Zumbidos...
Raphael abrió los ojos, encontrándose con el espejo de su baño. Éste se encontraba a oscuras, y apenas podía ver su propio rostro. Su reflejo sonreía, mientras que él aún se encontraba estático, sin poder hablar o expresar lo que sentía.
Fue entonces cuando su reflejo empezó a hablar.
—Mátalo... —inició la conversación— no lo hagas por vengar la muerte de tu amada; mátalo, porque siempre quisiste hacerlo, cuando lo conociste.
—¿Cómo sabrías tú de lo que en verdad siento cuando simplemente eres un espejismo?
—Raphael... somos uno mismo —dijo el reflejo del antes mencionado—. Aunque somos diferentes personalidades, somos una sola persona. Eres como un libro abierto, y yo he leído tu contenido...
—No sabes nada de mí, probablemente sólo seas un absurdo pensamiento, algo inexistente...
—Y como ser inexistente que soy, sé lo que quieres... puedo hacerlo por tí.
Una mirada llena de brillo se alzó, quedando frente al espejo. Raphael empezó a sentir su pecho arder, cuando las ganas de empezar a dominar un arma se hicieron presentes. Empezaron a picarle las manos, empezó a llorar, a reír, a gritar; era como un combo entre millones de emociones y sentimientos.
No obstante, aún cuando sus sentimientos se revolvían entre sí, había un factor decisivo que podría marcar un final alternativo en lo que sería su vida.La locura, la cordura inexistente, las ganas de matar por última vez a alguien.
Alguien igual a él.
Un asesino.
—Puedo hacerlo por ti, Ralph... sólo toma mi mano y entra a esta cárcel en la que me mantuviste durante estos meses. Entra a este espejo.
Una mano sobresalió del primo del agua; el espejo. Una mano ensangrentada, herida, pero que parecía no decaer ante nada. Una mano fría, áspera; pero agradable y amigable... su mano.
Su mano, la mano que pertenecía a aquel Raphael O'Neal asesino, al hombre sin cordura.
Al escritor famoso.
—Prometo que te haré sentir bien después de esto, confía en mí —dijo su otro yo, mientras se transportaba al que él creía era el mundo real—. Cuando esto acabe, te daré nuevamente tu lugar.
—¿Prometes volver...?
—Nunca te dejaría... haré mi trabajo ahora mismo.
Y con una última sonrisa, ambas partes se despidieron.
°°°
Creo que debería morir...
Es lo escencial, no merezco vivir. Maté a la mujer a quien amaba con locura, asesiné a mi jefe de trabajo, acabé con la vida de mi mejor amigo...
¿Un ser humano podría hacer tal salvajismo?
¿Podría un ser humano utilizar vidas inocentes para su propio beneficio?
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Las razones de mi triunfo.
Misteri / Thriller¡¡¡FINALIZADA!! Soy guapo; debo admitirlo. Soy talentoso; y cada que me lo dicen, finjo estar nervioso y pido que paren. Y sobre todo, soy muy reconocido; eso hace que tu trabajo sea el mejor y más amado por todos. Aún no sé qué diablos me pasaría...