Perspectivas

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Al llegar a tierra firme me topé de frente con la realidad. No me siento con el valor necesario para mirar a Derek a la cara, pero me vi obligada a hacerlo. Tal vez es inmaduro, pero estoy nerviosa. No sé que odio más; el nudo en mi estómago, o no saber cómo actuar o que decir.

Subimos al automóvil y ninguno de los dos abrió la boca. Parece que él también se encuentra fuera de balance, muy lejos de su zona de confort. Pensar de esa forma me tranquiliza un poco. Es bueno no tener que ser la única cuya lengua, aparentemente, fue devorada por un gato.

Conforme transcurría el tiempo, no dejaba de pensar en dos cosas; la primera, es que el beso fue fascinante, un once en la escala del uno al diez; lo segundo, es que ahora no sabíamos como manejar la situación. De regreso a casa la conversación fue escasa, no obstante, Derek me sorprendió al abordarme cuando llegamos a la residencia de los Middelton.

—Creo que deberíamos hablar —dijo serio.

—Estoy de acuerdo —musité.

Él continuó diciendo:

—Lo que sucedió hoy no debe repetirse.

Me habló como si yo fuera la culpable de todo. No supe cómo reaccionar ante eso.

—Fue un completo error —me dijo. No pude ignorar ese matiz petulante en su voz.

<<¿Besarme fue un error? Pero, ¿qué te haz creído? Nadie te obligó a hacerlo y ahora yo debo sentir culpa.>> Pensé al instante.

Definitivamente poseemos perspectivas diferentes.

Tengo los pies sobre la tierra, sé lo inadecuado que puede resultar todo esto. También sé que debí hacer algo para detenerlo, pero de cualquier forma, yo no pedí que lo hiciera, entonces, ¿por qué asume esa actitud? En todo caso, es él quien debe refrenar sus impulsos. El chico frente a mí continuó con su diatriba y me hizo hervir la sangre. Puse todo de mi parte para no golpearlo por lo idiota que estaba siendo. Dijo un par de cosas que dolieron, que bajaron mi autoestima al subsuelo, pero logré mantener la compostura y mis inseguridades a raya. Fui un éxito manteniendo bajo control la revolución emocional que sus frías palabras causaban en mi fuero interno.

—Estás siendo muy intenso —lo interrumpí. Traté de sonar lo más relajada posible —. Fue un simple beso —le dije encarando directamente eso ojos intensos y mirada contemplativa —. No significó nada, ya lo dijiste. Entonces, no le demos importancia. Es absurdo. Sigamos con nuestras vidas porque aquí nada a pasado. ¿De acuerdo? —y le dediqué una sonrisa cargada de suficiencia.

Percibí algo en su expresión, algo parecido a la sorpresa, que tan pronto apareció se desvaneció.

—De acuerdo. Me alegra que nos entendamos.

Forcé otra sonrisa.

—Entonces, no hay nada más que decir al respecto —contesté neutral y desinteresada.

Sus ojos penetrantes no se aportaron de los míos por unos segundos, que me parecieron eternos.

—De nuevo gracias por todo, Derek. Me divertí mucho este día. —le dije y después salí de su auto en dirección a la casa.

Estuve apunto de morder mi lengua al decir eso último. Pero fue necesario, soné cómo una chica que no le da demasiada importancia al romance, de ese puñado a las que difícilmente con un beso logran moverles todo su mundo, y es justo esa imagen fuerte la que deseo transmitir. Yo puedo ser la chica fría y sin sentimientos si me lo propongo.

~*~

A eso de las cinco de la tarde, de ese mismo día, Linnet, entró a mi habitación para cerciorarse de que estuviese preparada para marcharnos.

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