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—Juguemos a algo —propuso Ízan. Andra y él estaban en su casa, pasando las tres horas que les restaban juntos (pues, luego de ellas, Andra se iría). 

—Está bien... ¿alguna idea? 

—Tuve una... aprovechando que... bueno, que estos son los últimos momentos que tenemos en algún tiempo, se me ocurrió el juego de la verdad —la verdad era que recién había inventado el nombre. Andra se acomodó para escuchar a su novio —nos tomaremos turnos y debemos decirnos verdades que no nos habíamos dicho antes por algún motivo. 

Su novia parecía algo incómoda con la idea, ¿le estaba ocultando algo? 

—No habrán regaños ni nada, ¿está bien? —añadió, a lo que Andra contestó encogiéndose de hombros.

—Empiezas tú.

—Eh... bueno, ¿una verdad? Te amo —Andra sonrió. 

—Yo también te amo.

—Tu turno, pequeña —la chica se lo pensó. Quería contarle lo de Lorenzo pero... —vamos, sólo tenemos tres horas...

—La primera vez que te vi me pareciste tan guapo que casi comienzo a babear —habló rápidamente. Ízan rió, calmando un poco los ánimos de la chica. 

—Soy muy celoso —murmuró luego de un rato. 

—Vaya... ¿en serio? no lo pareces.

—Porque sé controlarlo —se jactó él con una sonrisa tonta en el rostro. 

—Bueno... eh... eres mi primer novio. 

—Ya lo sé, se supone que me digas cosas que no sepa... pero lo aceptaré, sólo porque te amo —le guiñó un ojo —tú no eres mi primera novia. 

—Yo sí soy celosa. 

—¿Es eso una verdad? 

—Lo es. Tu turno —las mejillas de Andra se habían sonrojado un poco, sin embargo, su cerebro aún rondaba lo de contarle que había perdonado a su mejor amigo. 

—Siento que me escondes algo desde la noche del baile —soltó Ízan. La mandíbula de la chica cayó. ¿Además de coreano tenía poderes sobrenaturales? ¿le estaba leyendo la mente? 

—No te escondo nada —se defendió ella. Odiaba mentirle pero no necesitaban tener aquella discusión; no en aquel momento. 

—No sabes mentir —dijo él lentamente, con una sonrisa de disgusto. Andra definitivamente le estaba escondiendo algo —dime qué es, por favor.

—No es nada.

—Por favor —insistió el chico. Andra pensó en las posibilidades. 

—Perdoné a Lorenzo después de lo que nos hizo. Se presentó en el hospital y me pidió perdón, tus padres no te lo dijeron porque creyeron que no era una buena idea y yo estuve de acuerdo—explicó lo más rápido que pudo, cerrando los ojos con fuerza. 

—¿Qué? 

—Y no te lo quería decir porque volvimos a hablar, Lorenzo y yo, y él va a ir a la misma universidad que yo y no quería que te enfadaras y... —suspiró. Estaba realmente nerviosa. Abrió ambos ojos  —lo siento. 

Ízan estaba atónito. Aquello era demasiada información para procesar. 

—¿Tú y él...? ¿misma universidad? ¿cuándo pensabas contármelo, Andra?— su tono de voz se estaba elevando y la chica comenzaba a preocuparse —¿Cuando ya me hubieras traicionado con el chico que te hizo tanto daño? ¡Pensé que eras más inteligente que eso! 

  —¡Y yo pensé que no íbamos a tener regaños ni nada por el estilo! 

—¡No me cambies de tema! ¡No puedo creer que fui tan estúpido! —exclamó levantándose con brusquedad del sofá. 

—No voy a traicionarte. ¿No confías en mí? ¡Él ni siquiera me gusta! —Andra estaba a punto de llorar, caminando detrás de Ízan, quien se dirigía a la puerta principal de la casa. 

—¡Pero me mentiste! —vociferó sin mirarla, abriendo la puerta con lentitud. 

  —¡Lo hice para que no me dejaras! —la voz de la chica se rompió en la última palabra y las lágrimas salieron de sus ojos.

  —Sal de mi casa —murmuró él —sal ahora. No quiero volver a verte. 

—Pero Ízan... —lloró ella. 

—No —zanjó, empujándola fuera. Andra lo miró, horrorizada, desde la vereda. Aquel no era el chico del cual estaba enamorada... los celos estaban cegándolo por completo y ella no podía permitir ser tratada así por nadie. Ni por la persona que amaba. 

—¿Sabes qué? —la chica respiró hondo y se limpió las lágrimas con vehemencia —si no eres lo suficientemente maduro para lidiar con los celos, después de todo lo que pasamos, realmente no me mereces. Merezco algo mucho mejor que esto. No eres nadie para tratarme así. Te amo, pero si nuestra relación se basará en celos y en posesión, ya no la quiero. 

Y con el corazón deshecho pero la dignidad intacta, se marchó, sin bajar la cabeza por un momento, a su casa. Tenía un viaje por hacer.


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N/A

¡Hola! Por si no lo notaron, estoy escribiendo a cada dos días para alargar un poco el final :O 
En dos días nos vemos con el capítulo final y luego, en dos días más, con el epílogo. 

¡Muchas gracias por continuar leyendo! 

xx

Iri

Un coreano para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora