El plan era simple: primero, hablar con Lorenzo y rezar para que todo saliera bien; segundo, hablar con Ízan y pedirle que se dieran (ambos) una oportunidad de intentarlo. ¡Era su último año en secundaria! ¡Se arrepentiría más si no lo intentara! (¿no?).
Entonces el lunes llegó y con él una llovizna que parecía picarla con pequeñas y gélidas agujas, que hacían juego a la perfección con su nerviosismo y ansiedad por poner en práctica su genial estrategia.
Andra corrió hacia su amigo Lorenzo en cuanto lo vio, parado frente al instituto y más abrigado que ella (si es que eso era posible), la recibió con un cálido abrazo, un paraguas y un café humeante que pronto calentó sus finos dedos.
Habían quedado de encontrarse media hora antes del comienzo de la clase (es decir, realmente temprano) para conversar. "Es urgente", le había dicho la chica.
Lo que no sabía ella, era que, sin quererlo, había plantado en el alma de su amigo una semilla denominada esperanza; Esperanza de dejar de ser sólo amigos y pasar al siguiente nivel; pues le había dicho que era algo que necesitaban hablar en persona. ¿Sería esa su oportunidad? ¡Dedos cruzados por su parte!
—¿Y bien? ¿por qué tanto misterio? —preguntó el chico yendo directo al grano. Andra dio un sorbo a su café (que terminó por hacerla quemarse la lengua) y le sonrió antes de hablar.
—Mira, esto lo ensayé muchas veces así que, por favor, no me interrumpas, sino olvidaré la mitad y será un caos —Lorenzo asintió, sintiendo la semilla (de la que hablábamos hace un rato) florecer dentro de su pecho.
Luego de unos minutos y a medida que la chica, que lo miraba intensamente, hablaba (contándole que, si bien lo quería demasiado, el chico que realmente le gustaba era Ízan, pero que no podía ser feliz si sabía que había herido a su amigo, por lo que había decidido hablar con él y pedirle una tregua), con la voz calma, aquella pequeña plantita que había tomado lugar en su corazón comenzó a marchitarse dolorosamente, dejando, en donde sus raíces se habían retorcido antes de morir, dos ojos empañados por las lágrimas y a un chico completamente destrozado.
—Creo que eso es todo —concluyó ella, dejando escapar un poco de aire que no sabía que había estado conteniendo.
Lo que salió de la boca de Lorenzo en respuesta, ni él, ni Andra podrían habérselo esperado:
—¿O sea que me hiciste venir aquí, a esta hora, para decirme algo que es completamente obvio? ¿o viniste a pedirme permiso? Porque la verdad es que cualquiera de las dos opciones es ridícula —la chica no supo qué decir, simplemente se mantuvo observándolo mientras él continuaba su monólogo con la voz más fría que había encontrado dentro de su ser —¿quieres mi bendición? ¿quieres que haga una fiesta? ¡Como si me importara!
—Pero... tú... —intentó defenderse Andra; sabía que su amigo sólo estaba diciendo aquellas cosas porque estaba enfadado y dolido, pero sintió la necesidad de hacerlo.
—¡No! ¡"Pero" nada! ¿De verdad me creíste? —preguntó, con expresión que denotaba asco o desprecio —no me gustas —zanjó casi con rabia, haciendo a su amiga tragar en seco—sólo estaba jugando contigo. Ahora déjame en paz. Y el café... dos dólares. Estoy esperando —finalizó, poniendo su mano frente a la cara de la chica y moviéndose de forma en que la dejó fuera del amparo de su paraguas, abrazándose a sí misma y con los ojos muy abiertos, en shock.
De todas las reacciones posibles, nunca imaginó aquella; pero ni de cerca. ¿Qué le pasaba a Lorenzo? ¡Entendía que estuviera dolido pero no tenía derecho a tratarla así!
—¿Sabes qué? Error mío querer hablar contigo y explicarte algo —comenzó la chica, murmurando; ahora era ella la que estaba herida —eres un egoísta, celoso y posesivo (sin derecho a serlo) —continuó, ante la vista, ahora sorprendida, de su ya-no-tan amigo—¿y sabes qué? Puedes transportarte con toda la calma de una babosa asquerosa a la reverenda mierda—escupió.
Lo siguiente que supo fue que estaba caminando, con los ojos inundados por las lágrimas y su dignidad un poco (bastante) más aliviada, hacia el instituto, esperando que, con un poco de suerte, cuando hablara con Ízan todo mejorara. No se merecía ser tratada como basura; ella lo sabía y Lorenzo, por más estúpido que fuera o que se sintiera en aquel momento, también lo sabía.
Pero también sabía que su actitud no tendría perdón tan rápido; Andra ya no permitiría que la hicieran de idiota. Y en todo caso, él ya no merecía su perdón.
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N/A
¡Hola! ¿Cómo están? ¡Yo estoy toda rota! (no es cierto, sólo tengo la rodilla raspada).
Aunque hoy es domingo les traigo capítulo y probablemente suba uno entre hoy más tarde o mañana por el simple hecho de que... ¡ENTRAMOS AL RANKING DE NOVELAS JUVENILES! El hermoso y honorable lugar de #559 es nuestro <3 ¿No es genial?
¿Qué les parece crear un grupo en facebook para así avisarles cuándo actualizaré o en caso de que haya algún problema con los capítulos? ¡O tal vez un grupo de wpp! ¿Alguna otra idea? ¡Háganmelo saber! Y en caso de que no les parezca necesario también pueden decírmelo c:
¡Muchísimas gracias por hacer parte de este proyecto! ¡Son geniales!
xx
Iri
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Un coreano para llevar
Teen FictionAndra había pasado ya por todas las obsesiones que una chica promedio podría haber tenido: grupos musicales con canciones vacías pero pegadizas, cantantes guapos, cubiertos de tatuajes y con agudos complejos de rebeldía e incluso aquellos libros sob...