Capítulo XV

24 3 4
                                    

[No sé porque esto estaba en borrador. En mis cuentas lo había publicado el primer sábado de este mes  :'(
Perdonen la tardanza y un millón de gracias por la espera <3]

»...«

Presiono el timbre con prontitud antes de que me arrepienta de estar aquí. Aguardo en la gradilla de la entrada entretanto reparo en el esmalte escarlata que brilla sobre mis uñas. Con una mano retiro un mechón de mi cabello rojizo, dejándolo en mi espalda. Antes de volver a oprimir el botón, acomodo mi brassiere para que mis chicas se asomen provocativamente por detrás del escote.

Toco el timbre por enésima vez. Odio esperar. Y tal parece que nadie quiere dignarse en abrir la puerta. ¿Por qué demonios se demoran tanto?

Me giro sobre mis pies dispuesta a largarme de aquí. Pero el leve crujir de la puerta abriéndose hace que me detenga en seco.

—Lo siento —Gabriela, la hermana de Steve, se asoma por el umbral mientras me planto frente a ella esbozando una sonrisa falsa—, estaba hacien...

Ni siquiera la dejo terminar. Atravieso el umbral y barro el living con mi mirada en busca de Steve.

—Hola, gracias por abrir —digo sin mirarla. Al no obtener respuesta, me giro para encararla—. ¿Podrías decirle a Steve que estoy aquí?

Aprieta los labios, arruga la frente y da un portazo. En segundos, está frente a mí.

—¿Y qué te hace pensar que él desea verte, Susan? —La escucho pronunciar mi nombre con repugnancia, hago una mueca de disgusto. ¡Agh! Esta chica me está impacientando.

—No me importa si quiere verme o no. Solo dile que estoy aquí.

—¿Y quién dice que voy a hacer lo que me digas? —Enarca una ceja, cruza los brazos a la altura del pecho y me lanza una mirada desafiante, pero eso no me amedrenta. Mucho menos su aire de suficiencia por su favorecedora estatura. Claro, tenía que ser igual a su hermano.

Tenso la mandíbula e imito sus brazos cruzados.

—Escucha, Gabriela —pronuncio su nombre de la misma forma que lo hizo con el mío—, no te tengo miedo. Así que evitemos esos aburridos juegos de miraditas, que vine a decirle algo muy importante a tu hermano... Y ni tú, ni nadie me lo va impedir.

La chica se inclina para enfrentarme de cerca, podría decirse que está echando humo por la nariz, no obstante, una voz a sus espaldas rompe la encantadora situación.

—¿Susy? ¿Qué haces aquí? —inquiere Steve, estupefacto por mi repentina presencia—. Gaby, ¿podrías dejarnos a solas un momento?

La chica suelta un bufido seguido de una mueca de fastidio.

Steve frunce el ceño y me escudriña impasible. Puedo ver odio danzando en sus pupilas, en las cuales me gustaba perderme sin importar qué.

—Bien, pero si necesitas que eche a esta bruja de aquí me llamas. —Lanza dagas venenosas con su mirada en mi dirección y me trago un insulto para evitar que Steve se moleste más de lo que ya está.

—Gaby, por favor —masculla mirando a su hermana. Hay suplica en sus pupilas. Gabriela rueda los ojos y se pierde dentro de la cocina. Aún recuerdo aquella vez que me preparó su pasta especial. Éramos tan felices y todo terminó tan mal.

—Toma asiento —Hago lo que me indica sin poner objeción alguna. Al principio creí que me gritaría improperios, pero tal parece que no le afecta mi presencia—. ¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?

El sello de nuestro amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora