La clase de historia no podría ser más aburrida. El profesor, un hombrecito de metro y medio y cabeza blanca, estaba enfrascado en una de sus interminables charlas acerca de alguna guerra que, francamente, Andra aborrecía hasta el fin del mundo y más allá; no porque odiara la materia (aunque sí lo hacía) pero sino porque el señor Layera no dejaba de hablar. Nunca lo hacía. Nunca.
—Hey —escuchó detrás de ella. Volteó la cabeza disimuladamente y miró a su más reciente amigo, que, lo más recostado posible sobre el pupitre contiguo, le hacía señas para que mirara su móvil.
"Oí que va a entrar un chico nuevo a la próxima hora"
Decía el mensaje de Lorenzo. Él era conocido por su ímpetu en saber cada detalle bueno, malo, sucio o retorcido del instituto, y era bastante bueno en ello; siempre se enteraba de todo antes que todos (sin embargo parecía no haberse enterado de cómo terminar la secundaria de una vez por todas).
Andra se encogió de hombros, comenzando a sentir curiosidad, y guardó el celular lo más discretamente posible, mientras el tono de voz de su profesor no dejaba de elevarse y sus gesticulaciones no dejaban de parecer más floreadas y visibles en el aire.
¿Quién comienza a ir a clases dos semanas más tarde que los demás?
Como había anticipado Lorenzo, a la segunda hora de historia alguien interrumpió el constante barullo que la voz del señor Layera ocasionaba, cortando (para la alegría del pueblo) toda su inspiración. De mala gana, el hombrecito abrió la puerta y dejó pasar al chico más alto, más guapo y más... coreano que Andra hubiera visto jamás. Vestía negro, su piel era pálida (casi transparente), su cabello negro desordenado y sus facciones tan definidas y afiladas como una navaja.
—¡Ah! ¡Me dijeron que vendría! ¡Bueno, siéntese, siéntese! —lo apuró el profesor.
El recién llegado caminaba con desgana, como si no hubiera nadie en el salón (como si veinte personas no le estuvieran encarando directamente), mirando sólo lo suficiente como para encontrar un lugar vacío.
Finalmente tomó asiento a dos bancos del de Andra, quien no podía dejar de mirarlo. ¡Era tan diferente!
—Estás babeando —le susurró su amigo desde su lugar, con un deje de aburrimiento.
Efectivamente.
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N/A:
¡Buenas! ¡Bienvenidos/as a mi nuevo proyecto!
Aquí les dejo un par de cosas que deben saber si desean seguir leyendo esta historia:
1- Sus votos y comentarios me alientan a seguir, así que por favor, llénenme de ellos, además de hacerme feliz, me hacen querer continuar :3
2- Soy una persona que escribe más con el corazón que con el cerebro, así que, como este, pueden haber capítulos cortos, algunos muy cortos, o algunos largos. ¡Perdón pero soy así!Espero que disfruten de la lectura c:
PD: No soy de poner notas al final :'v Pero hay que darles la bienvenida, ¿no?
PD2: Edit: Puse guiones largos (tuve que copiarlos y pegarlos porque no sé ponerlos D:)
xx
Iri
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Un coreano para llevar
Teen FictionAndra había pasado ya por todas las obsesiones que una chica promedio podría haber tenido: grupos musicales con canciones vacías pero pegadizas, cantantes guapos, cubiertos de tatuajes y con agudos complejos de rebeldía e incluso aquellos libros sob...