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El tiempo al lado de Andra parecía volar. 

Las semanas de brisa fresca y de encuentros torpes e incómodos se terminaron tan pronto como habían llegado, dando lugar al calor del verano. 

Aquel sábado la chica iba a conocer a los padres de Ízan, finalmente. Estaba realmente nerviosa, vistiendo una remera blanca y vaqueros, con el cabello suelto a cascadas cuidadosamente posicionadas por ella.

Antes de golpear la puerta de la casa grande y celeste que tanto la intimidaba suspiró y consideró salir corriendo, pero no lo hizo. ¡Eran sólo sus suegros! 

Golpeó la puerta con desgana y esperó, removiéndose en su lugar, hasta que alguien abrió. 

Ízan estaba allí parado, con una sonrisa estampada en su rostro y con el cabello mojado. La chica suspiró y se arrojó a sus brazos. 

—Tranquila, bebé —le susurró su novio acariciando su espalda —aún están en el mercado... y mis hermanos están en la escuela. 

Andra asintió con la cabeza, y sin soltar su agarre a Ízan, caminó dentro, haciéndole reír. 

  —¿Por qué estás tan nerviosa? —interpeló él abrazándola por los hombros. 

—Porque puede que no les guste...

Ízan rió y tomó el rostro de su chica entre sus manos para besarle la frente. 

—Imposible. 


Los padres de Ízan no tardaron en llegar. 

Andra se vio sorprendida por unos segundos; por la puerta habían entrado dos hombres que rondaban los cuarenta y cinco años, cargados con bolsas. El primero tenía el cabello negro y tez oscura, mientras que el segundo era dotado de cabello castaño y canoso, con la tez más pálida que la de Ízan (y eso era decir demasiado). 

Al ver la expresión de la chica, ambos señores rieron.

  —Al parecer nuestro hijo no te comentó que tiene dos padres —habló el primero, acercándose a ella luego de dejar las bolsas en el suelo y estirando su mano —soy Jorge —añadió sonriendo. 

—¡Y yo soy Luis! —exclamó el otro aún desde la puerta con la sonrisa más grande que la chica hubiera visto. 

Andra les dedicó una sonrisa y saludó a Jorge con un apretón de manos.  

La verdad era que no tenía ningún problema con que su novio tuviera dos padres, sino que no estaba realmente acostumbrada, pues sus padres eran un tanto... conservadores. 

Ízan, por su parte, suspiró aliviado. Había estado aterrado con la posibilidad de que su novia fuera homofóbica o algo por el estilo y de tener que dejarla por ello. Ufff.

El resto de la tarde transcurrió con tranquilidad y el aire se aligeró en cuanto Ízan preparó jugo frío para todos y un par de bocadillos para cada uno. Estaba muy feliz con el hecho de que Andra se estuviera llevando a la perfección con sus padres; y Andra estaba muy feliz con el hecho de haberles caído bien. 

Fue una tarde genial para todos. 


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N/A

¡Es corto, lo sé!

Me disculpo por no haber actualizado ayer; es que estoy con un bloqueo creativo. Hoy exprimí mi cerebro para lograr esto xd ¡Prometo que el jueves tendremos un mejor capítulo! 

xx

Iri




Un coreano para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora