PARTE I
❇❇❇
Su mirada intensa, escrutadora, esa que siempre quise que me observara con devoción, fidelidad y amor, no se aparta de mi cuerpo.
Steve solo se limita a mirarme con un toque de sorpresa y confusión. Aunque hay que agregarle que me escanea con otro tipo de mirada que no puedo descifrar. Nunca fui buena entendiendo el lenguaje corporal de las personas.
En este segundo, quisiera gritarle que deje de mirarme, que esta prohibido para él. Que no tiene ningún derecho a hacerlo.
Pero estoy en shock.
Mi cerebro no ha procesado por completo lo que pasa. Así que me enfoco en permanecer de pie frente a él, sin articular palabra alguna, conteniendo el aliento y las incansables ganas de decirle un montón de groserías.
¡Dios, esto no puede estar pasando!
Que alguien me ayude. Lo único que quiero es regresar a la universidad y tener la habilidad de transformar esta cruel realidad.
Quiero creer que sólo estoy durmiendo y que esta es una pesadilla nefasta de la que voy a despertar muy pronto. No obstante, es imposible considerar esta incómoda situación como algo irreal, como parte de mi imaginación.
-¡Hey, viejo! Ven aquí, quiero presentarte a alguien -refiere el encargado de la radio. Sus palabras me hacen volver a la realidad.
Steve se pone de pie, demostrándome que no bromeaba al decirme que tan alto es. Fijo mi vista en un punto nulo de la pared, pensando en mi próximo movimiento... entretanto que él se aproxima a nosotros.
Una milésima de segundo después, trago saliva entrecortadamente, y sin mirarlo me apresuro a decir con un tinte espeso de amargura y repulsión:
-No te molestes en hacerlo, ya nos conocemos -le aseguro al chico de la sonrisa fresca y personalidad despreocupada que recién conocí. Posteriormente, le dedico una mirada impasible... al tipo ese que solía llamar «amor» y finalmente prosigo-: Tengo que irme.
Se que no es bueno huir de tus problemas. No obstante, no veo otra alternativa mejor que esta. Así que, giro sobre mis talones, dispuesta tomar un taxi para regresar a West Liberty cuanto antes.
-¡Rose, espera! -exclama Steve cuando estoy cruzando la estancia, escucho sus pasos apresurados seguirme. Y yo, no hago mas que ignorarlo.
No se que quiere y tampoco me importa.
Mis pasos no se detienen, los suyos se aproximan aún mas. Por lo tanto, comienzo a bajar los escalones de dos en dos para que no pueda alcanzarme; aunque los pies me duelan por el esfuerzo.
Debí traer zapatos cómodos.
-Rose, por favor. Necesito que hablemos -dice en tono de súplica desbordante. Pero eso no logra detenerme. Nada lo hará. Esta vez no estoy en una cama de hospital. Esta vez huiré aunque parezca un acto patético de evasión.
-Steve, que bueno que te veo muchacho. En diez minutos habrá una reunión y es urgente que hagas acto de presencia -menciona una voz desconocida a mis espaldas, deteniéndolo en el momento justo. Sus pasos ya no resuenan sobre el pasillo-. Ven, es en el tercer piso.
Sonrió satisfecha, consciente de que ya no me seguirá. Reduzco mis pisadas un poco y un sentimiento de libertad me embarga.
Grave error.
Steve me alcanza, me toma del codo, y me detengo en seco al sentir su suave toque, acerca su boca a mi oído, haciéndome estremecer inevitablemente, acto seguido, se atreve a susurrar:
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El sello de nuestro amor ©
Romance[Segunda parte de Ilusiones Rotas] Rose tiene un novio atractivo, una familia que la ama y un sueño por cumplir, ha decidido seguir adelante y no permitir que vuelvan a herir sus sentimientos, resguardándolos tras una coraza de orgullo; el escondit...