Entonces allí estaban, Andra y Lorenzo, a punto de establecer los términos de la apuesta.
—Quiero hacer esto bien, así que anotaré todo —le explicó él mostrando una libreta que traía en manos —Primero —comenzó ya escribiendo —El señor Lorenzo Karimloo apuesta a que la señorita Andra Lima no logra hacer hablar al coreano recién llegado en menos de dos semanas a partir de la fecha de hoy —hizo una pausa para terminar de escribirlo y continuó —Si el señor Karimloo gana dicha apuesta, la señorita Andra deberá correr por el instituto en bragas gritando "amo a Lorenzo" —zanjó.
—Si me querías ver desnuda sólo hacía falta pedírmelo —le dijo ella en broma, haciendo que el chico se ruborizara, sorprendiéndolos a ambos. Andra decidió pasarlo por alto para evitar una situación incómoda —¿y qué pasa si yo gano? —añadió ante la mirada perdida de su amigo.
Recobrando su compostura Lorenzo escribió mientras hablaba:
—En cambio, si la señorita Lima gana la apuesta, Lorenzo... ¿será su esclavo hasta que el año culmine? —el chico la miró dubitativo.
—¿Esclavo de que carácter? ¿sexual?
—Al estilo elfo doméstico, Andy —explicó él sonrojándose nuevamente pero con más control. Aunque Andra había estado pensando en posibles opciones durante el día, definitivamente esa era la mejor.
—¿Y harás lo que yo quiera?
—Lo que quieras —murmuró él guiñándole un ojo. Sonriendo ante aquel gesto, la chica asintió con la cabeza sin pensárselo demasiado.
Ambos firmaron el contrato y se dieron un apretón de manos.
—¡Que comiencen los juegos! —exclamó Lorenzo.
—Que comiencen los juegos... —asintió ella comenzando a arrepentirse.
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Un coreano para llevar
Teen FictionAndra había pasado ya por todas las obsesiones que una chica promedio podría haber tenido: grupos musicales con canciones vacías pero pegadizas, cantantes guapos, cubiertos de tatuajes y con agudos complejos de rebeldía e incluso aquellos libros sob...