—¿Y bien? —Lorenzo había estado parado frente al coreano gesticulando exageradamente por al menos diez minutos (Andra incluso pensó que el profesor de historia le había transmitido algún tipo de problema en los brazos) hasta que finalmente se había rendido y había vuelto a donde estaba ella.
—Me ignoró —le contó con indignación —¡se quedó mirándome como si fuera un bicho raro!
—Lo eres —se burló su amiga, haciéndolo reír un poco.
Lorenzo tenía unos cuatro años más que Andra y estaba en el último año de secundaría hacían como tres. Si bien era inteligente, nunca había logrado aprobar, y eso era algo que su amiga no lograba entender. En realidad, nadie lograba entenderlo.
—¿Sabes qué? —la chica reconoció un deje de malicia pero fingió no notarlo; en cambio miró a su amigo y esperó —te apuesto a que no lo haces decir ni una palabra.
—No lo haré, ni lo sueñes —le respondió ella tajante.
—¡Vamos! ¡Será divertido verte intentarlo! —le pidió él —además, podrías hacer otro amigo y no tendrías que soportarme tanto tiempo...
—Eso suena tentador, pero paso, estoy muy bien contigo, gracias —dicho esto, se levantó y se dirigió a su próxima clase. Lorenzo no tardó en alcanzarla.
—Por más halagado que me encuentre, aún quiero verte hablar con él —la tomó del brazo con suavidad y se paró frente a ella haciendo su mejor puchero.
—¡Deja de hacer cara de perrito! —rió su amiga.
—¡Porfi! —le pidió él nuevamente. La vista de Lorenzo intentando parecer tierno era ridícula. Era un chico un poco más alto que ella, pero, gracias a la comida rápida que tanto amaba, más grande en todos los demás aspectos. Tenía barba prominente y cabello color rubio ceniza bien peinado hacia la izquierda, un piercing en la nariz y su voz era realmente grave.
El chico acentuó su puchero un poquito más, provocando que Andra se carcajeara.
—Está bien, pesado —aceptó finalmente, casi a regañadientes.
—Propongamos los términos luego de clase, ¿está bien? —sugirió él en respuesta, a lo que ella respondió con un asentimiento vago de la cabeza y una sonrisa de probable arrepentimiento.
Lorenzo sonrió entonces (mostrando más dientes que lo normal) y Andra supo que estaba jodida. Pero bien.
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N/A
¡Hola! Les dije que no soy de poner notas pero :O Entre ayer y hoy he recibido mensajes, he ganado seguidoras, he tenido lecturas (por primera vez en siglos), votos y comentarios, lo que me ha dejado muy feliz *-*
Les agradezco profundamente por darle una oportunidad a nuestro coreano y a Andra.
¡Espero que sigan conmigo hasta el final de esta historia!
xx
Iri
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Un coreano para llevar
Teen FictionAndra había pasado ya por todas las obsesiones que una chica promedio podría haber tenido: grupos musicales con canciones vacías pero pegadizas, cantantes guapos, cubiertos de tatuajes y con agudos complejos de rebeldía e incluso aquellos libros sob...