Capítulo 15

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Hice un nudo con el cordón del patín derecho con rapidez, le di vuelta y terminé el amarre. Estaba emocionada, ni siquiera nos dimos el tiempo de ordenar nuestras cosas.

-¿Te puedes levantar?-sentí la voz de Nate en frente mío. Él ya estaba de pie.

-Eso creo...

Me sostuve de una baranda y me levanté con cuidado, pero al hacerlo, tambaleé. Lancé una fuerte carcajada mientras trataba de afirmarme en Nate.

-No puedes.-negó riendo. Golpeé su brazo con suavidad mientras avanzaba un par de pasos deslizándome.

-¡Vamos!

Tomé gran velocidad. Cuando era pequeña, mi padre siempre nos llevaba a Ethan y a mí a patinar en esta época del año. Era un recinto cerrado, donde también habían pistas de bowling.

Iba bien, pero en un momento pisé mal y por poco caí. Si no hubiera sido por Nate, hubiera quedado en ridículo, ya que se apegó a mi cuerpo de inmediato. Me sujetó con firmeza, pero estaba un poco incómoda al sentir un... bulto en la parte baja de mi espalda. Diablos.

-¿Estás bien?-preguntó, se notaba algo nervioso y era obviamente claro porqué lo estaba.

-Sip.-asentí con una sonrisa. No quería que estuviera más incómodo por algo que ni siquiera es su culpa.

Desventajas de ser un hombre, capítulo uno.

-Pues, sigamos.

Unos veinte minutos después, le enseñaba a Nate como girar sobre el hielo. No era una verdadera experta, pero tenía mis conocimientos. Dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras soltaba un par de risas, pero cuando volví a la normalidad, noté a Shawn de pie en la entrada de su cabaña. Nos miraba con una melancólica sonrisa. Moví mi mano de un lado al otro en señal de saludo. Él asintió para luego adentrarse con su bolso. Suspiré.

-...Violet, ¿me escuchas?

Miré sobresaltada a Nate, y algo avergonzada a la vez, no lo había escuchado.

-Si, claro. Por supuesto.

Mi amigo entrecerró los ojos mientras se acercaba peligrosamente hacia mi. Apuntó hacia arriba, así que elevé mi mirada. Había un muerdago sobre nosotros, colgando de un árbol.

-Te digo que hay un muerdago.-sonrió.-Ya sabes lo que dicen, es de mala suerte si no se cumple la tradición.

Negué riendo mientras acercaba mi rostro hacia el de Nate, con el propósito de unir nuestros labios.

Sonreí al sentir el suave contacto de su boca contra la mía. Sus labios estaban fríos, pero nadie podía quitarme el sentimiento de mi estómago. Era algo... inquietante. Me hacía sentir bien, querida e importante. Nate me quería, yo lo quería y aún así seguíamos siendo 'amigos'. Nos separamos luego de unos cuantos segundos.

-Creo que ya patinamos demasiado.-susurró con la cabeza baja. Se le notaba triste, pero no lograba entender porqué.

-De acuerdo.

Salí de la pequeña pista de hielo y me senté en una banca. Desamarré los cordones y me quité los patines con calma. Si no hubiera sido por Nate, yo me hubiera quedado. Busqué mis zapatillas, las tomé y me las coloqué. Tomé ambos patines mientras me ponía de pie nuevamente. Me acerqué a Nate, estaba algo alejado de donde yo me encontraba. No entendía lo que estaba pasando con él, pero pretendía averiguarlo.

-¿Listo?-pregunté. Observé que sus labios estaban en una línea recta, no levemente curvados, como antes, formando una suave sonrisa que me volvía loca.

-Si.

Tomó sus cosas y fuimos a devolver lo que nos habían prestado.

Una vez completado nuestro objetivo, fuimos hacia nuestra cabaña en completo silencio. Un silencio que me ponía los nervios de punta, no sabía que había hecho o lo que estaba pasando.

Al llegar, abrí mi bolso (que el mismo Nate había arreglado un poco tiempo atrás) y comencé a ver donde estaban mis pantuflas. El maestro había anunciado que el primer día no haríamos mucho, que podíamos descansar si queríamos así que eso era lo que pretendía. Me saqué el abrigo y lo guardé. Tomé un sweater y me lo puse. Se sentía todo muy cómodo, había una temperatura ligeramente elevada. Me recosté en la cama mirando hacia el techo para luego cerrar mis ojos y colocar mis manos sobre mi estómago. Lograba escuchar las pisadas de Nate, pero no podía decifrar que era lo que estaba haciendo.

-¿Estás cansada?-preguntó. Escuché como su cama crujía levemente, así que supuse que había tomado asiento en ella.

-Estás en lo correcto, Archer.-respondí secamente.

Escuché el suspiro de Nate y luego mas crujidos. Me giré y quedé acostada hacia el lado derecho. Abrí un ojo y vi que Nate estaba mirándome fijamente. Traté de ocultar mi sonrisa, pero se me fue imposible.

-Descansa.

-Eso intento, pero no puedo contigo mirándome.

Nate rió.

-¿Por qué no?

-Me distraes.

-Yo no he hecho nada.

-Me miras.

Oculté mi sonrojo en la almohada que había.

-No te miro, te estoy cuidando. Cualquier cosa podría pasar.

Ay Jesús. Es mi idea, ¿o Nate es Ante algo bipolar? Quiero averiguar que sucedió hace... cinco minutos atrás.

-Gracias, Príncipe Encantador.-reí con sarcasmo.-Por cierto, ¿estás bien?

-Claro.-se removió incómodo.-¿Por qué no lo estaría?

-Nate, todos se dieron cuenta de que estabas mal luego de que... ya sabes, nos besamos.-respondí.

-¿De verdad? ¿Fue muy obvio?-asentí mientras hacía una mueca. Me moví hacia un lado y le pedí que se acostara conmigo. Una vez que lo hizo, quedó enfrente a mí.-Tengo miedo, Vi.

Fruncí el ceño.

-¿A qué? Sabes que puedes confiar en mí.-acomodé unos cabellos sueltos que estaban en su frente, tapándole la vista.

-De... Olvídalo, es muy vergonzoso.-rodé los ojos.

-Vamos, no te diré nada malo.-acaricié su mejilla con dos de mis dedos.

-Tengo miedo de fallarte, de alejarte, de dañarte.

Lo miré enternecida y a la vez sorprendida. ¿A eso le tenía miedo?

-¿Por qué lo dices?

-Vamos a dar una vuelta...

Asentí mientras volvía a tomar mi abrigo y me lo colocaba. Salimos rápidamente de nuestra cabaña. Llegamos a un pequeño jardín, estaba blanco gracias a la nieve.

-Sé que no nos conocemos hace mucho, pero sé que eres especial. No eres como las demás, Violet. Te amo.

Oh. Por. Dios. ¿Nate dijo que... me amaba? ¡Nate Archer me ama!

-¿Tú... Me amas?

Nate asintió con una sonrisa, se veía adorable con las mejillas sonrojadas.

-Así es, Violet. Pero para poder continuar con lo que pienso preguntar, ¿tú me amas?

Asentí con una gigantesca sonrisa en mis labios. Él tenía razón, era muy pronto para darse cuenta de ello, pero muy en el fondo de mi corazón lo sabía. Las cosas cambiaban cuando hablábamos de Nate.

-Te amo, Nate.

Cogió mis manos entre las de él y las besó con suavidad.

-Es hora... Violet Dawn Allen, ¿aceptarías ser mi novia?

Mordí mi labio con nervios, mi corazón explotaría en cuestión de segundos.

-Si, quiero ser tu novia.

Who Says; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora