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—¡Listo! —exclama Marianné alegremente. Esboza una enorme y radiante sonrisa repleta de satisfacción, esconde un mechón de cabello rebelde tras mi oreja y musita apretando mi hombro levemente—: Te ves hermosa.
Evalúo mi cuerpo en el espejo con profuso detenimiento. Mi rostro esta maquillado de forma natural, solamente me aplicó labial rosa, rímel y una cantidad mínima de rubor. Justo como se lo pedí.
En cuanto a mi peinado; estoy fascinada. Nunca creí que mi cabello se vería tan hermoso.
Hay un flequillo cubriendo una parte de mi frente, mientras mi cabello negro está lacio desde la coronilla y ondulado de manera suave en las puntas; evidenciando un estilo romántico, según mi amiga. Además, estoy enfundada en un precioso vestido verde celeste, el cual cubre mi cuerpo hasta las rodillas, tiene mangas en forma de pétalo y un brillante cinturón negro, al igual que mis sandalias de plataforma.Suspiro tranquilamente bastante conforme con lo que el espejo proyecta.
—Gracias, amiga. ¡Me fascina mi de look! —exclamo con una tonelada de alegría—. Al final fue buena idea aceptar tu propuesta. ¡Ganaste!
Sonrío feliz.
—Fue un placer, Rose. Ya verás que a ese chico se le caerá la baba en cuanto te vea —refiere, una sonrisa pícara se ensancha en sus labios, mientras sus cejas descienden y ascienden en un gesto gracioso.
—La verdad es que no me importa lo que él piense, Mary —musito en un corto suspiro, giro mi cuerpo para mirarla directamente a los ojos—. No me gusta arreglarme para un chico, y mucho menos para él.
Nunca fui fan de ese tipo de cosas; eso de vestirse para agradar ó enamorar a un chico. Considero que si alguien se enamora de ti, tiene que aceptarte como eres, con todos tus defectos, no importa si son exageradamente notorios, con tus manías y gustos, sean raros o no. Lo que importa es que piensen que eres la persona indicada para poseer la llave de su corazón y así experimentar la felicidad que anhelas.
Marianné ubica sus manos sobre mis hombros, mis comisuras se elevan en una sonrisa tenue y ella me observa con seriedad y un ápice de comprensión para luego articular:
—Rosy, es que no lo harás para él, sino para demostrarle que se equivocó; para que se arrepienta de todo lo malo que te hizo y entienda que no te merece.
Asiento con la cabeza con un dejo de inseguridad.
—No estoy segura de que él vaya a sentir eso. Y me importa poco si algún día se arrepiente de lo mal que me hizo sentir —Encojo mis hombros, demostrando indiferencia—. Quiero dejar esos recuerdos enterrados en el pasado o permitir que el viento se los lleve.
—Te comprendo, linda. —Aprieta mi mano, infundiéndome ánimo—. Sólo te pido que me permitas seguirte ayudando con esto. El cambio te va muy bien.
—El cambio esta genial, amiga. Tu si sabes como hacerme lucir hermosa sin hacer demasiado esfuerzo —aseguro sonriendo—. Y creo que debo irme ya. No quiero llegar tarde —me apresuro a decir después de verificar la hora en mi móvil.
—¿Quieres que te lleve?
—No, gracias. No quiero causarte ninguna molestia. Ya has hecho mucho por mi.
Pone las manos en sus caderas y chasquea la lengua. —Deja de decir eso, Rosy. Ya te he dicho que para mi no es ninguna molestia —sentencia frunciendo el entrecejo y cruzando sus brazos a la altura del pecho.
—Esta bien, esta bien. Vamos entonces. —acepto elevando mis manos y mostrando mis palmas en señal de rendición.
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El sello de nuestro amor ©
Romance[Segunda parte de Ilusiones Rotas] Rose tiene un novio atractivo, una familia que la ama y un sueño por cumplir, ha decidido seguir adelante y no permitir que vuelvan a herir sus sentimientos, resguardándolos tras una coraza de orgullo; el escondit...