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Andra se sentía más coreana que nunca; pasar toda la noche aprendiendo palabras en dicho idioma había ocasionado una jaqueca infernal, pero al menos sus opciones de ganar la apuesta habían mejorado en un... ¿ochenta por ciento? ¿dos por ciento? ¡Meh!

Llegó especialmente animada al instituto y Lorenzo no pudo evitar notarlo. 

 —Buen día, rayo de Sol —le dijo entregándole un pastelillo —mi madre te lo manda; dice que estás muy flaca. 

  —¡Buen día, luz de la luna! —respondió ella aceptando el dulce; su felicidad era palpable  —tu madre aún no me conoce, ¿cómo sabe que soy flaca? —añadió. Lorenzo se palmeó la cara mentalmente; no podía decirle que había estado mostrándole a su madre algunas fotos de la chica (sonaría demasiado extraño).

   —Las madres lo saben todo —no era una mentira. Su madre realmente lo sabía todo. Lorenzo ya ni intentaba disimular cuando le pasaba algo, pues su madre siempre lo averiguaría de una forma u otra.  Se encogió de hombros y probó su propio pastelillo —¿qué te trae tan animada? —habló con la boca llena de azúcar. 

  —Para tu pesar —comenzó la chica mientras caminaban a su primera clase del día —descubrí cómo ganar la apuesta —su amigo dejó de caminar y la observó, sin apartar el pastelillo, elevando una de sus cejas.

—¿Le vas a ofrecer favores sexuales a cambio de que diga una palabra?

—¡Deja de pensar en sexo por un segundo, ¿quieres?!

—No —Andra rió ante su respuesta —¿y bien? —le animó él. 

—Aprendí coreano —Lorenzo no pudo evitar carcajearse, provocando que el azúcar lo ahogara un poco. Entre tos, risas y ojos llorosos debido a ambas cosas miró a su amiga que lo miraba más seria que nunca. 

  —¿Va en serio? —preguntó con la voz ronca. Esta vez fue ella la que elevó una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho —eres adorable —murmuró él entonces. 

 —Y tú tienes azúcar en la barba.  



Luego de las primeras dos horas, en las cuales Andra se rehusó a dirigirle la palabra nuevamente a su amigo, ambos se dirigieron a la cafetería del instituto, donde habían visto entrar al coreano. 

Sentados en una de las mesas redondas del lugar, la chica se dedicó a preparar y ensayar las dos palabras que había logrado aprender con propiedad.  

 De pronto se levantó, sorprendiendo/asustando a Lorenzo y se dirigió a paso firme hacia el chico. 

Se plantó frente a él y aclaró su garganta, sintiéndose enrojecer con violencia. El chico la miró con extrañeza pero esta vez no apartó su mirada; se veía realmente interesado (y, como siempre, guapo). 

  —Anyoung —saludó la chica. La palabra sonó más como una pregunta que como un saludo, pero hizo sonreír al coreano, que asintió con la cabeza en forma de saludo para luego volver a mirar su celular —ANYOUNG —pronunció Andra una vez más, con más claridad, sin lograr arrancar ni una palabra por parte del coreano —Aigoo—se quejó. Eran las únicas dos palabras que recordaba. 

Cabizbaja y con un puchero queriendo asomarse en su boca regresó a su lugar, en donde Lorenzo la esperaba con una inmensa sonrisa burlona. 

—Para mañana puedes intentar ruso —se rió él. 

—Para mañana tal vez deba conseguirme un amigo de verdad —murmuró completamente frustrada y con la jaqueca punzando como miles de agujas en su cráneo.  

Aprendería cuanto idioma fuera necesario; no habría dolor de cabeza o Lorenzo burlón que lograra desenfocarla de su tarea.

Ruso no parecía tan mala idea después de todo.


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N/A

Aigoo: Una palabra para mostrar frustración. El equivalente coreano de "¡Caramba!". 

¡Llegamos a las 100 lecturas! 

Muchísimas gracias por leer <3 ¡Nos vemos mañana! PD: NO SÉ NADA DE COREANO :'v Lo busqué en internet jaja salu2

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Muchísimas gracias por leer <3 ¡Nos vemos mañana! 
PD: NO SÉ NADA DE COREANO :'v Lo busqué en internet jaja salu2

xx

Iri

Un coreano para llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora