Los días se escapan de entre mis dedos. Y los siento, siento cómo se van, cómo desaparecen de mí. No puedo hacer nada. Mis pies no pueden correr tras ellos, y mientras van escapando las fechas en el calendario, mis párpados no son capaces de moverse.
Las yemas de mis dedos están destrozadas, agotadas de tener que imaginarse más vidas sobre un estúpido papel. No tengo más remedio que ceder, siempre; se me hace imposible no poder salir de este corazón en ruinas. Necesito construir en otro sitio, aunque en unos segundos se derrumbe de nuevo. Necesito creer que encajo en algún sitio, donde las noches se confunden con los días; donde todo puede ocurrir y mis labios son el reflejo de la alegría.
Nunca podré decir que he estado completamente viviendo en otro mundo. Siempre vendrán las malas palabras y los rostros mojados para llevarme con ellos a mi jodida realidad, donde no puedo ser yo misma y siempre querré escapar.
Pasan los meses, y me intento convencer de que todo será mejor los últimos días de uno, para poder resistir en el principio del otro. Y tengo una lista de pendientes, como ir a un pub a enamorarme y tomarme un zumo de piña o desangrarme con una guitarra en la acera de una calle oscura, donde el eco me hace compañía.
Pero sin embargo, mis manos sólo se mueven para tachar un número de los treinta.
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Sin Tus Palabras...
PoetryNo sé si después de esto podré mirarte a los ojos, ni siquiera si esto está bien; si debería callarme y aceptar que lo nuestro es un simple otoño sin el calor esperado.