerta.
—Será mejor que te vayas —me dice luego de darme el libro de matemáticas.
—¿Qué? ¿Por qué? —negué con la cabeza, apretando el libro con fuerza contra mí—. ¡Déjame estar aquí!
—No... —volvió a tragar saliva duramente— probablemente esté borracho, no estoy de ánimos como para lidiar con él.
—Thomas...
—Ralph, estarás bien... —fingió una sonrisa para luego tomarme de la muñeca, levantarme de su cama a la fuerza y llevarme a la puerta— ¡Ahora sal de mi cuarto, estorbo!
La puerta se cerró detrás de mí, con fuerza. Me había prometido a mí mismo desde hace mucho tiempo que nunca tendría miedo, nunca jamás, pero ahora me siento tan desprotegido... que no sé si escapar lo más antes posible a mi cuarto antes de que él me encuentre, o quedarme ahí, estancado, llorando, exigiendo su protección.
—¿Dónde está tu madre? —preguntó papá con una voz más seca que su alma.
—Está... —trabajando...— en la casa de una amiga. Dijo que volvería pronto.
Papá gruñó con fuerza mientras se tambaleaba en el mismo lugar. Justamente como había sospechado Thomas: estaba borracho.
—¡Esa estúpida! —dijo con la voz alta, pero totalmente quebrantada a causa del mareo producto del alcohol—. Se va con sus amigas, dejando a sus hijos aquí...
—Bueno... —miré a ambas direcciones hasta encontrar la puerta de mi habitación, sonreí ante ello y alcé la mano, en forma de una despedida— tengo que estudiar, papá.
En ese momento, me sentí libre; como un pez que escapa de la red que lanzaron al agua. Sentía, al fin, libertad, sin tener que temer en lo absoluto de cometer un error. Y justamente, cuando faltaban pocos centímetros para tomar la perilla, girarla y entrar a mi habitación, la voz de aquella persona, de aquel... hombre a quien llamaba padre, me hizo detener mi paso.
—Tu madre siquiera fue a la casa de una vecina, ¿verdad?
Sólo hizo falta mi posición estática para hacerle ver que mentí. Queriendo evitar problemas no sólo entre ellos, sino conmigo también, acabé por cavar mi propia tumba.
La puerta de mi habitación se abrió de repente, siendo arrastrado al interior de ella. Tras ser lanzado a la cama, un dolor en mi espalda se hace presente.
—¿Sabes que les pasa a los mentirosos como tú? —pregunta papá, quitándose la corbata y cerrando la puerta con llave—. Normalmente, el diablo viene y les corta la lengua. En cambio, yo no soy el diablo... no te cortaré la lengua, haré que la utilices como se debe.
Bajó la cremallera de sus pantalones, bajándolos y dejando ver su ropa interior, notándose un leve bulto sobresalir.
—¡No he mentido! —intenté convencerlo—. ¡Ella...! dejó una nota.
Papá alzó una ceja, para luego reír fingidamente, sin gracia. Observó sus pantalones a la altura de sus rodillas, con una sonrisa como rastro de su risa.
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Las razones de mi triunfo.
Misterio / Suspenso¡¡¡FINALIZADA!! Soy guapo; debo admitirlo. Soy talentoso; y cada que me lo dicen, finjo estar nervioso y pido que paren. Y sobre todo, soy muy reconocido; eso hace que tu trabajo sea el mejor y más amado por todos. Aún no sé qué diablos me pasaría...