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El lunes se presentó con una brisa fresca impropia de la estación que se vivía en la ciudad de Andra, lo que agradeció profundamente pues odiaba el calor. 

No podía esperar a ver a Ízan, habían hablado hasta tarde el domingo y habían descubierto que tenían mucho en común; edad, cantidad de hermanos, gustos musicales, comida favorita, entre otros que seguramente descubrirían luego. 

Ízan le había contado, además, que no había hablado antes (a nadie) porque se sentía muy fuera de lugar. También le contó que era oriundo de Corea del Sur pero que sus padres, ambos occidentales, que estaban en el país en la época, lo habían adoptado cuando era recién nacido, por lo que ni siquiera tuvo la oportunidad de tener nombre coreano (y si lo tuvo alguna vez no lo sabía). 

 —Hola, pequeña —escuchó detrás de ella al llegar al instituto. Se volteó para ver a un Lorenzo sonriente y de mejillas sonrojadas por el viento frío. 

  —Hola —saludó ella, mirando a todos lados menos a su amigo. 

—¿Qué buscas?—preguntó él divertido.

—A Ízan —murmuró ella, sonriendo un poco. 

—¿Qué? —su tono de voz fue cortante y su sonrisa desapareció de su rostro. Sin decir más se marchó, pisando fuerte y con las manos en los bolsillos de su abrigo. 

Andra, realmente frustrada, no lograba entender su actitud, ¿no podía tener otros amigos ahora? ¿Cuál era su problema? Bufó y cruzó sus brazos sobre su pecho mientras lo veía caminar a lo lejos.  

Para su alegría, la frustración no duró mucho más; en realidad se esfumó, siendo remplazada por la brillante sonrisa de Ízan que acababa de llegar, tan guapo, alto y coreano como siempre. 


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N/A

A partir de ahora tendremos más del coreano :'v ¡Al fin! Que tengan linda noche

xx

Iri



Un coreano para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora