Nunca antes, un chico me había hecho una propuesta igual. Me sentí especial, me sentí auténtica y feliz sobretodo, feliz. En mi estómago las mariposas revolotean todavía y de alguna forma todo lo demás lo he dejado atrás. Como dije antes, quiero sentirme, al menos esta noche, como una chica enamorada y normal.
Dije que sí cuando me pidió ser su novia y dije que sí cuando me propuso ir a un lugar más privado.
Su apartamento, que brinda una de las mejores vistas de la ciudad, esta vez no le hicieron competencia a sus hermosos ojos de tonalidad café miel, enigmáticos y curiosos. Todo él es fascinante, su voz aterciopelada, su piel cálida, su aroma que es una mezcla entre menta y loción de baño, la suavidad de su cabello y sus provocativos labios. Derek es precioso, pero su forma de tratarme es justo lo que me hace sentir segura, lo que me anima a seguir adelante, lo que me impulsa a dar ese paso que nunca antes he dado. Quiero esto, lo quiero a él.
En la intimidad de su habitación solo se escucha el sonido de nuestras respiraciones entremezcladas.
Sus manos se deshacen de mi vestido y el me admira completa, sus ojos recorren mi cuerpo de pie a cabeza. Yo me quedo rígida, parada frente a él con el corazón a punto de salirse del pecho.
—Eres preciosa —susurra en mi oído cuando se acerca y eso me calma un poco.
Se arrodilla frente a mí y empieza a besar mis muslos y entrepierna, lo cual me provoca una cosquilla y una sensación de electricidad que recorre todo mi cuerpo, que brota de mi zona más íntima. Es primera vez que siento algo semejante. Me asusta y al mismo tiempo me encanta y no quiero que se detenga. Entonces, sube por mi vientre dejando una serie de besos húmedos al pasar por mi abdomen, llega a los senos y los acaricia un poco por encima del sujetador. Me mira a los ojos y sonríe con picardía mientras sus manos acarician mis brazos y él nota que toda mi piel está erizada. No dice nada al respecto y yo lo agradezco. Continúa la tortura cuando baja con sus dientes una tira del sostén y comienza a besar toda esa zona incluído mi cuello. Y aunque anteriormente me ha pedido que no me mueva yo no logro quedarme quieta un segundo más.
Procedo a deshacerme de su camisa sin dejar de besarlo. Me aparto y admiro unos segundos su abdomen definido, deslizo mis manos por allí hasta llegar a la cinturilla de su pantalón y hago acopio de todo mi valor para descender más abajo y tocarlo cómo él lo ha hecho conmigo. Derek suspira y no tiene miedo a reconocer que le gusta.
Lo beso en el cuello mientras introduzco una mano por debajo del boxer. Él me ayuda desabrochando su pantalón para que yo tenga total acceso. Sigo besando y masajeando su miembro erecto. No sé si hago un buen trabajo, pero la expresión de deseo en su cara me invita a continuar mi labor.
De pronto, toma mi mano y la aparta con rapidez. Yo lo miro contrariada y él vuelve a sonreirme.
—No quiero terminar antes de empezar —me dice con una sonrisa pícara en los labios y un tono de voz ronco un tanto sexi.
Al principio no logro entenderlo, hasta que caigo en cuenta y suelto una risa.
Me toma por la cintura y cruzo las piernas alrededor de su cadera. Nos seguimos besando y Derek camina hasta dejarme sobre la cama. Se quita el pantalón y lo deja en el piso, también sube y comienza a besarme desde uno de mis pies, pasa por mi hombro y cuello hasta llegar a los labios. Esto es exquisito. Me hace estremecer y me desconcentró cuando se posicionó entre mis piernas.
—Derek. —digo nerviosa.
—¿Qué? —pregunta sin dejar de mirarme a los ojos, con las manos sobre la cama, apoyadas a cada lado de mi cuerpo.
No sé como decirle que nunca he hecho el amor. Que es mi primera vez. Hailee seguramente era una experta o, al menos, tenía algo de experiencia, pero yo no.
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Dos Vidas
Genç KurguAmanda Miller, es una chica de 17 años cuya adolescencia ha sido tan común como cualquier otra. Cuenta con una familia que la adora, amigos y un futuro prometedor al ser admitida en una de las universidades más prestigiosa de los Estados Unidos. Sin...