Capítulo XIII

24 5 6
                                    


❇❇❇

»ROSE«

—¡Adelante! —indico con quietud al oír el tercer «toc toc» en la puerta de mi anterior habitación, ahora remodelada con un estilo formal.

El ruido del picaporte de la puerta girando acalla el silencio que inundaba mi pieza. He estado tan concentrada finalizando un reporte para la próxima semana que ni siquiera recuerdo mis planes para hoy en la tarde. Nunca me gustó dejar las tareas para una noche antes de la fecha de entrega. Por lo tanto, cuando mis clases dan por terminadas, me dedico a esto.

—Hola, Rose —saluda Kelly, una de mis compañeras de clase. Con quién iré a comprar las cosas necesarias para una actividad que tendremos en dos semanas. Uf, así que esos son mis planes para esta tarde. Al menos lo recuerdo al escuchar su voz.

Marianné no está cursando esa materia por que dejó de interesarle. Así que trabajo con Kelly cuando nos asignan tareas en grupo. Es una chica agradable, bromista en situaciones que lo ameritan, solo que a veces es un tanto testaruda. Pero nos llevamos bastante bien pese al poco tiempo de conocernos.

—Hola, perdón olvidé que vendrías... dame un segundo para guardar esto y nos vamos —respondo antes de escribir el último párrafo de la conclusión.

—Vale, no hay porqué disculparse —acepta con tranquilidad.

Cierro la laptop y la guardo en uno de los cajones de la mesa, anoto en mi agenda que he terminado la única tarea pendiente de la semana. Y levantándome de la silla, rebusco mi cartera en el closet, ya que está a un costado de la mesa, cuelgo el accesorio en mi hombro y por consiguiente me planto frente a la castaña.

—Vamos —digo después de comprobar si llevo las llaves y el móvil en el bolsillo de mi falda de mezclilla.

—Esta bien, pero antes quiero que veas algo que hay en la entrada.

—Claro, no hay problema.

Mis pies se quedan aferrados a la cerámica mientras cuestiono en mi mente si será algo bueno.  Quizás mi confusión se refleja claramente en mi rostro porque Kelly enrosca su mano en mi antebrazo y me hala, casi arrastrándome hasta el umbral.

—Ven, no es nada malo. De hecho, es algo tierno —comenta con una mezcla de seguridad y emoción.

—Okay —susurro no muy convencida. Kelly suelta mi antebrazo, nos detenemos antes de cruzar la puerta y aguardo para ver lo que anhela mostrarme.

Mi compañera de clase se agacha, deja escapar un extenso suspiro y recoge un ramo de rosas blancas de una de las gradas que componen el camino a mi lugar de descanso.

¿A quién rayos se le ocurre abandonar unas hermosas rosas tras mi puerta?

—Ten —Kelly me extiende las rosas, las cojo con curiosidad y mi mandíbula se tensa al leer la tarjeta que se encuentra escondida en medio del ramo, por poco las dejo caer, sintiendo que son fuego hiriente entre mis manos—, parece que le gustas mucho a ese chico —me codea. Enarcando las cejas con picardía—. Los chicos de hoy no se molestan en obsequiar detalles como ese.

«Rose, eres tan hermosa que opacas la beldad de estas rosas. Dios nos ha dado la oportunidad de conocernos en persona. Y que me perdones es mi deseo mas grande. Por favor, escucha la radio esta noche. Tengo algo que decirte. Ojalá te guste la canción.

Te quiero tanto, preciosa y lucharé el tiempo que sea necesario por recuperar lo que perdimos por mi culpa. 

Con amor,

El sello de nuestro amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora